Llega el GP de Brasil, otra carrera de un Mundial que se le está haciendo eterno a Fernando Alonso, y el piloto español vuelve a emitir el discurso habitual. Son declaraciones oficiales distribuidas por el servicio de prensa de la escudería que siempre vienen a decir lo mismo. En traducción libre: "Hacemos lo que podemos, pero no esperen gran cosa tampoco en este circuito".
Sus palabras literales son: "El último par de carreras han sido frustrantes en mi parte del garaje, ya que hemos tenido un poco de mala suerte con problemas de fiabilidad. Es algo en lo que siempre estamos trabajando duro y que miraremos con especial detenimiento antes del Gran Premio de Brasil, para que podamos asegurar el máximo tiempo posible sobre la pista durante el fin de semana".
El español explica que ya sabían que "México iba a ser duro" y avisa: "Muchas de las características de Interlagos son similares, con sus secciones empinadas y largas rectas. Sin embargo, el circuito es increíble para conducir y siempre da un montón de diversión, así que estoy deseando que llegue el fin de semana".
McLaren registró unas pérdidas cercanas a los 35 millones de euros en 2014
De lo que no habla Alonso, como es lógico, es del asunto económico. Si en la faceta deportiva McLaren no carbura, sus cuentas son igualmente preocupantes. O más.
McLaren registró unas pérdidas cercanas a los 35 millones de euros en 2014. Un resultado nefasto teniendo en cuenta que un año antes, en 2013, había obtenido un beneficio neto de 19 millones.
El culpable indirecto del agujero es Lewis Hamilton, cuya marcha a Mercedes desencadenó el desastre económico. Por una parte, McLaren decidió romper con la marca de la estrella, que hasta entonces le suministraba los motores, para aliarse con Honda. La broma le ha salido muy cara.
Para empezar, tuvo que pagar unos 50 millones de indemnización a los alemanes. Para seguir, Mercedes fabricó un motor excepcional y Honda sigue sumido en un mar de problemas que hacen de los bólidos de Buton y Alonso unos de los peores de la parrila actual.
Y de remate, como consecuencia de todo lo anterior, patrocinadores e inversores han ido saliendo en estampida con el consiguiente perjuicio económico para la histórica escudería británica.
De ahí que el descenso de los ingresos de 2014 respecto a 2013 se cifre en un 7%, achacado según la revista Forbes, a la citada "disminución de los patrocinadores y de las primas por resultados".
Esta situación y este mal balance económico se anuncia aún más grave en 2015. Los resultados en pista han sido los peores de la historia de McLaren -es penúlimo en el Mundial de constructores, sólo por encima del modesto Manor- y uno de sus patrocinadores más fieles, Johnnie Walker, podría anunciar también su adiós para irse a poner el dinero en otra escudería, concretamente Force India.
Para completar el desastre financiero, el balance oficial de McLaren desvela otro pago escandaloso e imperdonable: 14 millones de euros de indemnización por el despido "de un director". La escudería no da nombres, pero parece evidente que se trata de Martin Whitmarsh, jefe deportivo del equipo hasta el comienzo del Mundial 2014, cuando fue sustituido por Eric Boullier.
La buena noticia es que las divisiones de la empresa McLaren ajenas a la Fórmula 1 -componentes electrónicos (McLaren Electronic Systems), tecnologías aplicadas (McLaren Applied Technologies), catering (Absolute Taste) o el fabricante de lujosos coches de calle (McLaren Automotive)- sí generan beneficios.
La pregunta es obvia y doble: ¿hasta cuándo están dispuestos a aguantar la ruina de la Fórmula 1 los responsables del resto del Grupo McLaren y cuál es el límite de la confesa frustración en la que vive Fernando Alonso?