Ya nada es lo mismo en el vestuario de Valdebebas. Hace tiempo que la relación de Mourinho con la plantilla es bastante fría. Salvo contadas excepciones, el técnico del Real Madrid últimamente ni siquiera les dirige la palabra. Desde su llegada al Madrid, Mourinho convirtió la Ciudad Deportiva de Valdebebas en un búnker en el que manejó y codificó las realidades del club a su antojo.
El luso contó desde el primer día con el respaldo de sus jugadores, así como con el beneplácito de unos operarios ansiosos de trabajar con el prestigioso entrenador. Pero tres años después, el hartazgo ha hecho mella. Muchos futbolistas ya no comparten el ideario 'mourinhista', de igual manera que el técnico recela de muchos de ellos. Mourinho no se fía de nadie, excepto de su grupo de colaboradores portugueses, y hace tiempo que comenzó con su particular caza de brujas. El luso está obsesionado con las filtraciones y ha creado un clima de trabajo pernicioso para el Madrid. Tras el incidente que tuvo el pasado sábado con un periodista de 'Radio Marca', Mourinho y sus colaboradores han elevado aún más el nivel de vigilancia.
El técnico se muestra más hermético y distante que nunca en su trato diario con el grupo. Últimamente se muestra mudo durante los entrenamientos y son Karanka y Silvino Louro quienes muchos días transmiten sus instrucciones. La función pedagógica que Mourinho mostró durante sus dos primeros años parece haber desaparecido. Esa es la sensación que tienen muchos jugadores, que en privado reconocen que "al míster se le notan demasiado las filias y fobias".
En la plantilla hay jugadores residuales, como Kaká o Albiol, con quienes el técnico hace tiempo que ni siquiera tiene un aparte para hablar de su situación. Con otros, como Casillas, Ramos o Alonso, su trato es cada día más distante, aunque todos guardan las formas por el peso institucional que cada uno de ellos tiene en el club. Los dos primeros son los capitanes legítimos del Madrid y el tercero podría serlo por carisma, ya que es uno de los jugadores más respetados por todos en el club. Aun así, ninguno de los tres es el ojito derecho de Mourinho.
El entrenador tiene predilección por otros como Pepe, Cristiano y Khedira. Curiosamente, un gesto que se le atragantó al vestuario fue cuando Mourinho no perdió ocasión para promocionar a sus dos compatriotas como capitanes. La pretemporada pasada comprobó que era inviable expropiar a Casillas de su brazalete, así que este año se ha conformado con que Cristiano y Pepe formen parte de la cúpula de dirección del vestuario. Mourinho había recomendado previamente a los jugadores que sería importante que "alguno de los capitanes hable portugués", y sus pupilos, esta vez, sí le hicieron caso.
Quienes llevan estos tres años con Mourinho describen al luso como una persona "metódica que tiene que tener bajo todo control", y entienden que el entrenador está muy afectado por las informaciones que aseguran su salida del club en junio. De hecho en el universo de Mourinho nada es improvisado. Ni siquiera los halagos que recibió por parte de Florentino en su encuentro con los socios. El técnico lo esperaba, ya que la semana pasada el director general del club, José Ángel Sánchez, le aseguró al representante del técnico, Jorge Mendes, que Florentino daría la cara por él. Mourinho se está sintiendo solo y exige más empatía por parte del club. Florentino parece anestesiado y, mientras, Mourinho sigue de cacería. Busca a las ovejas negras de su rebaño. ¿Quiénes son las tres a las que refirió en su reprimenda a un periodista?