La derrota del Barcelona en la final de Copa ha provocado que el famoso fin de ciclo ya no sea una monserga de la prensa madridista -que no madrileña y aún menos la llamada nacional-, sino una realidad que se asume en el propio entorno del club catalán. Aunque con dos años de retraso sobre lo que Pep Guardiola había pedido, en el Barça son conscientes de que la regeneración es inevitable.
De ahí que, después de anunciar que su presidente, Josep Maria Bartomeu, no piensa en dimitir, se hable de traer un nuevo entrenador -algo negado hasta hace muy pocas fechas-, de realizar hasta siete fichajes -algo impensable con Zubi por medio-, desprenderse de algún veterano -además de los consabidos Valdés y Puyol- y, por último, plantearse incluso la salida de Messi, toda vez que Neymar es el fichaje estrella de esta Junta.
Una vez que la prensa ha dejado de considerarle intocable, desde la propia Junta ya se habla -aunque siempre off the record- de la posibilidad de traspasar al argentino una vez pase el Mundial de Brasil. "Si Messi no juega bien es porque hay alguna cosa de su entorno que no funciona", dijo Guardiola cuando aún dirigía al Barça. Una vez más, las palabras de Pep deberían haber sido tenidas muy en cuenta por los actuales rectores del club catalán, por más que les duela.
"Tenemos que asegurarnos que conserva la calma en el plano personal y esperar que el club sea suficientemente diligente para ficharle los jugadores apropiados", añadió el ahora técnico del Bayern, quien, precisamente por lo segundo, se opuso sistemáticamente al empeño de Sandro Rosell en fichar a Neymar.
La llegada del brasileño, con todos los problemas que ella ha generado y que han destapado su multimillonario contrato, unida a los problemas de Leo con Hacienda, han llevado al argentino a un pasotismo en los entrenamientos del que en 'Vozpópuli' ya hemos informado. Tampoco la llegada de Martino fue positiva en ese sentido, pues desde el primer día pareció que el Tata llegaba con la bendición de los Messi, algo que el propio Leo se apresuró en desmentir, por más que el técnico argentino se precipitara en agradecérselo.
Martino sabía desde que llegó al Barça que Neymar tenía que jugar. De hecho, el brasileño ha jugado todos los partidos importantes. Su incompatibilidad con Messi ha quedado manifiesta. Primero, porque Neymar juega a otra cosa muy diferente a lo que el fútbol del Barcelona demanda. Y, segundo, porque sólo hay un futbolista sobre el que puede girar todo el juego azulgrana y ese es Leo.
Como cualquier decisión de este calado, el hecho de vender a Messi sería muy impopular, aunque mientras su rendimiento sea el que está siendo esta temporada y, con motivo o no, su compromiso sea cada vez menor, pocos argumentos quedarán para cuestionarla. No es que Messi se esté reservando para el Mundial, algo que sería contraproducente. La cuestión de fondo es que se siente engañado y, visto lo visto, lo ha sido.
Ofertas por el argentino han llegado y llegarán. El interés de Paris Saint German y Manchester City está latente, pues son dos clubes que hoy por hoy no tendrían ningún problema para pagar los 200 millones de su cláusula. Venderlo por menos es algo difícil de plantearse. Y es que en el fondo nunca se hablaría de traspaso, sino de dejarle marchar. Una decisión de riesgo, aunque aún más lo fue fichar a Neymar e intentar engañar a Leo y su entorno, donde no olvidan la afrenta y veremos si la perdonan.