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Iker Casillas: ¿bocazas inocente... o topo malvado?

  

  • Casillas, en el Olímpico de Roma con el Oporto.

Alguien debería aconsejar a Iker Casillas. Si es que el portero del Oporto se deja, claro. Porque raro es el día que anochece en el universo fútbol sin que se haya producido una noticia que erosiona la que debería ser imagen impoluta e idolatrada de una leyenda del fútbol como él.

Y lo peor es que muchas de esas informaciones que le dejan en mal lugar manan directa o indirectamente del guardameta o de su entorno más cercano. Y en demasiadas ocasiones todos los indicios apuntan a que es el propio Iker quien lo cuenta en primera persona. Y a estas alturas del partido, la única duda piadosa que se plantea es la intencionalidad del futbolista madrileño siendo tan y tan frecuentemente 'comunicativo'.

O Casillas es un inocente que se fía demasiado de aquellas personas cercanas a las que se lo cuenta todo, o precisamente lo hace para que sean esos mensajeros quienes lo dejen caer o lo avienten con descaro por todo el mundo.

Cuando la firme decisión de Julen Lopetegui de no convocarle había provocado un ruido más bien débil y moderado para lo que cabía esperar, va Sergio Ramos y echa gasolina a esas moribundas y reducidas brasas. Confirma que habla "mucho" con Iker y que su ausencia en la lista de España fue cosa del seleccionador... y del propio Casillas.

Tras haber escuchado a Lopetegui en la sala de prensa afirmando que su portero titular es De Gea, no hace falta ser muy listo para deducir que el entrenador vasco le dijo lo mismo a Casillas durante la famosa comida que ambos mantuvieron en Oporto. Y que, a raiz de esa declaración de intenciones del técnico, Iker declinó tan 'amable invitación' a ser suplente.

La sorprendente, por firme y espontánea -se supone-, revelación de Ramos confirma lo denunciado por el ex seleccionador español. Finalizada la Eurocopa, Vicente del Bosque reconoció su enfado con Casillas por su mal comportamiento como suplente durante el torneo. Por eso, entre otras cosas, Lopetegui ha preferido avisar al portero de lo que le esperaba.

¿Por qué le contó Casillas a Sergio Ramos su conversación con Lopetegui? ¿También les ha chivado a sus amigos periodistas los detalles de ese almuerzo en la ciudad lusa? Estas y otras preguntas, formuladas con saña acusatoria, son las que sus enemigos han utilizado para destrozar en poco tiempo la que era intocable reputación. 

Casillas tenía varias opciones para cerrar su etapa en la selección de forma elegante, multitudinaria y unánime. La más difícil para alguien con su estratosférico historial era apretar los puños, aguantar la condición de suplente y pelear el puesto de titular día a día intentando deslumbrando en Oporto. La más dura, negarse -como parece que ha hecho- a ser convocado como suplente, pero guardarlo como un secreto y seguir trabajando intentando ganarse el regreso como titular.

Por último, la opción más realista sabiendo que, por edad y ley de vida, tiene escasas posibilidades de volver a vestir la elástica número 1 de España, programar una retirada acorde con su grandeza. Por ejemplo, en Wembley, templo del fútbol en el país donde se inventó este bendido juego.

Iker podría haber ejercido de buen suplente -y aspirante a titular ante cualquier percance de De Gea- y mejor capitán durante los cinco partidos oficiales que la selección disputará en septiembre y octubre en el Grupo G de clasificación para el Mundial de Rusia 2018. Y luego, el 15 de noviembre, defender por última vez y desde el primer minuto el escudo español en el amistoso programado ante Inglaterra en Londres, después de haberlo anunciado con antelación suficiente para posibilitar la publicación de merecidos reportajes, entrevistas, suplemetos y demás material periodístico para la historia del fútbol español y mundial.

Pero Casillas parece haber optado por la peor de todas las estrategias. Un 'me callo pero lo filtro a diestro y siniestro'. Una especie de pataleta privada... que luego traslada con megáfono a través de su íntimos. Sin duda, una actitud muy perjudicial para un mito viviente cuya aureola se apaga y ensucia entre esos dimes y diretes que no honran en absoluto lo mucho que Iker le ha dado al deporte.

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