Deportes

"Tuve que echar del velódromo a unos okupas rumanos y ahora traigo una escoba para barrer y poder entrenarme"

  

  • Julio Amores, entrenándose en el abandonado velódromo de Novelda.

La imagen esperpéntica del despilfarro sin control habido en las administraciones públicas españolas circula cada día en bicicleta por Novelda, municipio de la provincia de Alicante donde reside Julio Alberto Amores Palacios.

Julio recorre el kilómetro que separa su casa del velódromo municipal en bici, vestido con la pertinente ropa de ciclista, cabeza protegida por el casco... y un escobón de barrendero al hombro. Para llegar a la abandonada instalación deportiva tiene que pasar por un camino sin asfaltar, sorteando basura y cristales que más de una vez le han pinchado una rueda.

Una vez en la pista, se baja de la bicicleta, agarra el escobón y despeja el ovalado asfalto de piedras, tierra y todo tipo de restos en un velódromo que sólo Julio utiliza para lo que fue edificado por el Ayuntamiento.

El velódromo empezó a construirse hace más de 25 años, se abandonó durante una década y se retomó en agosto de 2010 con el Plan Camps, pero la empresa adjudicataria quebró por impago de la Generalitat

O, mejor dicho, para lo que fue proyectado. Porque oficialmente es una obra que está sin terminar. "Maldita", dicen. Empezó a construirse hace más de 25 años, pero se abandonó durante una década. Los trabajos se retomaron en agosto de 2010 con el Plan Camps, pero la empresa adjudicataria quebró por impago de la Generalitat Valenciana. Desde entonces, nunca más se supo. Y ahí, en ese cemento inacabado, lleva rodando desde hace 15 años -cuando era un niño de apenas 7- el sufrido Julio.

"Me entreno solo. Tanto en carretera como en la pista", señala Julio Alberto Amores. "Hace tiempo vivían en el velódromo unos rumanos, me peleaba con ellos para poder entrar y acabaron marchándose. Una vez que se barre y queda limpia, la pista está en perfectas condiciones para rodar. A veces me acompaña mi padre, que viene en coche y se trae el escobón. Si no, lo traigo y lo llevo yo al hombro".

Dado el estado de abandono, para entrar en el velódromo de Novelda basta con quitar la valla que tiene puesta el Ayuntamiento desde no se sabe cuándo y acceder al mismo. Para rodar con una bici, para que los jóvenes lo frecuenten como lugar ideal de botellón o para lo que sea. "Yo podría ir a a al Luis Puig de Valencia, pero son dos horas de viaje", se lamenta Julio.

Julio Amores es una de las grandes promesas del ciclismo en pista español, y estos días sueña con ser seleccionado para los Juegos Olímpicos de Río 2016. En su palmarés figuran medallas nacionales, europeas e incluso mundiales cosechadas en las diferentes categorías de edad por las que ha pasado. A sus 22 años, está a punto de dejar la Sub-23 para dar el salto definitivo a Élite.

Además de las condiciones para la práctica diaria del deporte, el ciclista alicantino no tiene ni patrocinador ni ayuda económica ninguna. "Me estaban dando la beca Podium -un acuerdo entre el Comité Olímpico Español y Telefónica para apoyar a 80 jóvenes deportistas-, pero me la quitaron porque dijeron que hay otros mejores que yo", cuenta Julio.

Él lo aguanta todo con estoicismo y ni se había planteado levantar la voz. Hasta que apareció Juan Manuel Brotons. Es el dueño de Pedals, tienda de bicicletas a la que acude Julio en su pueblo, y sabe perfectamente del esfuerzo callado que realiza el chaval por abrirse camino en el ciclismo español, así que decidió usar las redes sociales para denunciar el caso.

Brotons publicó en su página de Facebook la información, acompañada con las fotos que ilustran este reportaje. "La respuesta ha sido impresionante e inesperada -reconoce-. En menos de un día lo habían compartido más de 15.000 personas".

El mítico Joan Llaneras lo apadrinó e incluso le vendió la bicicleta con la que logró en julio una medalla bronce en el Europeo de Atenas

Juan Manuel conoce y admira mucho a Julio. Por sus cualidades deportivas y, sobre todo, por su forma de ser. "Ni sabe venderse ni es capaz de pedir nada. Se conforma y se adapta a todo. Por ejemplo, a veces monta en las ruedas de su bici las cubiertas usadas que me dejan los clientes en la tienda. Y cuando un modesto patrocinador que tiene de bebidas de carbohidratos le pregunta si necesita algo, él les pide un envase nada más".

Algo tiene Julio Amores cuando el mítico Joan Llaneras -siete veces campeón del mundo y cuatro veces medallista en unos Juegos Olímpicos- apostó por él desde bien jovencito. "Estuvo formándose con él, y posteriormente le invitaba a Criteriums que organiza en el Palma Arena -rememora Brotons-. Todos los ciclistas participantes tenían que abonar inscripción y estancia, pero Julio era invitado por Llaneras, dormía es su casa y únicamente tenía que pagarse el viaje en barco".

De hecho, el joven alicantino le compró al mito balear una de su bicicletas. Y a lomos de ella logró este pasado mes de julio la medalla de bronce en el Europeo celebrado en Atenas. Fue en la modalidad de Puntuación, que junto a Madison, Scracht y Persecución por equipos son sus especialidades.

Esa misma máquina del campeonísimo mallorquín es la que Julio Amores y su escobón montan juntos a diario para acudir al velódromo de Novelda. Allí barre la porquería, limpia la pista y rueda sobre ella en pos de su sueño olímpico.       

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