En el fútbol español impera el surrealismo durante estos tiempos pandémicos. No sólo porque haya empezado una Liga a plazos que no termina de parecer verosímil. Tampoco porque Luis Rubiales haya sido reelegido presidente de la Federación sin oposición o porque Javier Tebas aún siga en su cargo. Ni siquiera por el esperpento del caso Messi que nos entretuvo unas semanas atrás o por el caso Bale que amenazaba con perpetuarse. Lo mejor está ocurriendo en el capítulo de los fichajes. Ahora resulta que Luis Suárez llega como sorpresa y estrella del Atleti mientras Barça y Madrid siguen sin nueves de garantías.
A los expertos y tertulianos del balompié (ambas cosas no son necesariamente equivalentes) se les suele escuchar eso de que el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona son los clubes más importantes del mundo. Les falta añadir "mundial" para que la cosa resuene con más absurdidad. La realidad es que si se utiliza como criterio el tamaño de los presupuestos, sí que lo son. Con la excepción de esos equipos que han caído en manos de jeques, nadie ingresa ni gasta ni genera tanto como Barça y Madrid.
Sin embargo, tanto dinero y tanta grandeza presunta no deben servir para fichar a un buen delantero centro. Porque ni uno ni otro lo tienen en estos momentos. Este lunes, al conocerse la sorpresiva operación por la que Suárez vestirá de rojiblanco, abundaban las bromas y memes de todos los colores porque se supone que el uruguayo está acabado y/o fuera de forma para jugar en la élite.
En el Barça, a falta de concretarse alguna incorporación, el nueve más puro que tenemos se llama Martin Braithwaite. En el Madrid, Luka Jovic. No suenan temibles
Parece cuando menos atrevido querer enterrar ya a un jugador como Suárez. Sobre todo porque si Simeone y compañía consiguen ponerlo a punto, y en ese cuerpo técnico algo saben de eso, puede volver a demostrar que es de los mejores en su puesto. El que tuvo retuvo, ya saben. Veremos qué ocurre, pero al menos el Atleti ya tiene un nueve reconocible y que en teoría contentará a su afición más que Morata, al que muchos no le perdonan su pasado madridista.
En el Barça, a falta de concretarse alguna incorporación, el nueve más puro que tenemos se llama Martin Braithwaite. En el Madrid, Luka Jovic. No suenan temibles. En el caso de los azulgrana parece que Koeman está haciendo malabares con la pizarra para que en ese puesto juegue cualquiera menos un delantero centro al uso. En la orilla de los blancos todo indica que Zidane volverá a poner a Benzema, que siempre ha sido más un diez que un nueve, y rezará para que afine la puntería, aunque en las últimas horas se especulaba con la posible llegada de otro veterano como Cavani.
Fichan los presidentes y no los entrenadores. Se escoge a una u otra estrella por las camisetas que puede vender antes que por las necesidades del equipo
La ausencia de nueves en Barça y Madrid es, al cabo, solo una muestra más de las nefastas planificaciones que emanan de ese delirio que desde hace años se vive en las directivas y los cuerpos técnicos de los grandes clubes. Fichan los presidentes y no los entrenadores. Se escoge a una u otra estrella por las camisetas que puede vender antes que por las necesidades del equipo. Business is business. "Traemos a este tío que nos viene bien para expandirnos en el mercado colombiano y luego ya verá el míster dónde lo pone".
Puestos a despotricar, algún otro día hablaremos aquí de todas esas operaciones estrafalarias en las que los únicos que ganan son los intermediarios. De la perversión del negocio futbolístico y la muerte agónica pero segura de este deporte. Del cesarismo de los presidentes que maltratan a los entrenadores. De los Mendes de turno. Pero tampoco es cuestión de martirizarse. Por ahora, en este país donde se multiplican la estupidez, los contagios y las banderas que adornan atriles, bastante tenemos con la ausencia de nueves en "los dos mejores equipos del mundo mundial".