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La oposición del caudillo Blatter también tiene un pasado oscuro

El presidente del máximo organismo futbolístico aspira a una reelección que parece inevitable a pesar de la resistencia de la confederación europea

  • Blatter anuncia que Qatar organizará el Mundial 2022

Joao Havelange reinó en la FIFA durante 24 años. Durante su presidencia fue diana de las sospechas de corrupción y tras su salida del puesto ejecutivo los susurros se convirtieron clamores. Años después de retirarse tuvo que dejar su posición como presidente de honor, pues diversas investigaciones dejaron probado que en su mandato los sobornos eran moneda común. A él no le sucedió un contestatario sino Joseph Blatter, que fue su mano derecha durante buena parte de su presidencia. No es de extrañar por tanto que la corrupción no esté en decadencia en el organismo sino en una nueva edad de oro.

Blatter, que lleva ya 26 años en la poltrona, no ha hecho nada por embellecer la imagen mundial de la FIFA. Con los años incluso parece ir a peor. La elección de Rusia y Qatar como sedes fue la gota que colmó el vaso para muchos, que no entendían como las peores candidaturas en el plano técnico pudieron llevarse el gato al agua en el momento decisivo. Se explica, más que nada, desde el dinero. Tal fue el escándalo que la propia FIFA tuvo que investigar el tema. Le correspondió la tarea al fiscal neoyorquino Michael García, que encontró tantas trabas para la realización de su labor como chanchullos en la concesión de los mundiales. La historia, como casi todo en FIFA, se cerró en falso y con pocas explicaciones más allá del monumental enfado de García.

Lo que en una organización seria supondría un descrédito inadmisible y una catarata de dimisiones, para la FIFA no ha tenido ninguna consecuencia. Blatter, tan tranquilo, se presenta a las próximas elecciones. No ve ningún problema a cumplir 30 años como emperador del fútbol, ni percibe malestar en el consumidor futbolístico por tanta treta. Se podría pensar que el deporte ha escarmentado, que con tantos años de Blatter podría organizar una resistencia fuerte que dejase al suizo fuera de juego. No parece probable.

Platini, presidente de la UEFA, no traga a Blatter y apoya al principe Ali ben al-Hussein

El único foco de disidencia que se ha encontrado está en Europa, pero no ha surgido tanto por los problemas de credibilidad del ente sino por una histórica lucha de egos. Blatter y Platini, bien es sabido por todos, no se soportan. El presidente de la UEFA, carismático exjugador, está maniobrando para hacer saltar a Blatter de su puesto. No lo debe ver muy claro, pues lo está haciendo por personalidades interpuestas.

Su caballo en la carrera es Ali ben al-Hussein, príncipe jordano y hasta el momento vicepresidente de la FIFA. Platini ha mostrado su simpatía por él, como también lo ha hecho la poderosa federación inglesa de fútbol, a pesar de que hay dos europeos más que han conseguido formalizar sus candidaturas: el presidente de la federación holandesa, Van Praag, y el exfutbolista Luis Figo.

Ben al-Hussein lo tiene complicado, pues ni siquiera ha conseguido el apoyo de la confederación asiática a la que pertenece. Ellos también van con Blatter. Si una carambola le diese la presidencia tampoco hay que esperar un vuelco en las conductas de la FIFA. En sus ya muchos años como mandatario se le recuerda fundamentalmente por haber conseguido que el organismo aceptase el uso del Hiyab en los jugadoras. No parece la mejor carta de presentación. Su cercanía con las monarquías del golfo, principales financiadoras del fútbol mundial en este momento, le debería dar algún punto. Pero igual ni ellos le siguen, agradecidos como están a la rocambolesca adjudicación del Mundial de 2022. Los que sí le han refrendado son los miembros de Inglaterra,  Georgia, Bielorrusa, Malta, Jordania y Estados Unidos, estas dos últimas las únicas federaciones no europeas que han avalado a algún rival de Blatter. 

Lo más probable es que, si busca algún tipo de éxito, bin al-Hussein se alíe con Figo y Van Praag. Si alguien cree que ellos, gente del fútbol de élite, son la solución para la corrupción, igual tienen que pensarlo de nuevo. El portugués, un astro con el balón, no fue precisamente un dechado de virtudes en lo referido a la gestión de su carrera. En 1998 fue un fichaje flamante del Barcelona, pero solo fue posible tras un enredo importante que a punto estuvo de dejarle sin jugar un tiempo. Figo, o sus representantes, que viene a ser lo mismo, firmó al unísono con la Juventus y el Parma. El escándalo llegó a los tribunales, que le prohibieron jugar en Italia, circunstancia bien aprovechada por el Barça. Años después, en uno de los episodios más pintorescos de la rivalidad entre los azulgrana y el Madrid, cambió de acera por exceso de especulación. Nada ilegal en aquel caso, pero el juego de aquellos días, a varias bandas y con riesgos evidentes, no parece el mejor aval para ser un líder transparente. No son muchos los jugadores que hayan tenido más talento que Figo, pero la mayoría sí llevaron sus asuntos con más cautela y menos escándalo. Detrás de su candidatura está el cada vez más fuerte lobby portugués, que cuenta con magnates como Mourinho o Jorge Mendes. También tiene el respaldo de  Dinamarca, Montenegro, Polonia, Macedonia y Luxemburgo y de exjugadores como Roberto Carlos, McManaman o Vieira.

Figo, que aspira a la presidencia, tuvo problemas legales en su carrera profesional

El que mejor suena es Van Praag, aunque quizá es solo cuestión de desconocimiento. A alguno le saltarían las alarmas pensando que el holandés fue árbitro, pero no deja de ser un chascarrillo. Fue presidente del Ajax, como también lo fue su padre, y empresario de cierto éxito. En los últimos tiempos comanda la federación de los Países Bajos, ha presentado los apoyos de Bélgica, Suecia, Escocia, Rumanía, e Islas Feroe. Johan Cruyff, amigo personal, no ha tardado en darle su respaldo, aunque en este tipo de elecciones poco vale lo que diga la gente del fútbol. Los votantes son, en su mayor parte, presidentes de federaciones bien alimentadas desde la sede de Zúrich.

Bin al-Hussein ya ha declarado estar dispuesto a tender puentes entre todos los candidatos opositores. "Estoy deseando reunirme con ellos. Conozco muy bien a Figo, es un buen amigo, y también a Michel van Praag. Considero positivo que haya más de un candidato. Debemos estar más centralizados y trabajar como equipo sería una buena forma de hacerlo".

No hay que irse al golfo pérsico o a las federaciones africanas para encontrar votos que provienen del agradecimiento a Blatter. La española, presidida desde el cretásico por Ángel María Villar, tiene bastante claro que no se soltará de la mano del suizo. Ni Figo, ni Van Praag ni bin al-Hussein. El presidente de la RFEF es mucho más célebre por sus amistades que por sus acciones, no digamos ya por su oratoria. Ha conseguido mantenerse en equilibrio entre FIFA y UEFA, siendo en ambas vicepresidente y figura importante. Sabe moverse en los despachos  y siempre aparece al lado del sol que más calienta. Su elección es un buen termómetro de lo que pueden ser las próximas elecciones a FIFA. La arcadia feliz no asoma en el horizonte. 

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