Dícese del virus que corre por las venas del delantero uruguayo y que le impulsa a competir sin límite en pos de la victoria dentro de la cancha. La frustración que le produce el no ganar se manifiesta a veces con ataques a rivales en forma de mordiscos, codazos, insultos racistas o gestos reprobables. No existe tratamiento que pueda refrenarlo.
Tal definición, que podríamos bautizar en un hipotético argot médico como 'el mal de Suárez', resume y explica en 60 palabras esa agresividad incontrolada que pone al controvertido atacante del Liverpool y de la selección uruguaya en el disparadero de tanto en cuanto. El último episodio de esa indetectable enfermedad que persigue al de Salto, un bocado a quemarropa y sin venir a cuento en el hombro del italiano Giorgio Chiellini, ha dado pábulo a todo tipo de elucubraciones sobre su origen.
En Inglaterra, donde tienen enfilado a Suárez (no sin razón) desde que llamara hasta en diez ocasiones 'negro de mierda' al rencoroso de Patrice Evra (su celebración del título de Liga del United en 2013 mordiendo un brazo de plástico no fue tampoco de recibo), se llegó a hablar de una supuesta petición de ayuda psicológica por parte de la máxima estrella de la Celeste al presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Sebastián Bauzá, para tratar de controlar esos impulsos violentos que tanto daño están causando a su imagen y, por extensión, a su carrera deportiva.
En Inglaterra le tienen enfilado desde que llamara hasta en diez ocasiones 'negro de mierda' al rencoroso de Patrice Evra
La realidad, sin embargo, difiere bastante de los análisis o afirmaciones que ha vertido la Prensa mundial en las últimas horas como consecuencia del nuevo jardín en el que se ha metido el uruguayo y que, muy probablemente, le impida medirse a Colombia en los octavos de final de la Copa del Mundo. "Luis Suárez no quiere ni oír hablar de psicólogos porque es plenamente consciente de que su 'mal' está conectado intrínsecamente a su genética competitiva que no admite la palabra derrota", nos explica Jop van Kempen, periodista del diario holandés 'Het Parool' y especialista en todo lo referente al Ajax desde hace más de una década.
La célebre escuadra amsterdanesa, en la que el charrúa militó durante tres años y medio, trató de convencerle sin éxito para que siguiera un programa terapeútico después de que emulara a Drácula lanzándose sobre la yugular de Otman Bakkal en el fragor de un Ajax-PSV. "Lo rechazó de plano. Sencillamente no cree que eso le vaya a ayudar. También se opuso a Van Basten cuando éste propuso las sesiones de yoga después de los partidos para rebajar la tensión del juego", prosigue Van Kempen, quien recuerda también que ese mismo día el depredador charrúa imitó el gesto de esnifar cocaína para provocar a Jonathan Reis, quien por entonces luchaba por superar su adicción a las drogas, tras un rifi-rafe con el brasileño.
Pese a no contar con su colaboración, los servicios médicos del club neerlandés realizaron un profundo estudio de personalidad del uruguayo y llegaron a la conclusión con la que comienza este artículo: "A Luis le pierde el veneno de ganar que corre por su sangre. Ni más, ni menos. Está infectado hasta los huesos y no tiene cura. No puede soportar la idea de perder y eso en ocasiones le nubla el raciocinio. De hecho, durante su etapa aquí se quejó varias veces de que los jugadores más jóvenes no se sacrificaban lo suficiente para ayudar al Ajax a ganar títulos. Eso le enfermaba".
"A Luis le pierde el veneno de ganar que corre por su sangre. Está infectado hasta los huesos y no tiene cura", dijeron de él en el Ajax
La vigencia de una teoría que eleva a Suárez a la categoría de 'Mr. Hide del balón' se apoya en lo antitético de su comportamiento en el resto de situaciones de su vida diaria. "Luis nunca tuvo problemas de ningún tipo, más allá de estos hechos puntuales durante los partidos. Su conducta fue siempre ejemplar. No bebe, ni fuma, ni hace cosas raras en su vida personal. Le encanta entrenarse y gastar bromas a sus compañeros. Adora ponerse de portero. En cuanto que podía, agarraba los guantes y a parar. Disfrutaba como un niño chico. Tampoco tiene el perfil de una estrella. Es humilde e introvertido. Un buen tipo, en suma", prosigue Van Kempen.
Diego Lugano, capitán de la Celeste, compañero y amigo de Suárez, puso el dedo en la misma llaga al salir en su defensa, a través de twitter, cuando arreciaban las críticas por su mordisco a Ivanovic durante un Chelsea-Liverpool, que le valió una sanción de 10 partidos por parte de la Premier League: "Todos los que competimos a mil pulsaciones y máxima adrenalina estamos expuestos a cometer algún error. Y Luis es el más competitivo de todos. Cometió un error y pidió disculpas".
Con todo, no es ese el único incidente suyo que aún colea. El delantero 'red' se libró de milagro de una sanción por parte de la FIFA a cuenta de una agresión en el rostro al chileno Gonzalo Jara durante el partido de las eliminatorias mundialistas disputado en Santiago, el 26 de marzo de 2013. Bien es cierto que el zaguero del Nottingham Forest provocó al charrúa tocándole previamente los genitales, pero el hecho de que sea multireincidente en esta clase de saraos jugará a buen seguro en su contra en el veredicto final del Comité de Competición del órgano rector del balompié mundial.
La compleja personalidad del máximo artillero y mejor jugador de la última edición de la Premier League, también ha sido objeto de estudio en su país natal. Ana Laura Lissardy, autora del libro 'Vamos que vamos', dedicó un capítulo entero (Luis Suárez: la actitud) a analizar la conducta del salteño dentro y fuera del terreno de juego.
Para ello, contó con la inestimable colaboración del protagonista. "Soy tímido porque no sabía qué decir cuando la gente me daba las gracias por todo lo que había hecho en el Mundial por Uruguay. Pero yo sólo hice mi trabajo y lo que me salía del corazón. No es que la gente me tenga que agradecer nada. Me da timidez”, confesaba 'el Pistolero', como le apodan en sus pagos por un supuesto incidente luctuoso con un periodista nunca probado.
"Esa timidez que muestra habitualmente la pierde en la cancha, cuando se acerca al área. Ahí no se esconde nunca", cuenta Ana Laura Lissardy
Empero, ese carácter íntimo y medio taciturno se transforma radicalmente cuando pisa el manto verde, su hábitat natural. "Esa timidez que muestra habitualmente la pierde en la cancha, cuando se acerca al área. Ahí no se esconde nunca", revela la escritora, quien considera a Sofía, la esposa del jugador, determinante en la evolución psicológica de Suárez y en la gran culpable de que haya llegado a convertirse en una estrella del balompié.
"Sofía emigraba a España. Se habían ennoviado un año antes, pero en poco tiempo se convirtió en un pilar fundamental de su vida. Lo había cambiado completamente porque fue la primera persona que había creído en él. La primera que le había dicho 'vos podés', y eso le había encauzado, le había hecho plantearse objetivos y sentir que los podía lograr. Eso muestra lo importante que es para Luis sentirse contenido, querido y con confianza", explica Lissardy en su obra.
Y el propio Suárez lo corrobora en el libro: "Ahí fue cuando más cuenta me di de que si quería estar cerca de Sofía, me debía esforzar mucho. Me tenía que poner las pilas. Y me puse a trabajar mucho más de lo que tenía ganas para tratar de llegar a Europa a través del fútbol y poder así acercarme a ella".
Lo que no podía prever por aquel entonces la actual bandera del Liverpool es que ese reverso tenebroso de su personalidad le acarrearía tantos disgustos. Tal vez el mayor de todos se produzca en las próximas horas en forma de una sanción ejemplar que le impida pisar este sábado el mítico Maracaná.