La Champions es la obsesión del Atlético, del Cholo, de sus jugadores, de la afición. Normal. Como para no serlo. Las semifinales con el Real Madrid desde el sorteo del viernes pasado en Nyon son el 'leitmotiv' para los colchoneros en su búsqueda del Santo Grial que representa la ansiada y negada Copa de Europa.
Pero hay otra obligación que pasa por la competición doméstica donde la tercera plaza es el desafío necesario. La Champions es la recompensa. Y en esa lucha el Sevilla se ha reenganchado por lo que los puntos de cada partido son un tesoro. Así que el compromiso de Barcelona cobraba doble importancia después de la batalla de Leicester.
El Espanyol de Quique Flores ofreció la frescura y el descaro que no tuvo el Atleti por el lógico cansancio acumulado. Jurado, un ex, se gustó en el buen juego; Caicedo apretó a Godín y Savic; Piatti percutió para buscar premio con el apoyo de un entonadísimo Gerard. El Cholo opuso el once más cargado de partidos con Filipe Luis medio manco y con Giménez, chico para todo, de lateral derecho. El resto, el equipo médico habitual pero con Torres de nuevo en punta. Sin embargo, ni con el 'Niño' primero ni con Carrasco en la reanudación junto a Griezmann el Atleti inquietó a Diego López como para desequilibrar la balanza. El tercer intento fue con Gameiro, que volvía después de una prolongada e inexplicada lesión, como compañero de Antoine y con Thomas apuntalando el mediocampo.
Lo tuvo que hacer Simeone porque su antecesor en el banquillo colchonero, Quique Flores, ha obrado un milagro en el conjunto perico donde hay armonía, una idea y un estilo. El cerco a Oblak fue intenso, pero sin que el portero esloveno interviniera. Fue especialmente agobiante en el primer acto y en el arranque de la segunda mitad hasta que los colchoneros se entonaron y le cogieron el pulso al choque. Y se volcaron en busca del triunfo.
Todos los rojiblancos crecieron en intensidad, presencia e intención ofensiva hasta que en dos jugadas consecutivas Griezmann encontró el hueco necesario entre el poste y Diego López para deshacer el empate. El francés suma 16 goles y 36 puntos para el Atleti en la Liga. 0-1 y casi misión cumplida. El resultado lo reforzó un Oblak excepcional a renglón seguido con una intervención prodigiosa a Leo Baptistao que ya estaba en el césped para intentar lo que resultó imposible: batir al equipo menos goleado (24) del campeonato.