"Preferiría perder la final de Roland Garros a cambio de un pie nuevo". El viernes, en rueda de prensa, Rafa Nadal lo tenía claro: "La vida es mucho más importante que cualquier título". Un pie con escafoides nuevo le permitiría "ser más feliz" en su día a día. Sus palabras no pasaron desapercibidas. El balear ha aprendido a lidiar con el dolor. Hace algo un mes, ya lo advirtió: "Voy cojo muchos días de mi vida. Tengo una lesión en el pie crónica e incurable". Esto le exige a tomar analgésicos casi a diario.
Este problema afecta a uno de los huesos situados en el centro del pie, entre el astrágalo y los huesos cuneiformes. Según Denis Mainard, presidente de la Asociación francesa de cirugía del pie en declaraciones a AFP, "este hueso está sometido a tensiones importantes, y, por razones que desconocemos, pierde su vascularización y se necrosa". En casos como el de Nadal, cuyo pie está sometido a mucha exigencia, puede acabar en una artrosis con una reducción del arco plantar".
Nadal va a probar un nuevo tratamiento para su pie, ya que no quiere seguir infiltrándose para jugar. En la final contra Casper Ruud, el balear jugó con el pie totalmente dormido para evitar dolores y no es la única ocasión que ha necesitado hacerlo: “El peor momento lo pasé tras el partido con Corentin Moutet, no podía andar. He podido competir esta quincena porque mi médico me ha administrado inyecciones de anestesia para dormir el pie, pero es un riesgo".
Pese a ello, el tenista español acaba de conquistar su 14º Roland Garros. Su 22º Grand Slam. Un hito deportivo que no ha logrado nadie en el tenis masculino. Ahora, como prometió, ha anunciado su decisión, que no es otra que la de continuar jugando. "Me dais la fuerza para seguir", ha dicho al público de la Phillipe Chatrier. Después, ha añadido que no sabe "qué pasará en el futuro", pero que lo va "a seguir intentando".
Pese a sus intenciones, todo queda en manos de los médicos. "Me encantaría seguir compitiendo, así que la próxima semana voy a hablar con varios médicos y contemplar diversas opciones", ha afirmado. Es decir, que si tiene que dejarlo, será porque los doctores le digan que el pie no le da para más. "Recibiré un tratamiento y espero que me ayude", ha señalado en la rueda de prensa posterior a la final.
Con estas palabras, Rafa Nadal corta de raíz las especulaciones sobre su retirada y alivia la preocupación que tenía el aficionado al tenis. Sobre el ambiente de la Phillipe Chatrier revoloteaba la sensación de retirada, quizá por esto el balear ha recibido más cariño que nunca por parte del público, absolutamente volcado con un tenista que en otra época no sentían tanta admiración por él.
El propio tenista tampoco ha ayudado a acallar los rumores: en la previa al partido de cuartos frente a Djokovic, aseguró que podía ser "el último aquí" de su vida. Incluso durante la mañana del domingo, varios medios franceses afirmaron que el balear había pedido hacer una doble rueda de prensa, algo que su jefe de prensa, Benito Pérez Barbadillo, ha tenido que desmentir en sus redes sociales.
Ese mensaje que cortó la respiración de los amantes de la raqueta no ha sido el único. En las últimas semanas, Nadal ha ido lanzando diferentes mensajes inquietantes sobre su futuro. El mallorquín arrastra desde los 19 años una lesión en el pie izquierdo, el síndrome de Müller Weiss, una afección para lo que no hay cura y que el deportista trabaja para poder seguir compitiendo al máximo nivel. Según informa ABC, este síndrome, conocido también como osteocondritis del escafoides, ha debilitado el hueso y la articulación astrágalo-escafoidea del jugador debido a una anomalía en el desarrollo del tejido del escafoides tarsiano.
Pese a ello, Rafa Nadal seguirá jugando al tenis. Ese "lo voy a seguir intentando" es una muestra más de la mentalidad ganadora y guerrera del mejor jugador de la historia sobre tierra batida y el que más trofeos Grand Slam posee. Palabras humildes de un tenista que ha decidido imponer una dictadura en los grandes torneos de 2022: ganó en enero en Australia y ahora, ha vuelto a salir campeón sobre la tierra batida de París.