Vieja escuela contra nuevas maneras. El casi cuarentón Peyton Manning, tótem de un linaje noble de football, frente al joven y descarado Cam Newton, representante de la era del selfie y el gesto viral que da la vuelta al mundo. Dos maneras de ser y dos estilos frente a frente en un duelo que puede suponer la retirada gloriosa, de película, de uno o la confirmación del otro como el joven príncipe de la NFL.
No es la de mañana una Super Bowl más. La final del principal campeonato profesional de fútbol americano del mundo, que enfrenta a los campeones de la Conferencia Nacional y la Conferencia Americana, cumple medio siglo. Una audiencia media de más de 114 millones de espectadores contempla al partido hacia el que todos miran. Cualquier deporte profesional estadounidense detiene su actividad en un domingo que es considerado fiesta nacional apócrifa en el país de las barras y las estrellas.
Inspirada en los llamados bowl games, choques universitarios de mucha solera entre centros educativos de rivalidad regional, fue Lamar Hunt, dueño de los Kansas City Chiefs en la década de los sesenta, el que acuñó la expresión, inspirada en la Super Ball, un popular juguete de la época. Lo que empezó como un chascarrillo se terminó convirtiendo en uno de los nombres más comerciales del deporte universal.
La primera edición, bautizada oficialmente 'First AFL-NFL World Championship Game' se disputó el 15 de enero de 1967. Los Green Bay Packers de Bart Starr fueron los primeros en grabar su nombre en el palmarés. Cincuenta ediciones después, los Denver Broncos del 'Sheriff' Manning tratarán de sumar su tercer entorchado batiendo a unos Carolina Panthers de 'Superman' Newton que, finalistas en 2003, persiguen su primer título.
El moderno Levi's Stadium de Santa Clara (California) acogerá un partido en el que jugadores como Luke Kuechly y Thomas Davis, dúo temible de linebackers, serán determinantes frente a la ofensiva de los Broncos al forzarles las perdidas de balón y hacer capturas.
Al margen de lo deportivo, las cifras son tan mareantes como de costumbre: el mundo de las apuestas (legales e ilegales) moverá más de 7.000 millones de dólares y la economía local de la bahía de San Francisco recibirá unos ingresos estimados en unos 800 millones. Los anunciantes televisivos tendrán que pagar 4'8 kilos por cada treinta segundos de emisión en la CBS. Y al descanso, un show con Coldplay, Beyoncé y Bruno Mars, con Lady Gaga interpretando el himno nacional al inicio. Números y nombres de tronío para un espectáculo, como cada año, imprescindible.