Argentina es un equipo sin alma, sin entrenador, sin fútbol y sin lpan de juego. Su desorientación futbolística es tal que el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, pasa por ser un futbolista más, un delantero mediocre que se dedica a retrasar su posición una decena de metros para aliviar a sus compañeros la agonía de llevar la pelota hasta el área rival.
Ante Brasil volvió a mostrarse con un equipo sin capacidad para crear peligro en el área rival y al que le llegan a su área con mucha facilidad. Ver a Mascherano y a Biglia, dos volantes defensivos, conducir la pelota y tratar de crear juego ofensivo es doloroso, casi surrealista. Una selección que tiene futbolistas como Banega, Pastore o Dybala, acaba condenando a Messi a la inanición futbolística por falta de caudal ofensivo. Y cuando recibe la pelota, nadie le tira un desmarque, nadie le devuelve una pared, nadie se apiada de él.
Si a eso se le suma que enfrente se encontraba este nuevo Brasil de Tité pragmático y veloz en punta con jugadores de cierta exuberancia como Neymar, Coutinho o Gabriel Jesús, entonces el escenario resulta dantesco para la albiceleste. Comenzó avisando Argentina con un disparo duro y angulado de Biglia que salvó el portero Allison. Ahí se acabó el equipo del Patrón Bauzá.
Messi es un triste Sisifo albiceleste que cae mil veces al fondo del valle cuando está a punto de escalar la montaña. Y Argentina espera en él la resurrección del Maradona del 86. Pura esquizofrenia.Brasil se limitó a ser solidario en los alrededores de Messi y a robar y salir con velocidad trabajando los espacios. Coutinho resolvió un arranque desde la banda a pie cambiado para clavar la bola en la escuadra. Avisó Neymar con una jugada personal que se topó con el palo de Romero. Y minutos después Argentina convirtió una cómoda situación defensiva de cuatro contra dos en una contra regalando espacios, con lo que Neymar se plantó ante el meta argentino para batirle con una tranquilidad pasmosa.
No había partido, la incomparecencia de Argentina era manifiesta y la canarinha se divertia con un fútbol trepidante. El tercer gol llegó de las botas de Paulinho en un episodio circense de la defensa argentina. Pudieron caer más goles y convertir el marcador en una sonrojante goleada, pero todo se vio maquillado por la falta de acierto de Firmino.
Argentina se queda sin margen de error en su lucha por clasificarse para el Mundial de Rusia. Messi está desquiciado. El resumen del partido es que Brasil tiene seleccionador y Argentina solo a Messi. Mientras sigan aferrándose a Messi y no lo vean como parte del problema, Messi seguirá siendo un triste Sisifo albiceleste que caerá una y mil veces al fondo del valle cuando parece que está a punto de escalar la montaña. Deben trabajar urgentemente en una solución coral que pasa, sin duda, por colocar un centrocampista con algo de fútbol en sus botas en la medular. Aparte de ajustar los automatistas de una defensa espantosa.
Bauzá no tiene plan, Argentina no tiene fútbol y su hinchada no tiene paciencia. Hace años que juegan a que Messi sea el Maradona del 86 o el 90. Y la terca pelota lleva años tratando de enseñarles que once tipos no son necesariamente un equipo. Batista, Sabella, Martino, Bauzá... Argentina se aferra a Messi cuando lo que necesita es un Simeone. Y Brasil festeja la llegada de Tité al ritmo que marca la cadera Neymar.