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Sergio Ramos no puede ser capitán

  

No es la primera vez. Pero posiblemente sí la definitiva. Sergio Ramos no puede ser el capitán del Real Madrid. Ni un minuto más. Su comportamiento tras la insolencia de Di María con el público del Bernabéu le descalifica y le desautoriza como portador del brazalete. Mientras el madridismo sangraba por la herida, se retorcía por la desconsideración del futbolista argentino, al central sevillano no se le ocurrió otra cosa que posar al lado de una foto en la que Michael Jackson se lleva la mano a sus partes y propagar la instantánea por twitter. En español y en inglés, que se enterara todo el planeta de su salero. Ja, ja, ja.

Si fuera un futbolista cualquiera, uno más, su gamberrada hubiera estado fuera de lugar. Pero como capitán es intolerable. Le retrata como un irresponsable más pendiente de no ceder ante el “no hay huevos” de turno que de velar por el escudo dentro del vestuario y de ejercer de cordón umbilical con el aficionado. A Ramos la falta de respeto de su compañero le produce risa, el enfado del madridismo le resbala, o le entra por un oído y le sale por el otro. Sólo le preocupaba cumplir con el desafío que le había planteado la pandilla: ¿Cómo que no me atrevo? Ahora mismo.

No es la primera vez que Sergio Ramos entra en conflicto con su condición de capitán, que vulnera la jerarquía y se apropia de competencias que no tiene, que pone por delante sus intereses particulares sobre los generales del club. La camiseta escondida de Özil, las palabras públicas contra el traspaso del alemán, el desprecio a las críticas de cierto sector del madridismo, las gracias en twitter... Y ahora esto, el chascarrillo infantil, provocador e impropio en medio de un conflicto serio. El club abre expediente sancionador al jugador rebelde, éste se ve obligado a impostar un comunicado conciliador y mientras, el capitán (el segundo, pero al tiempo el más visible), de cachondeo por las redes con el tema. Perdiendo la legitimidad en suma para llevar el brazalete.

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