Usain Bolt ponía en juego su cetro mundial ante Justin Gatlin y volvió a demostrar que es el mejor velocista de la historia. El sospechoso Gatlin, manchado por la sombra del dopaje tras ser suspendidos dos veces, tampoco era el elegido para desbancar al Relámpago jamaicano. Los 9.79 de la final de Bolt le otorgan su décimo oro y le ratifican como el más grande dominador de la especialidad.
En la salida, Gatlin cumplió con las buenas expectativas reaccionando en 0.165 segundos, pero la puesta en acción del jamaicano esta vez fue mejor incluso, 0.159, no como en la semifinal en la que casi se cae. Los primeros apoyos de Bolt fueron decisivos para otorgarle una ventaja psicológica y posicional que no abandonó en ningún momento durante la carerra. A medida que sumaba zancadas, ganaba confianza por su gran puesta en marcha.
Gatlin igualó con Bolt a los 30 metros, pero el jamaicano, ya totalmente de pie, comenzó a desplegar su elegante y descomunal zancada, gracias a sus 196 centímetros de altura, para ir imponiendo su poderío en el tramo central de la recta. Aunque Gatlin aguantó hasta los últimos 20 metros a la par que su rival, después se colapsó y llegó muy crispado a los últimos metros. Bolt mantuvo un ritmo infernal que le permitió cruzar la línea parando el crono en 9.79. Esta vez no hubo miradas al lado, ni desacaleración final. Bolt fue a por la victoria lanzándose en la línea ante un Gatlin que no dio el brazo a torcer hasta el metro final. El bronce se lo repartieron dos corredores de la nueva hornada, el canadiense De Grasse y el estadounidense Bromell. Los tiempos finales fueron Bolt (9.79), Gatlin (9.80). De Grasse y Bromell (9.92), Rodgers (9.94), Gay (10.00), Powell (10.00), Vicaut (10.00) y Su (10.06).
La leyenda de Bolt se mantiene de pie. Su condición de competidor descomunal en los grandes eventos, sumada a su genética privilegiada, evidencian que es el velocista más legendario de la historia del atletismo. Tampoco fue en Pekín, ni fue un pletórico Gatlin, que había bajado cuatro veces de 9.80 este año. Lo advirtió Bolt antes de competir en Pekín: "A Gatlin no le perdí el respeto por su doping, porque nunca le había respetado". Una carrera que pasará a la historia como el día que Usain Bolt salió bien, corrió hasta la última zancada y derrotó a la historia.