En España, este país que lleva 164 días sin gobierno y en el que todo el mundo sabe más que el de al lado, Vicente del Bosque es el enemigo público número 1. La culpa la tiene la lista de jugadores elegidos para la Eurocopa, en la que dos facciones se sienten especialmente agraviadas: a un lado los florentinistas; al otro, los atletistas (que no atléticos). Lo habitual en un país que se toma demasiado en serio a sí mismo para según qué mamandurrias, encantado de indignarse a la mínima.
Los 'florentinistas' acusan a Del Bosque de castigar sistemáticamente a los jugadores del Real Madrid como venganza a su despido a manos de Florentino Pérez. Le acusan de "casillista", como si eso fuese un insulto. Muchos de ellos mourinhistas confesos, seguidores del autoproclamado "entrenador ganador" que no consiguió ganar la Champions como hizo Del Bosque, Ancelotti o Zidane, Santísima Trinidad de la mano blanda.
Al otro lado los 'atletistas' le culpan de cuestionables ausencias de jugadores como Saúl argumentando su pasado madridista. Algo que completan con un argumento recurrente, "esta selección la montó Luis Aragonés y Del Bosque vive de la inercia". Y luego hay un tercer bloque que acusa al seleccionador de ser "buen gestor y pésimo entrenador". Hay que ser muy atrevido para calificar de mal entrenador a alguien que ha ganado Mundial, Eurocopa, Liga, Copa, Supercopa de España, Copa de Europa, Supercopa de Europa e Intercontinental. Pero esto es España, el país de Belén Esteban, Rodrigo Rato y Bertín Osborne. El país en el que hay que saber inglés para ser camarero, pero no para ser presidente del Gobierno.
Del Bosque pudo, y probablemente debió, irse tras el fracaso del Mundial de Brasil. No tenía nada que demostrar ni podía llegar más alto. Pero le picó el gusanillo y se quedó. Hoy, 46 millones de seleccionadores le señalan ante el inminente fiasco de una selección "que no va a pasar ni la ronda de grupos". Cuando no éramos nadie esos mismos daban a España favorita cada Eurocopa y cada Mundial. Y hoy el optimismo desmedido se ha convertido en pesimismo institucionalizado. Vicente debió irse en su día, sobre todo porque no merece el castigo continuo de esta afición que anima mirando de reojo y vistiendo debajo de la Roja la camiseta de su club para reprocharle según qué decisiones al seleccionador.
Este que escribe, que ni es florentinista ni atletista, entiende que Del Bosque lleve a San José por su versatilidad como central y pivote defensivo y su buena temporada en el Athletic (¡quinto clasificado!). Y no entiende que no vaya Saúl tras su año extraordinario. Por lo primero seré acusado de amigo de Del Bosque, y lo seré por lo mal que lo estamos haciendo desde hace años los de la prensa deportiva, donde está de moda escribir con la bufanda en una mano y la pluma en otra: "mi amigo Ronaldo", "mi hermano Cristiano"... Me van a perdonar, pero yo, que estoy convencido que Del Bosque tenía que haberse ido tras el Mundial, creo que la lista tiene poco de política y mucho de futbolera. Porque a Vicente, como en su día a Luis, le fascina el fútbol. Si no, de qué iba a quedarse aguantando los reproches de florentinistas, atletistas, periodistas de bufanda y demás fauna. Eso sí, a mi me sigue faltando Bertín...