Sonó a excentricidad. Una más. Como aquel día en el que con Soldado y Villa en el banco, decidió sacar al campo a Javi Martínez como delantero centro. Las cosas de Del Bosque. Esta vez, zanjado el veto, Koke de lateral derecho. De nuevo las manos a la cabeza. “Lo hice porque me encandiló en la Supercopa, me entusiasmó por su toque”, fue la justificación que utilizó el seleccionador en la Cope. Pero ni en ese doble partido ni nunca en toda su vida el futbolista del Atlético había jugado de lateral.
Tampoco parece reunir el rojiblanco las condiciones que se le presuponen a la demarcación. Centra bien desde el costado, pero no tiene oficio (o costumbre) para cuidar su espalda ni físico para el retorno. Su fuerte está en el juego interior, ya se como medio centro o partiendo desde la banda para jugar por dentro como hace en el Atlético. “Sabemos que el trabajo de Koke es otro”, admitió Del Bosque.
Cuesta por tanto atribuir la medida del viernes a la reflexión, al detallado análisis previo de las características de Koke. Cabe mejor adjudicársela a la improvisación, a una ocurrencia repentina posterior a la elaboración de la lista para corregir, eso sí, una vieja carencia futbolística del equipo: la falta de ataque en el lateral derecho de la selección. Si la elección del rojiblanco es discutible (y eso que no salió mal), la intención es del todo saludable. Fue un paso hacia delante. Esta vez probó con Koke y quizás convenga intentarlo en otra ocasión con Jesús Navas, más dado al largo recorrido y al fútbol de ida y vuelta. Pero hay que insistir.
Porque el problema a limar es real: los planteamientos que emplean los rivales convierten en inútiles desde un punto de vista convencional muchas de las posiciones de La Roja. Sucede con los pivotes defensivos (con uno vale y no hace falta que sea Busquets). Y ocurre con el lateral derecho, condenado en la selección a vivir de extremo. Lo sufre Arbeloa, convertido contra su voluntad y sus características en el atacante más frecuente del equipo. Llega solo una y otra vez por su costado, pero resuelve sin lastimar. Le falta centro, remate, sentido de ataque. Lo suyo es defender. Por eso Del Bosque ensayó el viernes lo que ensayó. Alguien con precisión desde la banda.
Un experimento que desnudó otra evidencia. A Del Bosque tampoco le gustan los laterales derechos de los que dispone. O no encuentra o no mira, pero lo que ve no le convence. Ya sea un mal real del fútbol español o un problema de su propia vista, al técnico sólo se le aparecen medios. Es lo único que le llena, no sólo para el carril. Y de ahí su insistencia: el falso nueve, el falso cinco, ahora el falso dos… Ya podría salirle una alineación completa (Koke, Piqué, Javi Martínez, Alba; Busquets; Silva, Xavi, Xabi, Iniesta; y Cesc) de tipos originalmente centrocampistas. Más Casillas, claro, que nunca se toca.