Los cumpleaños de Madonna suelen ser siempre fiestas extravagantes y provocativas. Aunque la cantante superó el coronavirus en marzo, tuvo algunas ideas conspiranóicas sobre la posible vacuna y continúa padeciendo algunas lesiones de rodilla, la diva del pop no ha dudado en celebrar su 62 aniversario por todo lo alto, como siempre nos tiene acostumbrados.
Prueba de ello son las imágenes que ha compartido en sus redes sociales mostrando lo que es capaz de organizar aún con la pandemia mundial que el planeta está pasando en estos momentos. Eso sí, una fiesta 'más pequeña' que en otras ocasiones, pero no exenta de polémica.
Madonna fumando Marihuana
Así, la artista internacional viajó hasta Jamaica con su novio Ahlamalik Williams, de 27 años; sus hijas Lola (23), Mercy (14) y las mellizas, Stella y Esther (7), su hijo David Banda (14) y un grupo de amigos (no se sabe si su hijo, Rocco Ritchie (16), también estuvo en la fiesta, ya que no aparece en las fotos). Según Page Six, se alojaron en el hotel Round Hill and Villas, en la bahía de Montego y el evento fue de temática jamaicana, como se puede comprobar.
Lo cierto es que no faltó de nada. Música reggae, cócteles de llamativos colores para refrescar a los invitados y marihuana, de la que la artista no dudó en presumir en sus redes sociales. De hecho, la cantante posó mientras se fumaba un porro y con una bandeja llena de cannabis.
La diva del pop también cantó y tocó las maracas al ritmo de los tambores y la música hip hop, que no paró de sonar durante toda la celebración. Además, contó con la ayuda su pareja, que la sirvió de soporte por si se cansaba de estar de pie.
La cantante más provocadora del mundo
Madonna nos tiene acostumbrado a que sea una de las artistas que más se salten las normas. No solo provoca en sus redes sociales y celebra cumpleaños que dan mucho de qué hablar. La diva del pop, que actuó en el Festival de Eurovisión en 2019, fue demandada por la televisión pública israelí tras la reivindicación política que hizo al mostrar a dos bailarines que lucían una bandera palestina y otra de Israel.
Tras su actuación en el escenario de Tel Aviv, la entidad le exige una compensación de 390.000 euros, una cantidad que no parece desmesurada respecto a lo que cobró la cantante por sus escasos nueve minutos de actuación: un millón de dólares.