Las familias y empresas españolas se han puesto a dieta y no precisan más financiación del exterior. Han pasado de necesitar que les prestasen unos 120.000 millones de euros en 2007 a conseguir una capacidad financiera positiva de unos 37.000 millones durante 2011, según datos de la Comisión Europea. Nuestro déficit por cuenta corriente, del 3 por ciento del PIB, se debe fundamentalmente al Estado, cuyo saldo ha caído desde un excedente financiero de 20.000 millones en 2007 hasta unos 80.000 millones en números rojos al cierre de 2011, esto es, el ya reconocido 8,5 por ciento de déficit público. Mientras que los hogares y compañías han congelado el gasto y multiplicado el ahorro, el Estado ha engordado conforme se agudiza la crisis incluso cuando sus ingresos se desploman.
Y el primero en detectar y aprovechar este cambio ha sido el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. De hecho, empleó esta mejora del sector privado para justificar durante el debate de los Presupuestos las alzas fiscales: “Las familias y empresas no financieras han puesto su situación financiera en positivo. Reaccionaron desde el 2008 y hoy tiene un saldo positivo equivalente a 5 puntos del PIB, es decir, su posición financiera no recaba recursos frente al resto del mundo. Desde esa posición, determinadas subidas de impuestos no permanentes, como ocurre con el nuevo gravamen sobre la renta, al actuar sobre un sector que está en una posición financiera positiva perjudica menos al crecimiento”.
Sin embargo, el titular de Hacienda omitió que ese incremento de la carga impositiva retrasará el pago de la deuda. El sector privado español se endeudó mucho en los años precedentes a la crisis animado por unos tipos de interés muy bajos que trataban de aliviar a una economía alemana renqueante. Pero ahora se han invertido los papeles y sólo el Estado tiene capacidad para financiarse. Porque unos tipos al seis por ciento para la deuda pública a 10 años implican que no hay crédito para el resto de la economía. Y precisamente eso está forzando el ajuste de los hogares y empresas.
Aún hay que desapalancarse
El sector privado ha iniciado el camino para generar los recursos con los que devolver deuda y reconducir sus cuentas, ¿pero significa esto que ya se ha saneado? Todavía no. Aún debe rebajar una deuda que asciende al 200 por ciento del PIB, unos 2 billones de euros de los que aproximadamente 800.000 millones corresponden a las familias y el resto a las empresas.
Por ello, en opinión de algunos expertos, el Estado debe acelerar su parte del ajuste, lo que en buena medida reduciría nuestro desequilibrio con el exterior y, por tanto, las necesidades de un capital extranjero que ha retirado más de 90.000 millones de nuestra economía durante 2011.
Es más, el registro negativo del 3 por ciento en la balanza por cuenta corriente, que se compone de flujos comerciales y de rentas, no se compensa como sería lo normal con la cuenta financiera, que incluye inversiones y préstamos, pues ésta también arroja guarismos negativos, es decir, huida de capitales. De modo que esto sólo se ha equilibrado en 2011 gracias a los fondos que está inyectando el BCE en nuestra economía. Es decir, si no fuese por las intervenciones de Mario Draghi nuestra economía habría sufrido un déficit de liquidez y estaría abocada a las dificultades para amortizar su deuda. Para colmo, ese déficit por cuenta corriente del 3 por ciento del PIB se atribuye sobre todo a los pagos de intereses, que rondan los 30.000 millones.