El Edificio España puede cambiar de manos en las próximas semanas pero seguirá manteniendo el mismo problema: su complicada rehabilitación. Y, unido a esto, las limitaciones establecidas por el Ayuntamiento de Madrid, que llevó a Wanda, su todavía propietario, a tirar la toalla. La obligación de mantener la fachada a la hora de remozar el rascacielos ha sido el principal caballo de batalla con el holding chino pero no el único. Junto a él se sitúa la necesidad de un aparcamiento subterráneo que tampoco convence al consistorio.
Algunas informaciones apuntan a que Baraka, el grupo liderado por el empresario Trinitario Casanova que ha realizado la mejor oferta para adquirir el Edificio España, estaría dispuesto a cumplir con el precepto de realizar la rehabilitación del inmueble sin tocar la fachada. Sin embargo, el uso hotelero y residencial asociado al rascacielos demanda un parking cuya construcción no es nada sencilla, a tenor de las peculiares características del inmueble.
De hecho, no tardó mucho tiempo Wanda en darse cuenta de que el activo que había adquirido en el verano de 2014 no sólo era uno de los edificios emblemáticos de Madrid sino también una suerte de trampas ocultas.
Para llevar a cabo el plan de levantar un hotel de lujo y exclusivos apartamentos en el inmueble, Wanda precisaba de un parking, inexistente en la actualidad pero no por falta de previsión sino por imposibilidad técnica. Por debajo del inmueble se sitúa la estación de metro de Plaza de España, lo que hace inviable construir un aparcamiento subterráneo para el edificio.
Santander ya vio el problema
En su día, Santander, propietario del rascacielos desde 2006 hasta 2014, ya fue consciente del problema que suponía esta circunstancia. Varios potenciales compradores del inmueble valoraron de forma negativa la falta de un aparcamiento subterráneo, una circunstancia que acabó pesando para que finalmente decidieran dar un paso atrás y no comprarlo.
En su caso, Wanda procuró buscar una solución negociada con el Ayuntamiento de Madrid, en este caso con la anterior corporación municipal, liderada por Ana Botella. Por entonces, el Consistorio quiso implicar a Wanda y al resto de propietarios de edificios de la zona en la reforma de la Plaza de España. El holding chino estaba dispuesto a colaborar a cambio de que la remodelación incluyera un aparcamiento subterráneo que pudiera dar servicio a los futuros clientes de su hotel.
Sin embargo, estas conversaciones quedaron en una fase inicial porque los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de 2015 provocaron un cambio de signo en el gobierno del Ayuntamiento. A partir de entonces, la relación cordial que había tenido Wanda con el Consistorio se torció.
El parking, el siguiente obstáculo
La polémica estalló cuando el entonces propietario del inmueble anunció que su reforma del rascacielos implicaba desmontar la fachada, por motivos de seguridad, para después reconstruirla de forma idéntica a como está en la actualidad. La frontal oposición de la corporación encabezada por Manuela Carmena ha terminado por colmar la paciencia de Wanda aunque, de haber salvado el problema de la fachada, se hubiera encontrado con el del parking.
El Ayuntamiento se opone a la construcción de este elemento, que interfiere en sus planes para la remodelación de la Plaza de España, para la que ha convocado un concurso de ideas para elegir el diseño que considere más apropiado para el emplazamiento.
Si finalmente Baraka termina haciéndose con el inmueble, tendrá que lidiar con el Ayuntamiento de Madrid por la cuestión del parking, aunque acepte no tocar la fachada. Un obstáculo que puede terminar por ser igual de insalvable que el anterior.