En julio pasado, el Banco de España, a través de la Encuesta sobre Préstamos Bancarios, preveía “un aumento generalizado de las solicitudes de préstamos y créditos” para el tercer trimestre del año en todas las modalidades y una estabilidad de los criterios de su concesión, entendiendo por éstos el tipo de interés, los plazos, la cuantía de crédito o las garantías requeridas. Preveía, asimismo, “un incremento generalizado de la demanda de crédito en todos los sectores”.
Las cosas van algo mejor que un año atrás, pero tampoco es como para lanzar las campanas al vuelo. Hay una mayor confianza de los consumidores por la situación sanitaria y la económica, pero la realidad es que el montante de las operaciones nuevas de concesión de créditos al consumo ha sumado en los ocho primeros meses del año 18.168 millones de euros, apenas un 7,89% más que en el mismo periodo de 2020. Nada que ver con los 23.421 millones del periodo enero-agosto de 2019.
En cuanto a los préstamos hipotecarios, los tipos de interés siguen en los niveles más bajos de los últimos años, lo que justifica, en parte, el crecimiento de las operaciones de compraventa de viviendas (57,9%) en el mes de agosto pasado, según los últimos datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística. Quizás por esta presión de la demanda, no han permanecido inalterables a la tendencia alcista. Si en el mes de julio el tipo medio era del 1,55%, un mes después ha subido al 1,67%, una subida casi inapreciable en términos absolutos que, sin embargo, supone un +7,74% en términos relativos.
Como ocurriera en el verano de 2020, con los primeros datos positivos sobre la contención del número de contagiados y el avance del porcentaje de población vacunada, la banca ha dado un paso adelante y ha subido los tipos de interés de la financiación a los hogares, que no a las empresas. En agosto, el tipo TAE de interés medio de un préstamo hipotecario ha subido un 7,05% en apenas un mes, pasando del 1,56% de julio al 1,67%, y el de los créditos al consumo, los más rentables para las entidades financieras, del 7,75% de julio al 8,20% de agosto, los últimos datos recogido por el Banco de España. Es un aumento del 5,8%, pero también es el nivel más alto en los últimos doce meses.
Evolución de los intereses
En lo que va transcurrido de año, el tipo medio de los créditos al consumo (TAE) ha pasado del 7,57% de diciembre de 2020 al actual 8,20%, lo que supone un incremento del 8,32%. Si la comparación se hace en términos TEDR (el equivalente al TAE sin incluir las comisiones), el aumento medio de los tipos en los ocho primeros meses del año es del 11,86%. Para los créditos al consumo a un plazo de un año, el incremento es del 40%; para los plazos de entre uno y cinco años, del 6,5%, y para las amortizaciones superiores a cinco años, de solo el 3,2%.
Aún es pronto para conocer con exactitud cómo ha sido el tercer trimestre para el conjunto del sector financiero. De momento, solo Bankinter ha presentado los resultados de los nueves primeros meses del año. La entidad que dirige María Dolores Dancausa señala en su informe de enero a septiembre que Bankinter Consumer Finance, la marca bajo la que el grupo opera esta área de negocio, “empieza a reflejar en sus cuentas la mayor actividad económica y la reactivación del ocio y el consumo”. En los nueve primeros meses del año, la nueva concesión de créditos en este sector ha ascendido a 1.000 millones de euros, lo que representa un 84% más que en el mismo periodo del pasado año. En comparación interanual, la nueva producción crediticia ha sido de 3.300 millones, de los que 1.800 millones corresponden a préstamos al consumo.
Los créditos más rentables
Los créditos al consumo son desde hace ya algunos años las operaciones de activos más rentables para la banca a la hora de aumentar el margen de intereses, deprimido desde que el precio del dinero se situó en el 0% en marzo de 2016, aunque también los que mayores índices de morosidad plantean. En el año 2010, por ejemplo, alcanzaron su máximo esplendor. El saldo vivo (el dinero que los españoles debían por este concepto a las entidades financieras) ascendió a 212.468 millones de euros, casi un tercio de la deuda de las familias por los préstamos para la adquisición de una vivienda.
Hoy, las circunstancias son algo diferentes. El saldo vivo ha bajado hasta los 179.948 millones de euros y lleva alrededor de esa cifra en los últimos cuatro años, después de que tocara mínimos en el año 2015, con 162.039 millones. Desde 2010, la deuda de las familias con las entidades financieras por la compra de su vivienda habitual se ha reducido en un 22,6%, mientras que la deuda por los créditos al consumo sólo lo ha hecho en un 15,3%.