¿Cuándo volverá a fluir el crédito a la economía real? La dichosa (y capital) cuestión acapara desde hace meses el debate con pocos datos y muchas percepciones, en su mayoría, cuestiones de fe. Las cifras se multiplican mirando a pasado. La más cruenta, la que refleja la foto fija a 31 de diciembre pasado, el cierre del ‘annus horribilis’ para la banca española. En 2012, el crédito bancario descendió en 177.753 millones, según el Banco de España. La tendencia continuará en este 2013. Hasta abril, la tendencia parecía cumplirse: la caída del crédito se ha agravado en otro 15%, alrededor de 25.000 millones, según datos del supervisor. Sólo entre BBVA y Santander suman un descenso de la financiación en España de 20.000 millones en el primer semestre de este año.
Así, BBVA reconoce una caída de 4.630 millones en el crédito neto a la clientela entre el 30 de junio de este año y el pasado, lo que implica un descenso del 2,4%. A 30 de junio, el saldo vivo del crédito neta a la clientela es de 187.923 millones. Por su parte, la caída en el Santander es del 8,3%, en ese mismo período, teniendo en cuenta todo el saldo de su créditos a clientes que asciende a 171.122 millones. Sin las adquisiciones temporales de activos, la bajada se reduce hasta el 4% en el interanual, aunque el banco no aporta ningún saldo. Por segmentos, reconoce el banco con sede en Boadilla, la caída de hipotecas en particulares y en el crédito a empresas sin finalidad inmobliaria.
“Para abrir el grifo del crédito se necesitan dos condiciones. Alguien que accione el grifo y que éste vierta agua, pero agua en condiciones, y no una pocas gotas. Ni una ni otra exigencia confluirán este año ni tampoco en buena parte del próximo”, admite un alto ejecutivo de un banco.
Las entidades aducen que hay poca demanda solvente. Que hay pocos con capacidad para accionar el grifo. Un conglomerado de argumentos lo justifican. Por un lado, el desapalancamiento de las familias. Por otro, el aumento de las restricciones de las entidades a la hora de conceder financiación. La tasa de paro asusta a las entidades que ven en cada nuevo parado un futuro impagado. La mora de la banca española roza ya el 11% y subiendo.
La tasa del 27% de desempleo asusta a las entidades no tanto por el volumen sino por lo que puede significar de cambio de tendencia. Según el último Informe Económico de Esade, correspondiente al pasado junio, la metástasis del paro se ha empezado a extender a un colectivo hasta ahora inmune: los varones de entre 30 a 50 años, con título universitario, contrado indefinido y vivienda propia. Los conocidos como insiders. La tasa de paro se ha elevado en este grupo del 3% al 13% desde el inicio de la crisis en 2008. "Pese a que la tasa de paro de este segmento queda por debajo de la tasa media de paro española es preocupante la tendencia creciente porque la evolución de este segmento puede afectar directamente a las tasas de morosidad", asegura la profesora del Departamento de Economía de Esade Ana Laborda.
Hasta abril, la tendencia de contracción del crédito se cumplía. El Banco de España cifraba la caída en un 15%, alrededor de 25.000 millones
Muchas entidades tienen catalogados a sus clientes a las puertas del subestándar (en riesgo de dejar de pagar) en función de la salud del sector en el que opera su empresa. En la actualidad, estos trabajadores tienen empleo, pueden hacer frente a sus pagos, no tienen problemas de circulante, podrían lograr un préstamo (así sería en otras circunstancias económicas) pero, sin embargo, se les niega el crédito ante el temor de que la crisis se acabe llevando a sus empresas por delante.
En privado, muchos directivos ponen el ejemplo de lo que le sucedió al Banesto de Mario Conde en la anterior gran crisis para razonar el motivo de este desplome del crédito. "Entonces, Banesto quiso ganar mucha cuota de mercado en un momento en el que también estaba cerrado el crédito y después acabó pagándolo caro", explican un par de directivos.
En otros casos, el catálogo de protecciones que exigen los bancos para conceder un préstamo hace de freno a solicitantes solventes. La crisis ha elevado los préstamos al consumo por encima de un 10% anual. Los hipotecarios, que hasta hace pocas semanas planteaban Euribor más un diferencial de media del 2,5%, están empezando a dispararse por encima del 5% tras la sentencia del Tribunal Supremo que anula las cláusulas suelo mal comercializadas, pero que puede llevar, como se teme el sector, a tener que anularlas en sus totalidad, como ya han hecho BBVA, Novagalicia y Cajamar.
Al aumento del precio de los préstamos se une una larga lista de obligaciones que acompañan esa financiación hipotecaria. En función de las entidades varía algún producto del siguiente catálogo: seguros multirriesgo del hogar, póliza de vida, catálogo de tarjeta de crédito y débito con consumos mínimos anuales a partir de 2.500 a 3.000 euros, saldo mínimo en cuenta corriente asociada al préstamo y contratación de un plan de pensiones con aportaciones obligatorias anuales a partir de 2.000 euros. Además, el importe financiado nunca excederá del 80% del valor de tasación del inmueble y se exige al menos una garantía, ya sea externa o bien del propio solicitante mediante la contratación de algún depósito.
El conglomerado de nuevos requisitos regulatorios amenaza con tener cerrado el grifo del crédito para la economía real durante los próximos trimestres
La recesión, el paro, las incertidumbres… obligan a los bancos a protegerse de sus clientes, actuales y potenciales, pero también ante sí mismos ante el caudal regulatorio que les amenaza en el corto plazo. Antes del 31 de julio, las entidades deben comunicar al Banco de España el impacto de la supresión de las cláusulas suelo mal comercializadas en sus balances. Dos meses después, en septiembre, tendrán que presentar otro informe evaluando el coste de la reclasificación de sus préstamos refinanciados. Una factura que se elevará a 10.000 millones para el sector. El sector última con Hacienda un cambio fiscal por el que podrá seguir computando como capital sus activos fiscales diferidos pero que, indudablemente, tendrá algún coste para las entidades. Además, la última visita de la troika ha dejado la obligación de reducir la diferencia entre créditos y depósitos, hasta igualarla prácticamente.
Los bancos llegan a las exigencias futuras con la lengua fuera, y algunas en pérdidas, a causa de las obligaciones de los dos planes de Guindos del pasado ejercicio. Aquellas exigencias de capital han saneado mucho su ladrillo pero bastante menos de lo que han drenado su capital, en definitiva, su capacidad para prestar. Además, unos (cajas) y otros (bancos) están digiriendo fusiones, ERE, cierre de oficinas, despidos con lo que su prioridad no es prestar.