La gran banca ha definido ya la estructura del futuro 'banco malo' que englobará a aquellas empresas que son viables pese a su elevado endeudamiento. Pese a que los técnicos de riesgos del G6 (Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell, Popular y Bankia) estaban trabajando sobre tres alternativas, el diseño definitivo se articula alrededor de una única sociedad que aglutinará a todas aquellas empresas que los bancos consideren que son viables, según confirman varias fuentes del sector.
Las entidades han terminado de confeccionar el diseño en las últimas semanas con la intención de ponerlo en funcionamiento antes del verano, aunque no estará plenamente operativo hasta finales de año, explican estas mismas fuentes. El G6 también ha desestimado que este fondo pueda contar con inversores extranjeros, como ha sucedido en Italia con la entrada de KKR en una experiencia similar a la que se proyecta en España.
El plan de la banca, sin embargo, puede verse alterado por el cambio de posición que ha dado el Gobierno en este tema. Este miércoles, el portavoz de Economía del PP en el Congreso de los Diputados, Vicente Martínez-Pujalte, ha descartado la idea de impulsar un banco malo industrial, similar a la Sareb, en el marco del proyecto de ley de medidas en materia de refinanciación y reestructuración de la deuda empresarial.
En un encuentro sobre reestructuraciones financieras organizado por PwC, el diputado del PP subrayó que "no queremos más Sareb, ya tenemos una para el sector inmobiliario; no queremos una Sareb industrial". Martínez-Pujalte señaló que otra cosa es abordar un marco jurídico y tributario de las entidades financieras para "gestionar las participaciones industriales que se puedan tener". El ministerio de Economía encargó, a principios de año, al banco de inversión N+1 para estudiar la viabilidad del proyecto tras las peticiones efectuadas por Bankia.
Durante el diseño de la estructura definitiva, los bancos han incluido a cuatro empresas con las que se iniciará el programa piloto antes del verano. Inicialmente, cada uno de seis bancos iba a elegir a cinco empresas para entrar en este programa de salvamento empresarial. Sin embargo, las entidades financieras han decidido que cada una de las firmas que formen parte de este plan tendrán que ser consensuadas previamente por todos los bancos. De esta manera, se fijará previamente los porcentajes de capitalización que corresponden a cada banco, así como la fórmula de transmisión de la deuda empresarial.
En principio, todas las compañías cuyo endeudamiento supere más de seis veces su ebitda (beneficio antes de impuestos) son candidatas a entrar, porque los bancos consideran que no son viables en esas circunstancias.
"Cada entidad tiene sus propios intereses. De ahí, que sólo entrarán en este banco malo las empresas sobre las que exista un acuerdo unánime y esté bien definido el reparto de cara a la posterior venta que se efectúe de cada una de las participaciones", explican fuentes conocedoras del proceso. "El objetivo del banco, evidentemente, es vender esas participaciones que hereden los bancos fruto de las ayudas que concedan a las empresas en dificultades", continúan.
Al frente de este futuro 'banco malo', la banca ha decidido situar a dos gestores independientes ejecutivos, que aún no están definidos. Otro cambio frente a la idea inicial. El G6 pretendía que fueran N+1 o McKinsey los que gestionaran el denominado 'Proyecto Midas', como adelantó este medio en abril. N+1 ha declinado hacer cualquier comentario sobre este tema. Ambas firmas, que participaron como asesores de la ley concursal, han venido negociando con los bancos el diseño de este 'banco malo' empresarial.
Las tres opciones del 'Proyecto Midas'
Las entidades han venido trabajando en tres opciones ante la dificultades societarias que proyecta la creación de este fondo que aglutinará la deuda no sostenible, convertida en capital, de empresas en dificultades. Por una parte, no son tantas el número de empresas en dificultades en las que estas seis entidades aparezcan como acreedores. De otra parte, uno de los puntos de mayor fricción de las negociaciones estriba en el reparto de poder entre las entidades y las fórmulas de financiación. Ningún banco parece dispuesto a ceder más porcentaje que el resto. "Quien tenga mayor participación tendrá más capacidad para evacuar empresas en el futuro vehículo", aseguran entre alguno de los participantes.
De ahí, que las entidades diseñaran tres grandes vías. En un primer momento, se pensó en constituir un único fondo que se iría 'alimentando' de aquellas empresas que cada entidad detectase que son susceptibles de ser viables en el futuro si se les aligera de deuda y pueden volver a tener financiación. Esta fórmula ha sido la que ha triunfado finalmente.
Las otras alternativas que se han desechado consistían en la creación de varios fondos que agruparían a las empresas por sectores de actividad y la constitución de un 'banco malo' para cada empresa. Esta solución es defendida principalmente por el Santander.