Larry Fink es una de las personas más influyentes en los grandes despachos españoles. La firma de inversión que dirige, BlackRock, es el mayor accionista del Ibex 35 y uno de los principales dueños de compañías como Iberdrola, Banco Santander, BBVA o Telefónica. Por ello, las principales compañías se ponen en guardia con cualquier noticia que moleste a la oficina de Fink en Nueva York.
La pasada semana, marcada por los reiterados festivos en España, sorprendía en estos despachos que un accionista de BlackRock pidiese la dimisión de Larry Fink. Bluebell Capital Partners, una firma de inversión activista británica que controla el 0,01% de BlackRock, enviaba un comunicado a la influyente televisión estadounidense, CNBC, donde reclamaba el relevo de este CEO.
Bluebell habla de “hipocresía” del inversor más influyente del Ibex a la hora de adoptar los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) de la firma. Una acusación que daba la vuelta al mundo por los principales diarios económicos.
BlackRock se defiende de esa afirmación y tranquiliza a estos despachos. Según trasladan a Vozpópuli fuentes de la firma de inversión estadounidense en España, “en los últimos 18 meses, Bluebell ha realizado una serie de campañas para promover su agenda climática y de gobernanza. BlackRock Investment Stewardship no apoyó sus campañas porque no las consideramos en el mejor interés económico de nuestros clientes”.
La ‘daga’ del accionista de BlackRock apunta que, mientras defiende la descarbonización de la economía, es uno de los accionistas de referencia de los grandes productores de carbón a nivel mundial como Glencore, Exxaro, Peabody y Whitehaven.
“Cuando el precio del carbón era de alrededor de 76 dólares por tonelada, BlackRock estaba hablando esencialmente de desinvertir”, explicaba la carta de Bluebell. “Ahora que el precio del carbón es de 380 dólares por tonelada, están hablando de propiedad responsable. Creo que hay una alta correlación entre la estrategia de BlackRock sobre el carbón y el precio del carbón”, añadía.
BlackRock ‘verde’, pero sin exagerar
BlackRock anunciaba a sus inversores en mayo, dos meses después del inicio de la invasión en Ucrania, su ‘realismo’ climatológico. La firma de Larry Fink declaraba que, ante la nueva temporada de junta de accionistas que se avecina, donde su voto suele ser clave, iba a ser más exigente con las medidas ‘verdes’ que se ofrecieran desde los consejos de administración de las empresas en las que invierte.
Un ‘frenazo’ a su permisividad con esta materia. En el año anterior, la firma estadounidense apoyó el 47% de las propuestas ambientales y sociales de las empresas en las que tiene participación. Exactamente, dijo sí a 81 de las 172 medidas 'verdes' que le propusieron los consejos de administración de las compañías en las que invierte.
Este año subirán el listón. La firma que lidera Larry Fink explicó a sus inversores que reducirá ese 47% que han registrado el último año porque "no consideramos que sean consistentes, a largo plazo, con los intereses financieros de nuestros clientes", detalla en su circular para clientes.
Su explicación se fundamentaba en que las empresas afrontan este 2022 desafíos "particulares" en el corto plazo, "debido a la inversión insuficiente en energía tradicional y renovable, exacerbada por las tensiones geopolíticas actuales".
Fase de 'desintoxicación'
BlackRock insiste con todo ello en la rentabilidad de sus clientes frente a políticas climáticas 'poco realistas'. Porque los propios países donde invierten están revisando sus propias estrategias climáticas en esta crisis, algo que produce bandazos regulatorios desmedidos mientras se mantiene la incertidumbre geopolítica.
Y apostar todo al verde es un riesgo para países y empresas, según defiende BlackRock. El problema del intento de 'desintoxicación' de gas, carbón o petróleo es genera, según la firma de Fink, una nueva dependencia por las energías verdes, unas tecnologías en fase de maduración y que se generan con materiales que Europa no tiene.
Según los datos de la Agencia Internacional de la Energía, materiales como el cobre, el níquel, el litio y el cobalto están hoy más concentrados geográficamente que el petróleo o el gas natural. Su control está en manos de socios que tampoco generan estabilidad, como es el caso de China.
Por ello, la mayor firma de inversión del mundo y dueño de las empresas más estratégicas españolas pide ‘sostenibilidad’ climática sin abandonar la ‘sostenibilidad’ económica. Una receta que no convence a todos sus inversores.
anas
Va siendo hora de que nuestros gestores de empresas, Botín y demás, respondan ante sus accionistas por el valor que generan las acciones, no por hacer el indio ecológico. Yo invierto para obtener rentabilidad, no para que mis ejecutivos vayan al Polo Norte y comprobar que, en efecto, hay menos hielo. Ni para que hagan donaciones o patrocinios de los que la empresa no obtiene rentabilidad alguna. Pero la imagen, y, sobre todo, el ego, de los gestores, sí. Menos mal que la hartura está llegando a los dueños de los fondos que, a su vez, poseen las empresas.
Alexander
Las entidades que se dedican a la especulación financiera, como los brokers y los hedge funds, son el cáncer del capitalismo. Una economía sana debe estar basada en empresas que produzcan bienes y no en empresas que se dediquen a la especulación.
ma
Es decir , el capitalismo europeo sigue con la conversión a la religión del cambio climático y calentamiento global, cuyas predicciones no se han cumplido hasta la fecha, pero siguen con la fe del carbonero destrozando europa, mientras los países del pacifico son cada vez más ricos