En el G-20 de Cannes en 2011, con las lágrimas asomando a los ojos ante la presión de Sarkozy y Obama, la canciller Angela Merkel se derrumbó y dijo: “Esto no es justo. No puedo decidir en lugar del Bundesbank”, según relató hace unos meses el Financial Times. Pues ese hombre inflexible que hizo sufrir a la mismísima canciller visitó este viernes España invitado por el Banco de España y el Instituto de Estudios Económicos. Y el mensaje del presidente del Bundesbank en un discurso celebrado en la Bolsa de Madrid no pudo ser más claro: “Descartada la unión fiscal, hay que seguir trabajando para que realmente funcione el principio de responsabilidad individual”. O traducido del alemán, pagarás tus deudas sin que te ayuden los germanos.
Casi genéticamente modificado para reaccionar ante la inflación y la indisciplina fiscal, Jens Weidmann sostiene que los rescates han dañado el principio de que cada uno apechugue con lo suyo. Y que las reglas creadas por Bruselas para reforzar la disciplina presupuestaria no bastan, en parte porque las autoridades europeas se reservan demasiado poder discrecional, en parte porque muy a menudo cambian los objetivos fiscales según las circunstancias. Y en este sentido lanzó una advertencia precisamente ahora que algunos Gobiernos con el italiano a la cabeza buscan de nuevo mayor flexibilidad con el gasto público: “Cualquier intento de intercambiar reformas por déficits fiscales más elevados abonará el camino a la arbitrariedad fiscal, socavando la credibilidad de las reglas”, explicó el gobernador del Buba. Un mensaje al que en España no se presta mucha atención si tenemos en cuenta que el Gobierno de Rajoy va a aprobar una reforma fiscal que acarreará la pérdida de unos 6.000 millones de euros para las arcas públicas, poniendo en peligro el cumplimiento de la meta de déficit en 2015.
Responsabilidad por los ingresos
Y si Bruselas no ha diseñado un esquema lo suficientemente bueno como para garantizar que no se repitan los excesos, ¿qué hay que hacer para que funcione la responsabilidad individual? Pues en opinión de Weidmann hay que contemplar la posibilidad de reestructuraciones bancarias y soberanas. “La Directiva de Resolución y Recuperación Bancaria y el Mecanismo de Resolución Único permitirá que los bancos se liquiden de forma ordenada. Sin embargo, se ha progresado poco en la reestructuración de la deuda pública. El principio de la responsabilidad individual requiere que los gobiernos y ciudadanos respectivos consigan los ingresos necesarios para que se abone la deuda pública. Este principio es importante que se mantenga debido a que los altos niveles de deuda pública a menudo marchan mano en mano con unos activos privados sustanciales”, declaró. Tomen nota, ¿acaso no les suena eso de que los gobiernos y ciudadanos han de responsabilizarse de obtener los ingresos justo cuando lo que se aprueba en España es una rebaja fiscal? Uy, uy, uy…
Tras la indirecta, Weidmann siguió elaborando su pensamiento y lo llevó a un terreno que muchos en los mercados consideran sumamente escabroso: “Ello también implica que el riesgo de impago al final recae sobre los inversores, pues son ellos los que recogen el beneficio cuando las cosas van bien. Y si el límite fiscal se ha alcanzado realmente, entonces la deuda pública precisará ser reestructurada sin que suponga un riesgo sistémico a la estabilidad financiera”. Un comentario que sobre el papel tiene una lógica económica impecable, pero que, como las crisis de Lehman o Grecia han demostrado, viene a ser el equivalente del quién le pone el cascabel al gato.
Pero aún así, el todopoderoso presidente del Buba no desiste. ¿Y cómo piensa entonces lograr tamaña alquimia? Se ha dado un primer paso al introducir las cláusulas de acción colectiva que permiten imponer pérdidas a los acreedores ante los juzgados. Pero además el Bundesbank ya ha propuesto que los bonos soberanos incluyan una extensión automática de hasta 3 años en los vencimientos de los bonos, la cual sólo se activaría en el caso de que un país tenga que recibir ayuda de los mecanismos de rescate europeos.
No obstante, el propio gobernador del Buba reconoce que en la actualidad una reestructuración se percibe como un riesgo inmanejable debido al vínculo entre los bancos y los soberanos. ¿Y qué se puede idear para romperlo? Pues a juicio de Weidmann hay que dejar de tratar los bonos soberanos como activos libres de riesgo: “Los bonos soberanos deberían ser ponderados adecuadamente según el riesgo, y la exposición a la deuda pública debería ser limitada, como ya es el caso de la deuda privada”, afirmó.
Y mucho ojo, porque a continuación listó el aumento de la deuda pública comprada por la banca española entre noviembre de 2011 y mayo de 2014: los entidades hispanas incrementaron sus posesiones de títulos de deuda española en un 74 por ciento, desde los 165.000 millones hasta los 288.000 millones. En este punto cabe recordar que justo cuando los bancos y cajas españoles apelaban desesperados al BCE, Weidmann quiso limitar las cantidades que podían tomar prestado.
La necesidad de reformas y la inflación
Al hilo de estas elucubraciones, Weidmann se planteó si un banquero central debe apuntar la necesidad de reformas en otro país. Y su respuesta fue que sí, tanto porque las consecuencias son también para los otros como porque las políticas del BCE están permitiendo comprar tiempo. “No creo que recordar las promesas hechas de consolidación fiscal y reformas estructurales constituya entrometerse en los asuntos nacionales”, sentenció. Y dicho esto, no se cortó al recomendar a España que siguiese las prescripciones del FMI consistentes en descentralizar la negociación colectiva y facilitar que el empleo, las horas y los salarios se puedan ajustar mejor en el ámbito de la empresa. Esto es, ni más ni menos que otra reforma laboral.
No obstante, según Weidmann, eso no quita que Alemania también precise reformas, pero no a costa de perder su competitividad, pues además su industria compra muchos suministros intermedios al resto de Europa. Y de todos modos subrayó que en Alemania se espera que los sueldos suban en torno a un 3 por ciento el próximo año, fomentando el consumo germano al mismo tiempo que facilitando la recuperación de la competitividad en la periferia.
Respecto a la fortaleza del euro, el presidente del Bundesbank argumentó que se debía a la vuelta de los inversores y que en Alemania había numerosas quejas porque los tipos de interés se situasen tan bajos.
Cuando fue cuestionado por el peligro de la baja inflación en Europa, Weidmann contestó que se habían tomado medidas, pero que no se podía pedir a la política monetaria que hiciese milagros. En su opinión, hay una parte del fenómeno que se debe a los precios bajos de la energía, mientras que otra parte se puede achacar a la corrección de los desequilibrios. Sin embargo, nada dijo del hecho de que los alemanes ni siquiera consigan generar inflación con una economía disfrutando del pleno empleo y los tipos extremadamente bajos.
Por último, Weidmann comentó que la mutualización de la deuda se veía como algo inevitable en Alemania hace apenas unos años, pero que la resistencia exhibida por los Gobiernos nacionales a que Bruselas intervenga ha bloqueado esta solución. Es decir, si queremos la mutualización de las deudas tendremos que renunciar a nuestros poderes fiscales todavía más… Aunque bien mirado, ¿acaso no hemos recorrido ya un gran trecho de ese camino?