El presidente de la CEOE, Juan Rosell, pelea sin cuartel por que las empresas que hacen mayores aportaciones pecuniarias obtengan a cambio una mayor representatividad en los órganos de gobierno de la patronal. Sin embargo, ese cambio en los estatutos se ha encontrado con el rechazo frontal de la mayor parte del politburó, que defiende que la CEOE es una confederación de organizaciones empresariales en la que no tienen cabida empresas a título individual.
Ante esta rebelión del aparato institucional, Rosell va a tener harto difícil que la asamblea de este martes apruebe una mayor cuota de poder para las grandes empresas.
Durante la crisis, la patronal ha perdido una buena parte de la financiación pública, tanto en subsidios como en formación. Además, sufre bastante morosidad en el pago de sus cuotas. Algunas fuentes incluso cifran estos retrasos en el entorno de los 2 millones de euros.
Todo ello ha obligado a Rosell a movilizarse con cierto éxito entre las grandes empresas para que éstas contribuyan con más recursos a la CEOE. Y el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, ha desempeñado en esta labor un papel esencial. “Ha conseguido que todas las compañías del entorno de La Caixa acudan al rescate de un catalán que ejerce de puente en Madrid”, comentan varias fuentes consultadas.
Por otro lado, la CEOE ha perdido parte de su predicamento entre las compañías más señeras. Antaño, la CEOE de Cuevas aglutinaba a todas las grandes al organizar una vez al mes una asamblea de notables. Entonces, José María Cuevas se las apañó para erigirse en el confidente y muñidor de cualquier acuerdo entre bambalinas.
Pero bajo la égida de Gerardo Díaz Ferrán la institución se democratizó y se hizo más asamblearia. Una vez se fue erosionando el prestigio de la organización y conforme la prima de riesgo se descontrolaba, las grandes compañías se desligaron de la CEOE para organizar su particular club privado, el Consejo de la Competitividad Empresarial, formado por las 17 principales compañías del país.
Tan selecto grupo le ha restado a la confederación de patronales mucha capacidad de interlocución con el Gobierno. Por eso, y tal y como y adelantó Vozpópuli, Juan Rosell solicitó un asiento en el Consejo de la Competitividad. Sólo que recibió el no por repuesta, y ahora está intentando diseñar una operación a la inversa: como la montaña no va a Mahoma, el presidente de la CEOE busca hacerles un mayor hueco entregándoles asientos individuales en los órganos de gobierno. “La mitad del presupuesto en cuotas de la CEOE procede de las grandes. Es normal que Rosell intente darles un cariño”, explican fuentes patronales.