“¡Joder, qué tropa!”, exclamó el Conde de Romanones cuando averiguó que no había conseguido un solo voto para ser académico de la Lengua pese a que todos y cada uno de los miembros de la RAE le habían prometido su respaldo. Apenas faltan 24 horas para que se celebren las elecciones a presidente de la CEOE, y uno de los dos candidatos se va a llevar un chasco similar al de Romanones, ya sea el actual presidente Juan Rosell o el aspirante y presidente de Cepyme, Antonio Garamendi.
Sólo que Rosell se siente un poco más cerca de su reelección después de haber fraguado un pacto con su otrora enemigo, Juan Pablo Lázaro, quien a su vez el día después del sufragio tomará el relevo de Arturo Fernández como próximo presidente de CEIM, la patronal madrileña.
Hace poco más de un mes, los acontecimientos cogieron desprevenido a Rosell. Golpeados por los escándalos, dos de los principales sostenes del presidente de la patronal, Jesús Terciado y Arturo Fernández, caían perdiendo el control de Cepyme y CEIM, respectivamente. A continuación, Garamendi ocupaba la presidencia de la patronal de las pymes. Y Juan Pablo Lázaro, amigo del alma de Garamendi, tomaba de facto las riendas de Madrid. Casi de la noche a la mañana, el actual líder de la patronal se vio contra las cuerdas. El descontento que había sembrado con su estilo personalista retornaba para castigarle.
Víctima del pánico, Juan Rosell pidió ayuda. Y al rescate acudió un Gobierno que se encuentra muy cómodo con un jefe de los empresarios que dice que sí a todo. Y La Caixa, entidad de la que el capo de los empresarios es una suerte de satélite. Juntos consiguieron que las grandes empresas se movilizasen para exhibir su preferencia por Rosell, en especial en un momento en el que según dicen podría servir de puente con el nacionalismo. “¿Qué pensarían en Cataluña si se echa a un catalán de la CEOE?”, desliza un allegado.
Fuentes cercanas a la Moncloa sostienen que de ganar Rosell abandonará la presidencia de CEOE a mitad de mandato
Implacable como el solo, Rosell ha ido comprando voluntades a la par que vertiendo amenazas. Y fruto de estas maniobras ha sellado entre otras una alianza con Juan Pablo Lázaro, quien un día después de las elecciones de CEOE será nombrado presidente de CEIM y por lo tanto vicepresidente de la CEOE. Pese a sus sonados enfrentamientos, ambos han aparcado sus diferencias. De poco ha importado que Lázaro y Garamendi sean amigos. Muerto Arturo, Lázaro será el siguiente virrey en CEOE siempre que Rosell gane los comicios.
Fuentes solventes aseguran que no hay nada más, que el acuerdo acaba ahí. Pero en cambio fuentes cercanas a la Moncloa sostienen que Rosell abandonará el cargo a mitad de mandato. No en vano, según diversas versiones a mediados de este año ya instó a La Caixa a que le buscase un nuevo acomodo lejos de la patronal. De lo que se puede colegir que entonces Rosell brindaría el respaldo a Lázaro para que le sustituya.
Al recuperar la influencia sobre uno de sus pilares tradicionales, el acuerdo con Lázaro acerca a Rosell hacia su objetivo de renovar la presidencia. “Este puñado de votos puede resultar decisivo”, razona un fervoroso fan del catalán. Sin embargo, el campo de Garamendi defiende que a pesar de todo mantiene un colchón de unos 70 votos de ventaja sobre los cerca de 350 que podrían bastar para alzarse con la victoria. Es más, considera que al menos tiene garantizados 20 apoyos de la patronal madrileña. “Las subidas de cotizaciones, la pérdida de fondos de formación, el excesivo peso que ha dado a las grandes empresas, el palo a las mutuas, la pérdida de prestigio de la patronal, la competencia del Consejo Empresarial de la Competitividad y de la nueva Ley de Cámaras… Hay muchas razones para el descontento. En la soledad de la urna muchos darán la espalda a Rosell incluso si le han prestado el aval”, asegura un partidario de Garamendi.
"Hay muchas razones para el descontento. En la soledad de la urna muchos darán la espalda a Rosell incluso si le han prestado el aval”, asegura un partidario de Garamendi.
Prueba de lo apretado de la carrera es el juego duro al que ha tenido que recurrir Rosell. Primero concedió más votos a las cajas y la banca. Luego medió con el Ministerio de Empleo para que algunas patronales puedan recuperar fondos de formación de la última convocatoria. Y acto seguido presionó a fuerza de llamadas y correos electrónicos para que hasta 330 de las más de 700 vocalías de CEOE se retratasen y le concediesen su aval. Y ello incluso cuando por los estatutos sólo hacen falta 20.
Por su parte, Rosell acusa a sus rivales de elaborar un dossier sobre él en el que se afirma, entre otras cosas, que ha dilapidado las reservas de dinero y que la patronal catalana Fomento no abona sus cuotas. También se queja de que se utilice la delicada situación de Cataluña como arma arrojadiza.
Pero la suerte de guerra sucia no concluye ahí. Este lunes Rosell convocó a los electores de CEOE a un desayuno que tendrá lugar una hora antes de que se celebre la votación. “Una fecha y una hora muy bien escogida, justo antes de que se vote. Y todo ello para que se pueda reflexionar con independencia junto a Rosell, muy propio de los procesos democráticos”, ironizaba un miembro de la patronal.
Al mismo tiempo, Arturo Fernández hacía público el aval de CEIM a Rosell sin haberlo acordado en la Junta Directiva, un hecho que provocó un serio enfado entre varios integrantes de la patronal madrileña. ¿Y qué diría de todo esto el Conde de Romanones, él que solía comprar los votos a dos pesetas en Guadalajara y cuando un opositor empezó a adquirirlos a tres pasó poco después entre los parroquianos diciendo toma un duro y dame los tres del rival!