El príncipe de Arabia Saudí Alwaleed Bin Talal, uno de los millonarios ante los que intermedió la amiga del Rey, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, no es suficientemente rico. Al menos, no para entrar en la lista de los diez hombres más adinerados del planeta de Forbes. Es lo que asegura la revista que acaba de publicar su número anual de milmillonarios en la que acusa al príncipe saudí de trucar sus cuentas para acceder a ese ranking.
Según la revista, Alwaleed entró en la lista desde su primera publicación en 1988 cuando telefoneó a uno de los redactores para que fuera tenida en cuenta su enorme fortuna conseguida a través de su compañía Kingdom Establishment for Trading & Contracting. Cuando el redactor acudió a comprobar su fortuna, Alwaleed le mostró una colección de joyas que él valoraba en 700 millones de dólares, un opulento palacio con 420 habitaciones en Ryad y un Boeing 747 similar al del presidente de los Estados Unidos pero en cuyo centro se sitúa un trono. Junto a todo ello, el Príncipe dispone de un pequeño resort con cinco casas, cinco lagos artificiales, 60 vehículos y varias áreas de cena exterior.
“¿Por qué Forbes aplica diferentes criterios a los diferentes millonarios? ¿Depende de su nacionalidad?”, pregunta el príncipe
Pero ser millonario no es suficiente para entrar en la exclusiva lista del semanario. Hace falta más y, según denuncia Forbes, el príncipe con el que Corinnna trabajó ha trucado sus activos para aparentar todavía más opulencia. El semanario acusa al saudí de utilizar sus vehículos bursátiles para inflar elvalor de sus activos en los días en que se miden las valoraciones para hacer la lista. Ha ocurrido en los últimos cuatro años, afirma Forbes, que reporta que en el año 2009 sus acciones subieron un 57% durante la medición para desplomarse inmediatamente después. Lo mismo ocurrió al año siguiente cuando su valoración subió un 31% y se desplomó más tarde. En 2011 la subida fue del 56% durante la semana clave y del 21% en 2012.
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Según el personal al servicio del príncipe, el valor de su fortuna es de 29.600 millones de dólares, una cifra que le colocaría como el décimo hombre más rico del planeta. Forbes discrepa y asegura que sólo acumula 20.000 millones, una cifra que no le coloca en el ranking.
La batalla ha superado la lucha de los egos. De hecho, el príncipe la ha intentado convertir en un incidente internacional al emitir un comunicado en el que decía: “¿Por qué Forbes aplica diferentes criterios a los diferentes millonarios? ¿Depende de su nacionalidad?”.
La revista contestó con una evaluación de los activos titulada: “sentimos discrepar” en la que aseguraba que los hoteles del Príncipe sólo valen 5.100 millones de euros (frente a los 19.900 que el Alwaleed Bin Talal se atribuye) y que sus propiedades inmobiliarias y joyas alcanzan sólo los 4.600 millones de dólares y no los 4.874 que afirma el saudí. El resultado, según la revista, es que Bin Talal resulta ser pobre entre los ricos.
La respuesta del saudí, también vía comunicado, anunciaba que dejaba de colaborar con la revista: “hemos trabajado abiertamente con el equipo de Forbes durante años (…) Nuestros esfuerzos por corregir sus errores han caído en oídos sordos, por lo que hemos concluido que Forbes no tiene intención de mejorar la exactitud de su valoración de nuestros activos y hemos tomado la decisión de pasar la página”.