Todos cargan contra Angela Merkel, desde Madrid a Bruselas, pasando por París, Washington e incluso Pekín y Brasilia. El G-20 del próximo fin de semana en Los Cabos, México, se presenta muy, muy caldeado. El parte meteorológico de la economía mundial dice que una señora gélida procedente del Este de Europa se empeña en enfriar cualquier posibilidad de reanimación. Y eso nunca gusta a los políticos, tengan o no elecciones.
La ofensiva contra la canciller lleva semanas fraguándose. Y uno de los primeros en dar la cara en esta conjura ha sido el mismísimo Obama: después de que Luis de Guindos y Soraya Sáenz de Santamaría paseasen por Estados Unidos explicando que precisaban más tiempo para sus reformas, el presidente norteamericano organizó una rueda de prensa en defensa de la periferia europea. Obama afirmó que las medidas que han tomado en Italia y España están bien diseñadas, pero que estos países no pueden recortar y recortar mientras crece el paro.
Las declaraciones contra la canciller
Y desde entonces las declaraciones en los más diversos foros se han sucedido: Cameron, Barroso, Lagarde, The Economist, Greenspan y un largo etcétera se han sumado a las peticiones de los eurobonos. El presidente del Bundesbank pidió ayer un referéndum para implantar la unión fiscal en Europa porque “no se puede perder más tiempo”. Y hasta los socialistas alemanes presionan a Merkel para que adopte un fondo que recoja toda la deuda de los países que supere el 60 por ciento del PIB y la amortice a 25 años. “Todos le piden que actúe, pero la canciller se ha obstinado tanto con la consolidación fiscal que ahora está presa de sus palabras”, decía el líder de los socialistas germanos, Frank-Walter Steinmeier.
Visto el fracaso del rescate a España y con el temor a una salida de Grecia, Hollande también ha decidido alinearse inequívocamente con los periféricos. Con prisas, el presidente francés ha solicitado que el fondo de rescate multiplique su músculo financiero adquiriendo una licencia bancaria. De este modo, el mecanismo sólo tendría que pedir el dinero al BCE y prestarlo a los países con capacidad casi ilimitada, rápidamente y sin tener que pasar por los mercados.
Además, los griegos, portugueses e irlandeses se sienten agraviados tras observar el tratamiento que se ha dispensado a España y quieren el mismo tipo de flotador sin condiciones.
Por no hablar de que los países emergentes se sienten indignados por el hecho de que ellos tengan que desembolsar recursos para los rescates vía FMI. Para muestra, un botón: el ministro de Finanzas brasileño se quejaba ayer de que no tenía por qué poner más dinero al Fondo para salvar países europeos.
Merkel, molesta
Pero Merkel se resiste. Molesta ante esta alianza en su contra, su discurso de ayer ante el parlamento alemán se centró en la necesidad de seguir aplicando reformas. La potencia de ayuda de Alemania es limitada, contestó. El camino será una tarea hercúlea, vaticinaba. Se trata de un mensaje al resto del mundo sobre sus intenciones respecto a la eurozona. La canciller argumenta que Alemania no puede soportar ella sola al resto y pretende que primero las naciones se disciplinen y cedan su soberanía… Y sólo después de eso accederá a la emisión de eurobonos. En caso contrario, volverán los problemas incluso con mayor virulencia.
Sin embargo, el resto de países intenta explicarle que se está alcanzando un punto de no retorno. Los mercados ya no creen a Europa y las iniciativas que pide Merkel hunden la economía, asustan a los inversores y dejan a los países sin oportunidad de reconducir las cuentas. El próximo G-20 se avecina caliente.