La Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático que se desarrollará durante las dos próximas semanas en Madrid se antoja clave para que los esfuerzos que están llevando a cabo los países firmantes del llamado Acuerdo de París, con los miembros de la Unión Europea a la cabeza, para luchas contra los efectos del cambio climático lleguen a buen puerto. En la capital de España deben sentarse las bases para comenzar a actuar de inmediato, una vez que han logrado fijarse los objetivos apalabrados en la Cumbre de París, centrados en evitar que la temperatura del planeta se incremente más de dos grados de aquí a final de siglo y una economía libre de emisiones de gases contaminantes en 2050.
Uno de los aspectos más complicados de la Cumbre será establecer los mecanismos para sufragar los elevados costes que supondrá la consecución de estos objetivos, que se calculan en más de un billón de euros en los próximos diez años. Y, en relación con esto, las diferentes vías para canalizar el apoyo a los países menos desarrollados o en desarrollo para que puedan realizar su contribución al objetivo común.
En este sentido, el liderazgo que la Unión Europea ha asumido en la lucha contra el cambio climático ha llevado a los estados miembros a tener prácticamente listos sus planes a largo plazo para alcanzar los objetivos climáticos. La Cumbre de Madrid será una oportunidad para comprobar el trabajo realizado por otros países y las necesidades que aun tienen que cubrir. Europa también ofrece un ejemplo de financiación con el papel que tomará el Banco Europeo de Inversiones (BEI) al que Bruselas pretende convertir en una especie de banco verde, focalizado en exclusiva a financiar proyectos que contribuyan a conseguir los objetivos.
Pero además, la Cumbre también pondrá sobre la mesa la necesidad de costear los daños ocasionados por catástrofes naturales ocasionadas por los efectos del cambio climático. En la actualidad, no existe un sistema definido en los diferentes esquemas para financiar los asuntos climáticos que se destine a este menester.
De las palabras a los hechos
"Tenemos que entrar en la fase de la acción". Con esta frase, la ministra de Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, resumía hace unos días en la sede de la Agencia Efe cuál debe ser el espíritu de la COP25. La Cumbre del Clima aterriza en Madrid después de que el Gobierno de Chile se viese obligado a suspender el evento debido a las protestas que aún hoy continúan sacudiendo las calles del país andino. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, decidió convertirse en anfitrión, a contrarreloj, al considerar que "la acción multilateral en materia de clima es una prioridad en la agenda de Naciones Unidas y de la Unión Europea que exige el mayor compromiso por parte de todos".
Pero Chile sigue ostentando la presidencia del acto. Por ello, la ministra chilena de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, acudió el miércoles pasado junto a la titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, a un desayuno informativo en Nueva Economía Fórum, donde ambas explicaron los retos mundiales en materia climática. "La acción climática no conoce fronteras ni color político", defendió Schmidt, que aprovechó la ocasión para hacer una radiografía de la crisis que está atravesando su país y pedir perdón por los "errores" cometidos por parte del Ejecutivo de Sebastián Piñera.
"El aumento del valor del transporte fue la gota que rebasó el vaso. El modelo de éxito de Chile lamentablemente no llegó por igual a todos los chilenos. No fue suficientemente repartido, compartido y distribuido entre todos los chilenos y chilenas", reconoció.
Definir un mercado de emisiones
El año 2020 marca el punto de partida del camino que comenzó a trazarse en 2015 en París y que ha costado demasiado tiempo terminar de perfilar. Tanto que, incluso, algunos de los objetivos marcados entonces podrían haberse quedado obsoletos. Sin ir más lejos, aquellos países que defienden metas más ambiciosas para la lucha contra el cambio climático pretenden que de Madrid salga el compromiso de reducir a 1,5 grados el incremento máximo que debería alcanzar la temperatura del planeta en 2100.
Los estudios actuales apuntan a que en el actual escenario la temperatura del planeta se incrementaría tres grados a final de siglo. Y el panel de investigadores de la ONU que analizan el cambio climático ha concluido que, pese a la escasa distancia que parece haber entre ambas magnitudes, en la diferencia en el incremento de la temperatura del planeta entre 1,5 grados y 2 puede estar la existencia humana tal y como se conoce actualmente.
En el terreno de la emisión de gases de efecto invernadero, la cita de Madrid tiene uno de sus mayores desafíos. El Acuerdo de París dejó pendiente el establecimiento de un sistema para comercializar las emisiones de gases contaminantes. La COP25 deberá tratar de desbloquear esta cuestión, recogida en el artículo 6 de la resolución acordada en París.
Presencia de autoridades
Ribera asegura que una de las conclusiones que se debería extraer de la Cumbre de Madrid es que es necesario hacer un esfuerzo todavía mayor, tal y como indicó el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres.
El presidente chileno no podrá asistir a la Cumbre del Clima, pero, según Teresa Ribera, sí lo harán unas 50 autoridades internacionales entre Jefes de Estado y de Gobierno, ministros y representantes de otras organizaciones internacionales. El Rey Felipe VI tiene previsto dar una recepción en la tarde del lunes 2 de diciembre, día en el que tendrá lugar la sesión inaugural en la que intervendrá el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. La titular de Transición Ecológica desvincula el éxito o fracaso de la Cumbre del Clima del número de Jefes de Estado y Gobierno que acudan.