La hoja de ruta del Ministerio de Empleo se ha completado. El Consejo de Ministros aprobó este viernes un conjunto de medidas comprometidas con Bruselas que refuerzan el contrato a tiempo parcial; dan más poder a las mutuas a la hora de controlar las bajas médicas y simplifican los contratos.
Sin embargo, y a pesar de que en comparación con países como Francia o Italia hemos avanzado años luz, todavía sufrimos una tasa de paro que precisa cirugía urgente, tal y como apunta la OCDE en su último informe, el cual servirá a su vez en Bruselas de vara de medir de lo que se tenga que hacer en materia laboral durante el 2014.
La medida estrella de Báñez en esta segunda vuelta de la reforma laboral es el impulso del contrato a tiempo parcial con carácter indefinido, permitiendo que un empresario pueda, con muy poca antelación, pactar con un trabajador indefinido un aumento de hasta un 90 por ciento de la jornada siempre que éste tenga un mínimo de 10 horas fijadas a la semana. En concreto, se podrá elevar la jornada hasta un 60 por ciento para los temporales e indefinidos a tiempo parcial con sólo 3 días de preaviso. Y a ese 60 por ciento se le podrá añadir, sin que medie aviso alguno, un 30 por ciento más de horas si el trabajador lo acepta y tiene un contrato indefinido.
Usos y costumbres del tiempo parcial
En España, esta fórmula se emplea bastante poco, alrededor de un 14 por ciento de los contratos frente al 20 registrado de media en la zona euro. De hecho, Guindos ya pronosticó que el poquito empleo creado en 2014 se conseguiría, sobre todo, a fuerza de extender el tiempo parcial.
En los países nórdicos, con unas economías más diversificadas, productivas e intensivas en conocimiento, este modelo se utiliza para facilitar que las mujeres formadas o incluso los hombres compatibilicen su carrera laboral con la vida familiar u otras actividades.
En Alemania, en cambio, se recurrió a los minijobs para aflorar actividad sumergida e incorporar al mercado laboral a excluidos, jóvenes y mano de obra poco cualificada muy dependiente de ayudas.
En tierras germanas, sirve para que los jubilados completen su pensión con labores de poca monta como por ejemplo la de reponedor. O para que los jóvenes pongan un pie en el mercado laboral. Pero también tiene el lado oscuro de la precarización en tanto en cuanto el trabajador no se forme. Además, el empresario tudesco ha de abonar menos a la Seguridad Social por este empleado, lo que a su vez conlleva menos prestaciones sociales para el trabajador. Lo dicho, este formato más bien se ha dirigido hacia sacar de los subsidios a los excluidos.
En España, las cotizaciones por este contrato eran incluso más onerosas que la media. De modo que en esta última reforma se han homologado con otras más baratas y se han flexibilizado sus condiciones buscando que los empresarios puedan disponer del tiempo parcial para atender puntas de producción ahora que se vislumbra un tibio repunte de la actividad.
Sin embargo, según el informe de la OCDE, aunque este contrato ha servido en muchas ocasiones para que no se pierda empleo, el tiempo parcial apenas ha logrado crear nuevos puestos de trabajo.
Y eso mismo precisamente quiere atajar el equipo de Báñez con su reforma. No obstante, lo va a tener complicado. Con el actual modelo productivo, ni los trabajadores ni los empresarios españoles suelen querer el tiempo parcial. Los empleados consideran que los salarios ya son muy bajos como para trabajar menos horas; obtienen menos prestaciones sociales y sufren más dificultades para avanzar en su carrera laboral. En resumen, piensan que se trata de una forma de subempleo.
Por su parte, los empresarios interpretan que el tiempo parcial corresponde a perfiles poco involucrados, han de desembolsar una serie de costes fijos para menos horas y se quejan de las dificultades para organizarse con ellos. Si bien resultan bastante fáciles de encajar por ejemplo en una cadena de montaje, los expertos señalan que el abanico de posibilidades para que un trabajador renuncie a ampliar horas es extenso. Se ha liberalizado el tiempo parcial prácticamente hasta el punto de poder ampliar turnos con una llamada, explican, pero al tener que registrar y pactar cada hora para garantizar los derechos de los trabajadores y evitar el fraude, los empresarios pueden seguir albergando dudas.
De hecho, en esta misma línea, al tiempo parcial se le han suprimido las horas extra para sustituirlas por las complementarias. Y según los expertos consultados, las primeras contemplan un límite de horas y suelen salir más caras al establecerse un recargo por convenio, pero por el contrario suelen acordarse con mayor facilidad.
Sometido además a numerosos cambios legislativos, tradicionalmente se ha preferido usar en lugar del tiempo parcial a temporales o a fijos discontinuos. Así que la tarea del Ministerio para impulsar este tipo de contratación se antoja difícil pese a haber aplicado una ambiciosa reforma.
La OCDE se fija en el coste del despido
En cambio, el informe de la OCDE pone más bien el foco en un hecho muy revelador. ¿Cuál es el único nicho en el que se ha generado contratación indefinida durante la crisis? Pues en las pequeñas empresas. ¿Y por qué? Según los analistas dela OCDE contactados por Vozpópuli, porque hasta hace unos días el Fogasa subsidiaba con 8 días el despido indefinido. En tanto que el despido indefinido costaba 12 días y el temporal 10 días, a los empresarios pequeños les dio igual e hicieron indefinidos a sus empleados.
Una suerte de experimento que demuestra que si se baja el coste del despido en España, entonces las empresas se animan a fichar de forma indefinida. Un hecho que además tiene sustanciales repercusiones para la economía en general, ya que un indefinido desarrolla mejor su carrera profesional, disfruta de más estabilidad laboral y consume más, justo en un momento en el que hace falta apuntalar la recuperación.
El Ministerio de Empleo se ha visto obligado a suprimir la ayuda del Fogasa de 8 días debido a las restricciones presupuestarias. Pero Bruselas puede tener en cuenta sus resultados para recomendar nuevas medidas.