Yolanda Díaz busca conseguir un acuerdo con la distribución este lunes. La vicepresidenta segunda acudirá al encuentro con las grandes empresas junto al ministro de Consumo, Alberto Garzón, el único que ha apoyado su iniciativa sobre topar los precios de algunos alimentos.
De hecho, la ministra de Trabajo se sentará en el encuentro con el rechazo a su propuesta de todo el ala socialista del Ejecutivo. En estos días, el ministro de Agricultura, Luis Planas, y la ministra de Comercio, Reyes Maroto, han cuestionado de forma pública que, como defiende Díaz, esta medida no vaya a impactar en los agricultores o en el pequeño comercio. Desde el Ministerio de Economía que dirige Nadia Calviño, por su parte, no simpatizan tampoco con el plan, abogando por "mantener estables los márgenes empresariales y garantizar la libre competencia en el sector". Y la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha reprochado que Díaz "quiera patrimonializar el estar con los más vulnerables".
Toda una serie de críticas recibidas directamente de sus socios de Gobierno que hacen que Díaz llegue a la reunión con el único apoyo explícito de Garzón, aunque ha deslizado en varias ocasiones que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está de acuerdo con este tope de los precios.
La iniciativa tampoco ha sentado bien en el pequeño comercio, que ha solicitado de hecho ser incluido en el encuentro de este lunes. La patronal que representa a las tiendas medianas y pequeñas considera que este plan con las grandes cadenas les perjudica de forma directa, al no tener margen ni músculo para poner en marcha descuentos ni topes de precios como los que pide Díaz.
"De salir adelante, esta iniciativa atentaría directamente contra el comercio de proximidad al ejercer un efecto llamada sobre las personas consumidoras para comprar en las grandes cadenas en detrimento del comercio de proximidad que no puede competir en márgenes ni asumir los costes", explica la Confederación Española de Comercio (CEC), que insiste en que la solución para "ayudar al consumidor" no puede pasar "por una medida que perjudique al comercio de proximidad".
Díaz se apoya en Carrefour
De este modo, aunque la ministra de Trabajo ha defendido estos días que la medida "no va contra los productores ni contra el pequeño comercio, sino contra los márgenes de las grandes empresas", el discurso no ha calado entre los detractores. Su gran baza es, por ahora, la campaña puesta en marcha por Carrefour.
La iniciativa de la francesa, que ya ha anunciado su propia cesta con los precios limitados, ha allanado el camino a Díaz poniendo contra las cuerdas a competidores como Mercadona, DIA o Eroski, que ahora estudian cómo hacer frente a esta campaña para no perder clientes.
Al encuentro del lunes acudirán las principales patronales del gran consumo, la Asociación de Supermercados Distribuidores (Anged), la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (Aces) y la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas).
En ellas están representadas las cadenas mencionadas y otras como El Corte Inglés, Lidl o Alcampo. Asimismo, del lado de los consumidores está convocado el Consejo de Consumidores y Usuarios, que integra asociaciones como Facua o la OCU. "Se tienen que intervenir precios, por supuesto que se tiene que hacer", explicaba esta semana el portavoz de Facua, Rubén Sánchez, que insiste: "No creemos que haya impedimento para hacerlo".
La propuesta de la vicepresidenta, que expuso a Carrefour el viernes y extenderá este lunes al resto de distribuidoras, pasa por varios puntos básicos: que los precios estén congelados hasta después de Navidad y que los productos seleccionados sean "saludables" (carne, pescado, huevos, fruta y hortalizas), así como que incluyan opciones para personas celíacas. Según su "recomendación", debería ser una cesta de entre 20 y 30 productos básicos que rotaran cada semana.
mroda
El ser humano carece de la capacidad intelectual necesaria para organizar, coordinar y controlar los precios de los productos energéticos (comida) que utiliza. Sencillamente, el sistema es demasiado complejo, y con realimentaciones no lineales múltiples, de forma que el que una persona, o un equipo fije los precios de los productos, produce siempre reacciones inesperadas en contra de los objetivos pretendidos. La sociedad se autoregula muy bien, mientras que la regulación humana es imposible y cuando se ha intentado ha resultado siempre un desastre.