Más de 70 muertos, cientos de casas derruidas y miles de hectáreas perdidas. Las consecuencias de la DANA que este martes y este miércoles ha arrasado la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha han sido devastadoras. Y el campo, desde hace mucho en una delicada situación, es consciente de que los efectos los sufrirán durante mucho tiempo después del fin de la catástrofe. "En nuestro caso, la normalidad tardará en llegar. No es tan fácil como esperar a que deje de llover", cuentan a Vozpópuli afectados del sector primario.
Calcular los daños exactos es todavía imposible, porque por ahora cientos de agricultores todavía no han podido acceder a sus terrenos y otros cientos de trabajadores siguen incomunicados. "Pero podemos asegurar que está siendo el mayor desastre de la última época; serán pérdidas millonarias", ha contado Ricardo Bayo, secretario general de UPA en País Valenciano, en conversaciones con este periódico.
En este caso, las consecuencias irán más allá de la pérdida del 100% de la producción en la mayoría de los territorios afectados, ya que habrá efectos secundarios que preocupan especialmente a los trabajadores del sector primario.
Desde el sindicato agrario AVA-ASAJA, que prevé "pérdidas catastróficas de consecuencias incalculables", consideran que los agricultores van a sufrir problemas irreparables a medio plazo por el exceso de humedad que se provocará por las lluvias, que acabarán con la muerte de las plantaciones. De igual manera alertan los técnicos de COAG, que aseguran que se esperan daños en los campos inundados a nivel de salud de los árboles por asfixia radicular. Todo ello repercutirá a su vez en graves reducciones de las cosechas de los próximos años.
De cara a las próximas semanas, temen además los efectos que pueda haber sobre el sector ganadero. Aparte de las muertes de ganado que se puedan producir por la propia lluvia, en cuyo caso sería necesaria una retirada inmediata de cadáveres para minimizar un posible problema de salud pública, no se descartan problemas serios para alimentar y dar de beber a los animales, tanto por aguas contaminadas, como por falta de pienso, que habrá quedado arrasado, aumentando el número de animales fallecidos.
Otro de los efectos secundarios que preocupa a los trabajadores del campo, para lo que exigen ayudas al Gobierno, es el problema de los incontables daños en caminos, lindes y ribazos, emparrados, estructuras de riego e infraestructuras agrícolas (tales como acequias, muros, ribazos, riego por goteo, almacenes, casetas de aperos y pozos de riego, invernaderos, maquinaria y naves agrícolas y ganaderas), que perjudicarán "gravemente" la producción en los próximos meses.
Las mayores pérdidas en seis décadas
Todas las organizaciones agrarias contactadas por este periódico coinciden en una cosa: aún es pronto para evaluar la superficie afectada y el impacto económico en la agricultura y la ganadería, pero seguro que serán millonarias, con miles de hectáreas de cítricos, caquis, hortalizas, viñas y otros cultivos que van a perder la cosecha de la presente campaña.
La fuerza del agua arrancó miles de vides y otros cultivos. "A medida que esa agua bajaba a la costa inundó cientos de explotaciones de cítricos, caquis, hortalizas, etc. que si se mantienen anegadas durante un número excesivo de horas podría provocar la muerte del arbolado. Por supuesto, la cosecha de mandarinas, naranjas y caquis (que se encontraban en plena recolección) de los campos más perjudicados se perderán, reduciendo en un buen porcentaje la producción de esta campaña", cuentan desde AVA-Asaja.
Todo ello, según aseguran fuentes agrícolas, ha hecho que estas lluvias ya han sido peores que las que arrasaron la Comunidad Valenciana en 1957, y aún más severas que las que se produjeron en 1987 y en 1982, las de la 'Pantanada de Tous', provocando las mayores pérdidas en al menos 60 años.