Desde este viernes, el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas cuenta con una pista menos, la denominada 18R/36L, que permanecerá cerrada un mes por obras de reforma. La circunstancia supondrá una serie de cambios en la operativa del aeropuerto que, de forma sorprendente, no han contado con el consenso y la opinión de colectivos como los controladores y los pilotos. Se estima que el tráfico en Barajas se reducirá algo más de un 20% mientras duren los trabajos de adecuación de la pista.
Según fuentes del sector, el hecho de que esta pista se encuentre fuera de servicio tendrá como primera consecuencia que determinados vuelos deberán necesariamente que esperar turno en el aire para aterrizar, por lo que deberán cargar combustible adicional antes de despegar.
“El problema es que, a día de hoy, no hay una orden al respecto ni una programación específica; es decir, que está en manos de los pilotos la decisión de cargar o no más combustible”, explica a Vozpópuli un experimentado piloto de aviación comercial.
“En algunas ocasiones, los aeropuertos cierran una pista durante 24 horas para llevar a cabo labores de mantenimiento y limpieza. En estas circunstancias, solemos contar con una regulación específica, que nos alerta de la circunstancia, para preverla y cargar combustible adicional. Pero a esta hora, lo único que sabemos es el cierre de la pista”, añade. La política de algunas aerolíneas no contempla la carga adicional de combustible prácticamente bajo ninguna circunstancia.
Sin análisis de riesgos
El colectivo de pilotos también ha manifestado su desencanto por no haber sido consultado sobre la estrategia a seguir por el cierre de la pista. El Colegio Oficial de Pilotos ha enviado una misiva a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) en la que muestra su descontento por que no se ha tenido en cuenta la opinión de los pilotos a la hora de realizar los cambios para adaptarse al nuevo escenario.
AESA y AENA consideran que la eliminación de una pista es un cambio menor, por lo que no han realizado un análisis de riesgos, pese a que se producirán despegues inéditos hasta ahora en Barajas. “La gestión de estos cambios se ha hecho de una manera deficiente en el fondo y en la forma”, apunta la carta del Colegio de Pilotos, que añade: “Tampoco tenemos conocimiento de si estos cambios, gestionados por Enaire, que es un proveedor de servicios, han sido debidamente supervisados por AESA, a quien como autoridad aeronáutica le corresponde ejercer esa función”.
“Los pilotos no hemos recibido instrucciones de las compañías sobre la nueva situación, simplemente unas recomendaciones respecto al combustible a cargar y a no prolongar las comunicaciones con la torre de control por temor a que se sobrecarguen en los cuellos de botella que se formarán”, explica otro comandante de aeronave.
Una pista hundida
Este situación es ya, de por sí, difícil y tendente a generar retrasos en los vuelos pero se complicará aún más por el hecho de que han tenido que ser los colectivos de controladores y pilotos los que, por su cuenta, hayan tenido encuentros para coordinarse ante tal circunstancia.
La necesidad de reforzar el asfaltado de la pista también es de lo más peculiar, toda vez que se produce por un progresivo hundimiento de la misma. “En su día no se calculó bien el peso de los aviones que tenían que circular por la pista porque ha sufrido un deterioro impropio de una instalación como ésta”. La obra le costará a AENA 14,1 millones de euros.