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Almaraz enterrará millones de dinero público en un minialmacén de basura nuclear por el retraso del ATC

La planta extremeña, controlada por Iberdrola, planea construir un silo independiente de residuos radiactivos ya que “todo apunta” a que Enresa no acabará a tiempo el almacén centralizado de Cuenca, previsto en principio para comienzos de 2018, por "cuestiones de carácter administrativo relacionadas con los terrenos" elegidos. Sus piscinas se saturarán entre 2021 y 2022.

  • Vista de la central nuclear de Almaraz (Cáceres) junto al río Tajo.

El retraso en la puesta en marcha del almacén temporal centralizado (ATC) de residuos nucleares que Enresa construirá en la localidad de Villar de Cañas (Cuenca), inicialmente previsto para principios de 2018, ha obligado a la central nuclear de Almaraz (Cáceres) a iniciar actuaciones preliminares para instalar un Almacén Temporal Individualizado (ATI) que custodie temporalmente la basura radiactiva que actualmente se acumula en sus piscinas, aseguran fuentes conocedoras del proceso.

Desde la central extremeña confirman que la dirección de la planta “está analizando esta cuestión” para “ir por delante de los tiempos” y a la vista de que “todo apunta a que el ATC no estará listo en los plazos previstos”.

Esas fuentes, que dicen que todavía no se ha iniciado oficialmente el trámite ante la administración competente, señalan que el futuro silo nuclear de Cuenca “no ha arrancado con la suficiente celeridad” como principal motivo para construir esa instalación temporal. El ATI permitiría a la planta cacereña evitar una parada en el futuro ante la saturación de las piscinas de almacenamiento de combustible que actualmente alojan sus residuos de alta actividad.

A cierre del año pasado, las piscinas de los dos reactores de Almaraz acumulaban 1.127,4 toneladas de uranio equivalente de combustible almacenado y se encontraban, respectivamente, al 80,63% y al 76,02% de su capacidad, lo que implicaría que el primer reactor se saturaría en 2021 y el segundo, en 2022.

Las fechas dan idea de la dimensión del retraso que teme el sector con respecto al silo nuclear conquense, derivado, apuntan desde Almaraz, de "cuestiones de carácter administrativo relacionadas con los terrenos" elegidos para ubicar el almacén y unos trámites que “deberían haber ido mucho más rápido”.

Desde el Gobierno de la Junta de Extremadura explican que, oficialmente, el Gobierno del popular José Antonio Monago no tiene "constancia" del proyecto de ATI, aunque otras fuentes aseguran que está “al corriente” de los planes de Almaraz, a un año de las elecciones autonómicas.

El principal accionista de la planta (53%) es Iberdrola, la empresa cuya filial de ingeniería fichó hace algo más de año y medio a Ignacio López del Hierro, marido de la secretaria general del PP y que participa en los mayores contratos adjudicados hasta ahora, bien de forma directa, bien a través de consorcios, para poner en marcha el ATC.

A María Dolores de Cospedal, a la sazón presidenta de Castilla-La Mancha, se le atribuye la decisión política de ubicar el ATC en Villar de Cañas, la peor candidata de entre las finalistas desde el punto de vista geológico. Una decisión tomada en tiempo récord (menos de diez días) tras dos décadas de retrasos sobre una infraestructura vital para garantizar la seguridad de los residuos, que no ha venido precedida de la misma celeridad para materializar el proyecto.

Los costes del ATC y del ATI de Almaraz se van a superponer y los pagarán mayoritariamente los usuarios

La solución del ATI, cuyo coste estimado es de más de 20 millones de euros, es, en principio, más barata que la del ATC, pero el problema es que sus costes se van a superponer. También es una alternativa más peligrosa porque implica tener desperdigados los residuos en lugar de centralizarlos en un único almacén temporal (por 60 años).

En el sector definen los ATI, la vía defendida también por algunos grupos ecologistas, como “la inversión soñada” para las eléctricas, porque no los pagan ellas, sino Enresa, a través del fondo que se financia mayoritariamente con cargo a la tarifa eléctrica que pagan los consumidores.

Con esta solución (una nave de hormigón a prueba de terremotos que aloja los contenedores de residuos, los componentes más costosos), las empresas gestionan con más facilidad y menos control administrativo (y además, pagando el Estado) el combustible gastado.

El último ATI que se puso en marcha es el de Ascó, que funciona desde hace un año y se empezó a construir en octubre de 2011, cuando todavía no estaba decidida la ubicación del ATC. Almaraz se sumaría así a la central de Trillo (que tiene un ATI desde 2002), la propia Ascó, Garoña (en situación de cese de actividad, y que actualmente ha iniciado los trámites para construir uno) y Zorita (desconectada en 2006). Pero la extremeña es la primera planta que se plantea poner en marcha una instalación así desde que se anunció la instalación del silo nuclear en Cuenca, a finales de 2011.

Sólo quedan por tener un ATI Cofrentes y Vandellós II, aunque Rodrigo Irurzun, coordinador del área de Energía de Ecologistas en Acción, da por hecho que “prácticamente todas las nucleares españolas van a tener que construir ATIs antes de que se termine el ATC, si es que se termina; son más de 1.000 millones para una inversión que a lo mejor no es necesaria”.

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