El vicepresidente primero de CEOE, Arturo Fernández, que ha declarado este viernes como imputado en el caso Bankia, ha dicho que los exconsejeros que, como él, aprobaron las cuentas reformuladas del grupo que arrojaban pérdidas millonarias, lo hicieron para quitarse "esto de encima de la forma más rápida posible". Fernández ha afirmado además al magistrado de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, en relación con los primeros balances que se aprobaron en marzo y que reflejaban unos beneficios de 309 millones de euros, que "si Deloitte dice que están bien las cuentas, no voy a leerlas", han informado fuentes jurídicas a Efe.
Por ello, y en la misma línea que los otros exconsejeros que ya han sido interrogados, el también presidente de la patronal madrileña (CEIM) ha insistido en que no se le informó de que el auditor, Deloitte, hubiera planteado discrepancias sobre las cuentas de 2011 cuando hubo que aprobarlas, en marzo de 2012. Dichas cuentas, aprobadas bajo la presidencia de Rodrigo Rato, reflejaron un beneficio de 309 millones de euros frente a las pérdidas de 2.979 millones de mayo, cuando también se anunció la necesidad de pedir una ayuda pública de 19.000 millones, ya con Juan Ignacio de Goirigolzarri al frente del grupo.
Según Fernández, que ha alegado que él era consejero de Bankia para defender los intereses de los empresarios madrileños, la reunión en la que se votaron las cuentas reformuladas fue muy escueta, "del tipo vamos a quitarnos esto de encima de la forma más rápida posible", han asegurado las fuentes consultadas. A preguntas de su abogado, ha justificado que creía tanto en el proyecto del grupo financiero que compró 30.000 euros en acciones y la misma cantidad para su mujer.
Alberto Ibáñez
Mientras, el que fuera presidente del Comité de Auditoría, Alberto Ibáñez, ha reconocido haber tenido contacto directo con los auditores y ha explicado que, un día antes de que se aprobaran las cuentas de marzo, Deloitte sólo mencionó algunos temas pendientes de discusión como los créditos fiscales. Ibáñez, que compró 20.000 euros en acciones en la salida a bolsa, ha incidido en que la firma no hizo ninguna advertencia ni puso énfasis en esos temas pendientes, aunque ha justificado el hecho de que no hubiera presentado su informe en el Consejo en el que se votó las cuentas de marzo por la complejidad de la integración de las siete cajas que componen la entidad. No obstante, ha criticado la pasividad de la auditora, que fue retrasando su informe hasta que el Banco de España no aprobó el plan de recapitalización de la entidad.
Por su parte, el exsecretario de Estado de Comercio y adjunto a la presidencia de Bankia José Manuel Fernández Norniella también ha arremetido contra la auditora, a la que ha achacado que ocultara sus discrepancias con los balances del grupo. El que fuera 'mano derecha' de Rodrigo Rato en Bankia también se ha referido al informe en el que el FMI había señalado, sin citarla expresamente, que el banco era "vulnerable" y consideraba "crítico" que para preservar la estabilidad financiera de España los bancos con escasa capitalización, "sobre todo el mayor de ellos, adopten medidas prontas y decisivas para reforzar sus balances y mejorar su gobernanza". Unas medidas que, ha dicho, no le supuso ninguna preocupación porque creía que ya estaban contenidas en el plan presentado al Banco de España y entendía que debían implementarse lo más rápido posible.
Por último, la cuarta imputada que ha declarado este viernes, Carmen Cavero, que fue miembro del Comité de Auditoría, ha coincidido con el anterior en que las cuentas reformuladas de mayo se conocieron el mismo día de su aprobación.