La cerveza en España ha dejado de ser un producto 'de batalla', con el que combatir la sed o el calor veraniego, para poco a poco convertirse en una bebida exclusiva, elevada a la categoría de producto gourmet. Los responsables del cambio son los maestros cerveceros, que desde hace unos años han minado la geografía española de fábricas y brewpubs donde degustar cervezas artesanales elaboradas con los productos locales de cada zona. Un negocio, nacido al calor de la crisis, que ha encontrado un nicho de mercado con capacidad para reactivar la economía local.
Vgnoster (Álava), Far West (Almería), Casasola (Valladolid), Tyris (Valencia), Domus Aurea (Toledo)…etc. Es difícil encontrar una capital de provincia que hoy en día no produzca al menos una variedad de cerveza local. Agua, malta de cebada, lúpulo y levadura son los ingredientes básicos para producir unas cervezas con más cuerpo, con notas de sabor más duraderas y mayor graduación alcohólicas que las industriales de grandes marcas.
Motor de la agricultura y el turismo local
El negocio de la cerveza artesana se está convirtiendo en un sector generador de empleo pese al entorno de crisis, así como en un renovado impulso para la agricultura y para la hostelería.
Juan Martín, maestro cervecero de Mammooth (Granada) confirma el boom que se está viviendo, muy alejado de la caída del consumo de los grandes fabricantes. "Comenzamos a fabricar nuestra cerveza en 2009, haciendo apenas 20 litros. Ahora producimos 800 litros a la semana y vamos a trasladarnos a una fábrica mayor donde, aparte de venta directa, podremos organizar visitas guiadas y tener nuestro propio brewpub".
Este fenómeno, muy consolidado en otros países, ha sido protagonista esta semana gracias al gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo. En un comunicado oficial, alababa la labor de estos negocios y promovía su consumo. "La industria de la cerveza artesanal de Nueva York está floreciendo y produce algunas de las mejores cervezas que se pueden encontrar en Estados Unidos e incluso en el mundo. Estas fábricas ganan peso dentro del tejido industrial de nuestra agricultura y turismo; si les va bien, también le irá bien a nuestra economía", explica.
"Hasta hace 20 años, en España se bebía la misma cerveza, sólo que con pequeñas variantes. Los ingredientes eran iguales para cualquier marca"
"La innovación y la atención a la calidad de los ingredientes locales ha dado como resultado sabores complejos, capaces de competir con vinos de alta calidad", defiende el gobernador Andrew Cuomo.
La cerveza, como hace 500 años
El maestro cervecero de La Cibeles, una de las cervezas artesanales más conocidas en Madrid, coincide con esta comparación. "Está ocurriendo lo mismo que con el vino. España pasó de tener pocas bodegas que producían básicamente clarete, a producir vinos realmente buenos, de fama internacional", explica David Castro. "En el mercado de la cerveza en España sólo ha habido dos innovaciones grandes en los últimos veinte años: la cerveza sin alcohol y la Shandy con limón. En el extranjero la oferta era muy superior y eso es lo que tratamos de importar".
Para Castro, la clave está en el empleo de ingredientes locales, que permiten que cada cerveza tenga un sabor único. "Igual que los naranjos son distintos en cada región, las cebadas, el agua, imprimen un sabor especial". Hasta ahora, en España sólo se utilizaba una variedad de lúpulo, frente a las 30 variedades de Alemania o las 40 de Estados Unidos. "Hasta hace 20 años, hemos estado bebiendo la misma cerveza, con pequeñas variantes", asegura Castro, que marca distancias con los grandes fabricantes. "Todos nos llamamos cerveceros, pero somos muy distintos. Nosotros hacemos la cerveza como se hacía hace 500 años".
"Tenemos poco apoyo institucional, todo son trabas. Nos imponen las mismas condiciones que a Heineken"
Un producto gourmet difícil de encontrar
Precisamente es el singular proceso de fabricación así como la calidad y el origen de las materias primas los que encarecen este tipo de cervezas frente a las industriales. "Los costes de producción son más altos y se trasladan al producto. Los márgenes para la distribución son exiguos, por eso optamos por vender directamente a los bares y establecimientos", admite David Castro. Y es que, la distribución es el principal handicap de estas cervezas, que no pueden competir con las condiciones que ofrecen las grandes fábricas a los hosteleros.
"Mientras la ley no cambie y se siga permitiendo que una gran cervecera ofrezca un rápel por consumo adelantado de hasta 100.000 euros, este producto seguirá siendo difícil de encontrar", opina el cervecero de La Cibeles. Juan Martín, por su parte, echa en falta alguna iniciativa similar a la del gobernador de Nueva York que dé un espaldarazo a este tipo de microcervecerías. "Tenemos muy poco apoyo institucional, prácticamente todo son trabas. Se nos imponen los mismos impuestos y condiciones que a Heineken", se queja el maestro cervecero de Mammooth.