Omega Capital ha lanzado un nuevo hedge fund, un hecho llamativo, ya que la industria de inversión libre parecía agonizar en España. Han sido muchos los proyectos de relumbrón que han desaparecido y uno de ellos es el de Vega Fund que aunque de manera efectiva ya no operaba para clientes, ayer echó el cierre oficial, liquidando la sociedad de valores mediante la que operaba.
Omega Capital es el vehículo de inversión nacido inicialmente con el patrimonio de Alicia Koplowitz y su familia. La entidad se abrió poco a poco al público en los últimos años, después de mucho tiempo sin permitir la entrada de inversores en sus fondos y sicavs.
Sin acción comercial directa, se ha convertido en el referente en el segmento de inversiones alternativas. Ayer registró el fondo Adler FIL, con lo que completa una gama de cuatro instrumentos de esta naturaleza: Penta Inversión, Laredo, Adler y Alphaville, ordenados de menor a mayor volatilidad permitida en la cartera.
Adler estaría, por tanto, en un grado intermedio de riesgo. Según comentan en la entidad, pese a la crisis de la inversión colectiva “reflejada en una caída patrimonial superior al 50% desde los máximos, cuando había 270.000 millones de euros bajo gestión”, en los últimos tiempos el mercado ha reclamado “un producto en el que hubiera gestión activa del riesgo y protección del capital” y por eso ve la luz este nuevo instrumento.
Estos vehículos, “que no son expresamente de retorno absoluto”, están siendo demandados por inversores institucionales “pero también por particulares cualificados”, una vez ha tenido lugar una purga casi total de este segmento. Tal como reconocen en Omega, “la práctica totalidad de Fondos de Inversión Libre (FIL) ha desaparecido desde su lanzamiento a partir de 2008”.
La gestora posee algo más de 600 millones de euros bajo gestión en su división alternativa, que recoge los citados cuatro fondos junto a otros dos fondos de fondos registrados en Irlanda. Asimismo, tienen dos mandatos de subgestión de BBVA. De ese dinero, “una parte es del patrimonio estable y otra de clientes institucionales”. Aunque no facilitan una proporción exacta, “no estaría demasiado desviado un 50%/50%”.
El fin de Vega
Mientras tanto, ayer se registraba la liquidación de Vega Fund Sociedad de Valores, último vestigio registral del súper hedge fund lanzado en su día por Emilio Botín jr, Rahvinder Mehra, y Jesús Saa.
Estos últimos eran gestores de Santander, del departamente de tesorería y comenzaron su operativa independiente hace algo más de 15 años, con oficinas en Nueva York y Madrid. Sus fondos macro sortearon con éxito la crisis tecnológica, los que les valió para captar muchos miles de millones de dólares en esos momentos de declive puntocom.
Vega llegó a aparecer en los primeros puestos de los selectos rankings de hedge funds, con un patrimonio atribuido de hasta 12.000 millones de dólares. Fue calificada como “el mayor hedge del mundo”.
Pero algunas decisiones erróneas en el cálculo de tipos de interés, así como posiciones demasiado agresivas en derivados provocaron una fuerte oleada de rembolsos. Era la mitad de la pasada década. El globo se desinflaba y entonces intentaron inflarlo de nuevo a través de una alianza con BBVA, Proxima Alfa, donde estaba al frente de toda la división de mercados José Barreiro, viejo conocido de Saa y Mehra, con los que coincidió en Santander antaño.
Eran momentos en los que todo el mundo apostó muy fuerte por la industria de gestión alternativa, especialmente los dos grandes bancos españoles. La CNMV titubeó mucho en aprobar estos instrumentos y fue célebre el episodio de la cena entre el entonces vicepresidente, Carlos Arenillas y el propio Mehra, en el restaurante Zalacaín, con una factura que superó ampliamente los 1.000 euros. En dicho ágape, Mehra presionó a Arenillas para que le concediera con rapidez la licencia de gestora española de fondos alternativos, cosa que logró.
Pero ya no hubo más. Tanto BBVA como Santander deshicieron sus divisiones de inversión libre con el menor ruido posible ante el desplome de los mercados y Vega quedó sólo con el dinero de los promotores. Emilio Botín jr había abandonado el barco mucho antes de que comenzaran los rembolsos fuertes. De hecho, no falta quien dice que el verdadero artífice de las entradas fuertes de patrimonio que ya no volvieron fue el empleo del apellido Botín como reclamo.
Vega quedó como un pequeño family office, que ha dejado de tener registro CNMV, evitando así tener que afrontar el Fondo de Garantía de Inversiones y el proceso de reporte al regulador.
Esta gestora es un coloso caído. Mehra gestiona su patrimonio y al parecer no lo está haciendo mal. De vez en cuando aparece alguna información que deja caer que estudia alguna operación corporativa, pero las cosas no volverán a ser como antes.
Mientras tanto, Omega permanece estable, apostando por unos productos que parecía que habían pasado a mejor vida. Es cierto que el patrimonio de la familia Koplowitz ofrece una gran estabilidad, pero la historia demuestra que los procesos de éxito fulgurante suelen acabar en grandes caídas, mientras que la discreción ofrece buenos réditos a largo plazo.