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Inditex vacía su filial irlandesa con la que facturaba el comercio electrónico mundial

Saca 4 millones de euros con dirección a otra sociedad en Países Bajos. La compañía se niega a aclarar si su filial española se verá beneficiada de esta pérdida de importancia de la irlandesa

  • Pablo Isla, en la presentación de resultados 2016

Inditex está en el proceso de desmontar su filial ITX Fashion, radicada en Dublín, con la que la compañía facturaba los beneficios generados por el e-commerce en países fuera de la Unión Europea como Estados Unidos, México, China o Japón. La compañía gallega ha aprobado la salida de 4 millones de euros de su filial en la isla esmeralda, unos activos que irán a parar a otra división radicada en Países Bajos.

Esta extracción de cash de ITX Fashion se realizará mediante una modificación de su capital y sus reservas según un documento oficial al que ha tenido acceso ‘The Irish Times’. La decisión la tomó el consejo de administración el pasado mes en España. La salida deja el balance de ITX Fashion con activos de 101 millones de euros cuando el año pasado tenía activos de 288 millones. Los pasivos se quedan en cero a 31 de enero. 

Inditex ha reconocido que las actividades de su compañía irlandesa “han sido adoptadas” por otras sociedades. Sin embargo, se ha negado a aclarar, a preguntas de 'Vozpópuli', cuáles serán las divisiones que adquieran el negocio que ahora está radicado en Irlanda. Podría ser una de sus filiales neerlandesas, ya que allí se han movido los activos, y que también está situada en una legislación con fiscalidad ventajosa.

Ya salió de Irlanda

La multinacional propiedad de Amancio Ortega movió en 2012 la facturación de parte de sus actividades de comercio electrónico a España para que facturaran a través de Fashion Retail, con sede en Arteixo (Coruña). Lo hizo después de que informaciones periodísticas revelaran su estructura fiscal y que esto le supusiera un aluvión de críticas por su falta de solidaridad fiscal en un momento en el que las cuentas públicas del país obligaban al Gobierno a subir impuestos a los ciudadanos. Desde entonces, el e-commerce de la Unión Europea, un negocio de cientos de millones que no para de crecer, se factura desde la filial española y sus beneficios son gravados con el impuesto de sociedades estatal.

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