El fundador del gigante sueco del mueble Ikea, Feodor Ingvar Kamprad, ha muerto a los 91 años tras una vida dedicada a su exitosa empresa, que convirtió de la nada en mito, y a la que transmitió su obsesión por el diseño y las eficiencias.
La compañía informó hoy de que Kamprad falleció ayer en su casa en Småland (sur de Suecia), de forma tranquila y rodeado de sus familiares y amigos tras una "corta enfermedad".
Kamprad, una de las 500 personas más ricas del mundo según la revista Forbes y públicamente comprometido con la mejora de la vida de la clase media, no fue tampoco ajeno a las críticas por sus estrategias para pagar menos impuestos y la opacidad de su conglomerado empresarial.
Según Forbes, Kamprad (y su familia) era la tercera persona más rica de Europa, con un patrimonio de 39.554 millones de euros en 2017, tan sólo por detrás del fundador de Inditex, el español Amancio Ortega, y el millonario francés Bernard Arnault, propietario del conglomerado de moda de lujo LVMH.
"Ingvar Kamprad fue un gran empresario del tipo típico en el sur de Suecia: trabajador, tozudo, muy efusivo y con un guiño travieso en sus ojos", indicó la compañía en un comunicado.
El artífice de un gigante
Con su empeño levantó de la nada la mayor cadena de muebles del mundo, una red que en la actualidad cuenta con 412 tiendas y 149.000 empleados en un total de 49 países y regiones.
Este titán se precia de consumir el 1 % de toda la madera que se comercializa cada año en el mundo y de ser, con su catálogo, el autor de la publicación que más copias tira, desde hace algún tiempo más que la Biblia, con más de 200 millones de unidades al año.
"Su legado será admirado por muchos años y su idea de crear un día a día mejor para la gran mayoría seguirá guiándonos e inspirándonos", afirmó Jesper Brodin, director ejecutivo y presidente del grupo Ikea.
Incidiendo en su interés por mejorar la calidad de vida de la clase media, el primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven, también recordó la figura del fundador de Ikea en un comunicado difundido a través de la agencia de noticias sueca TT.
Empeñado en ahorrar
"Kamprad fue un empresario único que significó mucho para la economía sueca y que hizo la decoración de interiores accesible para la mayoría, no sólo para unos pocos", recalcó Löfven.
Pese a ser una figura poco mediática, Kamprad es conocido en Suecia por su modo de vida espartano, ya que compra en tiendas de segunda mano, colecciona cupones de ahorro en el supermercado, vuela en clase Turista y conduce un viejo Volvo.
"Creo que no tengo nada que no haya comprado en un mercadillo", aseguró en una entrevista con el canal sueco TV4 el fundador de Ikea, en una de sus últimas apariciones televisivas.
Sin embargo, esa búsqueda constante del ahorro, que ha trasladado a su negocio, le ha procurado también críticas en su país natal, de donde Kamprad emigró a Suiza en 1973 (y hasta 2014) para evitar las elevadas cargas fiscales propias de los países nórdicos.
De forma similar, su cadena de muebles y decoración ha sido objeto de críticas de activistas e inversores por está controlada a través de fundaciones con sede en países con regímenes fiscales mucho más bajos que el sueco, como Holanda, Luxemburgo y Liechtenstein.
Ikea también recibió quejas oficiales tras reconocer en 2012 que había empleado, conscientemente, a presos políticos de República Democrática Alemana (RDA) entre 1982 y 1987.
Habilidad innata para los negocios
Kamprad, nacido en 1926 en una familia de granjeros con antecedentes alemanes, mostró desde pequeño una habilidad innata para los negocios -a los cinco años vendía cerillas- y en 1943, con apenas 17 años, abrió en su localidad natal, Älmhult, la primera tienda de Ikea, el embrión de lo que sería su imperio.
El primer gran establecimiento de la cadena no se inauguraría hasta 22 años más tarde, en Estocolmo, dando el pistoletazo de salida a una carrera expansiva con pocos precedentes.
En su último ejercicio fiscal, del 1 de septiembre de 2016 al 31 de agosto de 2017, el grupo Ikea facturó 36.300 millones de euros y obtuvo un beneficio neto de 2.500 millones de euros, lo que supuso un 40 % menos en términos interanuales.
Tras una vida dedicada a su empresa, Kamprad renunció en 2013 a su puesto en la dirección de Ikea, quedando tan sólo con el cargo de asesor.