Hace unos años la piratería se circunscribía a la copia de CDs de programas originales. Con la paulatina desaparición de este tipo de soportes y la llegada de los discos duros, esta práctica se centró más en el uso de claves ilegales que permitían registrar productos y utilizarlos.
La tecnología, pero sobre todo los soportes, han ido cambiando paulatinamente cada 10 ó 20 años. Disquetes, CDs, DVDs, discos duros... Ahora ha llegado la hora de la nube.
Para las empresas de software es una forma interesante de distribuir sus productos. Supone un gran ahorro en la parte de almacenamiento físico y transporte, aunque a cambio hay que guardar los programas en servidores a los que se conecta el usuario.
Hay un mercado paralelo entre distribuidores y clientes. Los primeros pueden vender más productos a espaldas de las grandes corporaciones sin pagarles la comisión y los segundos comprar software a mucho mejor precio -desconocen en muchos casos que sea ilegal o pirata-
Es en esta parte de la cadena donde desde la BSA (Business Software Alliance), la asociación que defiende los intereses de empresas de software como Microsoft, Adobe, Autodesk o Siemens, está detectando un incremento en las copias ilegales.
"Estamos detectando un incremento en el pirateo entre los intermediarios, entre los distribuidores que trabajan para las grandes compañías de software. Se trata de pequeñas empresas que venden sus productos para que el alcance sea mayor, para llegar a más posibles clientes y poseer mayor capilaridad. A cambio de cada venta, se llevan un porcentaje de la operación", explica Carlos Pérez, socio del bufete Écija Abogados, despacho y representante de los intereses de la BSA en España. Pero, ¿cómo se piratea la nube?
El canal de distribución
Básicamente un programa en la nube se puede piratear de dos maneras diferentes. La primera corre a cargo de clientes directos, como usted o yo, que conectan a más usuarios de los autorizados por la licencia. Este es el motivo de que prácticamente todos los contratos de software de este tipo incluyan cláusulas de consultoría.
Estas cláusulas permiten a personal de las compañías de software analizar en cualquier momento el uso que está haciendo del software vendido. Pero son temas de difícil seguimiento porque a veces, como hemos comentado, son comercializados por terceros (distribuidores), y el problema se complica aún más. Esa es la segunda derivada del pirateo del software en la nube.
"El hecho de que haya distribuidores de contenido dificulta mucho la detección de la piratería de programas en la nube. Muchas veces estos distribuidores venden productos y no los liquidan; reportan menos usuarios de los que están conectados para pagar menos. Los fabricantes de software, como por ejemplo Microsoft o Adobe, confían en estas empresas pero a veces saben que se falsean los datos de liquidación en los informes de ventas", explica Carlos.
A veces los distribuidores habilitan servidores fantasmas en los que alojan más licencias de las que dicen haber vendido cuando tienen que rendirle cuentas al desarrollador de software. Es muy complicado de detectar
Esto genera un mercado paralelo entre los distribuidores y los clientes. Los primeros pueden vender más productos a espaldas de las grandes corporaciones sin pagarles la comisión y los segundos comprar software a mucho mejor precio -desconocen en muchos casos que sea ilegal o pirata-.
La tecnología que hay detrás de la distribución en la nube complica mucho el control de este tipo de hechos. "A veces los distribuidores habilitan servidores fantasmas en los que alojan más licencias de las que dicen haber vendido. Es muy complicado detectar estas prácticas porque las empresas del canal son quienes poseen generalmente los servidores que alojan los programas", concluye Pérez.