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La banca mediana, en manos del BCE y Merkel: sólo tiene liquidez hasta después del verano

El consumo de recursos en la facilidad del depósito del BCE, el mal tono de la deuda y los recortes de rating hacen inevitable una ayuda externa. Los mercados lo saben ya. 

Los recursos obtenidos del Banco Central Europeo (BCE) que inyectó masivamente dinero a la banca a través del LTRO (Long Term Refinancing Operation) se están consumiendo mucho más rápidamente de lo previsto, debido entre otras cosas a las pérdidas que sufre el mercado de deuda. En Vozpópuli ya alertamos que sólo un mes después de conocerse el importe colocado en la facilidad de depósito del BCE por parte de la banca española se estaba consumiendo a un gran ritmo. Pero ya se escuchan voces en mercado que alertan que o hay una nueva inyección extraordinaria, o algún tipo de apoyo extero, o la banca mediana se quedará sin liquidez después del verano.

De momento, la sucesión de noticias contradictorias es demoledora para los mercados. Ayer lo demostraron de nuevo, negociando detrás de un desesperante y variopinto newsflow, (Monti hacía subir a los índices al asegurar que habría eurobonos pero Artur Mas daba la vuelta al Ibex al  pedir nuevos instrumentos de pago, pese a la línea ICO que hará efectivos sus primeros desembolsos en días),  lo que provocó que el Ibex cambiara de signo en numerosas ocasiones. Finalmente, cerró un 0,13% al alza.

En deuda la cosa empezó bien, con el bono que llegó a colocarse en el 6,00%, pero acabó torciéndose. Al cierre semanal, quedó en el 6,32%, siendo el peor bono de la eurozona y mostrando una descorrelación importante con el activo de referencia italiano, algo que señala directamente a España como epicentro de los actuales movimientos sísmicos en la crisis del viejo continente.

Todo eso, en un día en el que Standard & Poor´s bajó a bono basura a Bankia, Popular, Bankinter o Banca Cívica, por lo que el temor sobre el futuro de las entidades financieras roza el paroxismo.

En abril, primer mes completo desde que se conocieron los 88.000 millones de euros del LTRO colocados en el BCE por parte de los bancos españoles, se han consumido 35.000 millones de euros, a pesar de que las entidades españolas afirmaron en su momento que habían cubierto sus necesidades de financiación por dos años.

Esos 53.000 millones dejan munición para otros dos o tres meses como mucho si no hay otras soluciones extraordinarias. Dejando de lado agosto, mes estival en el que decae la actividad, parece claro que las entidades bancarias habrán consumido los depósitos del BCE en septiembre-octubre.

Pérdidas en deuda

Así lo confirmaba ayer, por ejemplo, la publicación International Financing Review, que citaba expertos españoles, corroborando que “o hay inyección del BCE o la banca mediana no llega a otoño”. Por su lado, Standard & Poor´s dejaba a las claras que “a corto plazo” el Gobierno deberá ofrecer algún tipo de ayuda a las entidades a las que recortó su calificación, ante potenciales caídas en sus ratios de capitalización.

Estas caídas deben sober todo al mal tono de la deuda en los meses anteriores. Las inversiones en bonos a largo plazo han generado fuertes minusvalías a los bancos; no en vano, cuando finalizó el LTRO la rentabilidad de referencia se puso por debajo del 5% y en estos dos meses se ha disparado claramente por encima del 6%. Y todos han buscado ganancias en este tramo de la curva, ante los atractivos tipos de interés. 

Los operadores dan por descontado que habrá ‘algo’ y además pronto. El bono español está muy débil, aunque su rentabilidad no está en cotas del 8%-9%, que deberían ser las que descontaran colapso financiero. Nadie quiere tomar posiciones muy agresivas y que de repente una medida como el LTRO anunciado en noviembre deje a los especuladores fuera de juego. Hay debilidad de mercado, pero no desplome masivo. 

Angela Merkel y Mario Draghi deben implementar necesariamente alguna solución, a pesar de que insisten una y otra vez en que ni aprueban los eurobonos ni nuevas inyecciones de liquidez. Pero todo está en sus manos ya y así lo identifican los mercados, que ya no descuentan nada que no sea un salvamento desde las altas esferas europeas. 

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