Que si se va a celebrar en Barcelona. Que si no. Que si Ada Colau no quiere oír hablar del Mobile World Congress, que si el abuelo fuma.
No hay nada peor que un necio obstinado y con tiempo. Y en este caso se conjugan todas las derivadas. La GSMA decidía hace unos días garantizar que el congreso, que tiene firmada como sede la ciudad de Barcelona hasta 2023, se celebraría en la ciudad condal, sí o sí, al menos hasta el año que viene.
¿Qué quién es la GSMA? Pues es la asociación que aglutina a operadores y tecnológicas de todo el planeta. Lo que la FIFA al fútbol, vamos. ¿Se imaginan a Madrid o Valencia rechazando la sede de un mundial? Yo tampoco.
La entrada básica cuesta unos 700 euros, lo que garantiza que, quienes van, son profesionales. Y que ahí dentro se va a hacer negocios
Sin embargo, algo así es lo que plantea Ada Colau. No es clara, pero parece que no le hace gracia que durante una semana Barcelona sea el epicentro del mundo. Y que los hoteles se llenen. Y que el dinero bese sus calles. Y que se hagan negocios. Todos los fantasmas del capitalismo ahí, en Barcelona. Qué perversión. Quiere, ha dicho, replantear el modelo de feria.
Otros -son legión- sueñan con que un día su ciudad celebre un mundial de fútbol, unos Juegos Olímpicos o un congreso de móviles. Dios da pañuelos a quien no tiene mocos. Pero no. A ella diríase que le escuece.
A Colau se le escapa una derivada. Quien tiene realmente el mango por la sartén es la GSMA. Y quien tiene que perder es Barcelona. La hinchazón de gónadas del organismo es un secreto a voces. Quiere la feria en Barcelona, pero sin sobresaltos -más con la que está cayendo con el 'procés'-, centrada en lo que tiene que estar: el futuro de la telefonía móvil.
La feria se celebrará donde diga la GSMA. Barcelona tiene mucho que perder si se celebra en otro lugar
Que si Telefónica se va. Que si Samsung se queda. Que si Vodafone se lo piensa. Que si Huawei no sé qué. Especulaciones. Los operadores y fabricantes irán donde mande el GSMA, que es quien tiene el poder de aglutinar a todos los actores. La ciudad es importante, pero solo un escenario.
Hay codazos para entrar en el Mobile World Congress. Hablamos de una de las ferias más profesionales del mundo. En todos los sentidos. Tanto por su organización como por la naturaleza de sus asistentes. El precio del metro cuadrado es más propio de La Moraleja que el de un espacio de moquetas y conglomerado. La entrada básica cuesta unos 700 euros, lo que garantiza que, quienes van, son profesionales. Y que ahí dentro se va a hacer negocios.
Nadie se va a bajar de la feria. Como mucho, se moverá de lugar si se sigue echando gasolina al fuego. Y será donde diga la GSMA. Y punto. Cuando las gomas se estiran demasiado regresan con mucha fuerza. Ojo.