A comienzos de 2014, la finalización de las obras de ampliación del Canal de Panamá, uno de los proyectos de ingeniería y construcción más atractivos de las últimas décadas, parecía una quimera debido a los problemas financieros por los atravesaba el consorcio contratista, Grupo Unidos por el Canal (GUPC), que lidera Sacyr. Nadie se aventuraba, por entonces, a decir que la compañía española sería capaz de entregar el proyecto concluido. Este miércoles, Jorge Quijano, principal responsable de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y uno de los más beligerantes con el consorcio, fue el encargado de decir que GUPC tendrá listo el tercer juego de esclusas de la vía interoceánica para los últimos días del mes de mayo. Tras verlo prácticamente perdido, Sacyr alcanzó la meta aunque, en realidad, se trata de una llegada virtual. La verdadera será cuando los tribunales terminen de tomar decisiones sobre las reclamaciones del contratista al cliente, que determinará algo tan importante como si el proyecto fue rentable para la compañía. Y también, si llegó a la meta a tiempo o fuera de control.
La cuestión económica será clave para saber si las empresas del consorcio han conseguido ganar dinero con el proyecto
Porque la idea de Quijano es que el consorcio alcanzó el objetivo con casi dos años de retraso, ya que la fecha inicialmente prevista era octubre de 2014, para coincidir con el centenario de la inauguración del Canal original. Pero las instancias elegidas para dirimir los conflictos entre la ACP y GUPC podrían ratificar al alto funcionario panameño… o todo lo contrario. Una de las paradojas de este singular proyecto es que no será hasta dentro de al menos tres años cuando se sepa si la obra se acabó a tiempo. Ni tampoco si fue rentable para el constructor; o cara o barata para el cliente.
La diferencia temporal radica en el plazo que tendrán que agotar los tribunales para resolver las reclamaciones presentadas por GUPC, que no sólo se miden en los más de 3.4000 millones de dólares que en total solicita el consorcio en concepto de sobrecostes sino también en los más de dos años adicionales que estima deberían concedérsele por haberse encontrado con circunstancias no previstas en el contrato.
La cuestión económica será clave para saber si las empresas del consorcio han conseguido ganar dinero con el proyecto. La cantidad reclamada es superior a la cuantía original del contrato. Pero los socios de GUPC han tenido que socorrer financieramente al consorcio en determinadas ocasiones.
La crisis de liquidez
A finales de 2013, GUPC advirtió a la ACP que la crisis de liquidez que padecía le impediría seguir adelante con los trabajos, cuando aún restaba en torno al 30% de la obra por finalizar. Los problemas financieros fueron achacados a una serie de reclamaciones económicas al cliente que, por entonces, sumaban algo más de 1.000 millones de dólares.
Bechtel fue uno de los consorcios que pujaron por la construcción del tercer juego de esclusas del Canal
La situación derivó en una crisis que se extendió por el plazo de dos meses, en los que, mientras se negociaban soluciones para solventar la cuestión, el contrato de GUPC estuvo en el aire. De hecho, la ACP amenazó en reiteradas ocasiones con la rescisión del contrato y llegó a barajar la opción de elegir un nuevo contratista.
En medio de esta crisis, una visita del embajador de EEUU a las instalaciones del Canal dispararon los rumores sobre la posibilidad de que el gigante norteamericano Bechtel tomara las riendas del contrato. Bechtel fue uno de los consorcios que pujaron por la construcción del tercer juego de esclusas del Canal y asumió su derrota sin resignación alguna. Públicamente, expresó sus dudas sobre la viabilidad del proyecto presentado por GUPC, sensiblemente menos costoso que el suyo.
Recuperar la inyección financiera
Finalmente, la crisis se resolvió con una solución consistente en emplear las cauciones del contrato como aval para obtener el crédito necesario para continuar adelante con las obras. Pero esta medida conllevó una inyección económica al consorcio por parte de sus componentes, así como del propio cliente.
Cuando todos estos procesos hayan finalizado, GUPC podrá echar cuentas y saber si fue rentable ampliar el Canal
De su recuperación dependerá el resultado de las reclamaciones. Ninguna de ellas tiene aún un veredicto firme, ya que están repartidas entre las diferentes instancias contempladas en el contrato. Las más avanzadas se encuentran en el Tribunal de Arbitraje Internacional de Miami, por una cuantía de algo más de 700 millones de euros. De ellos, GUPC ha recibido unos 230 millones en virtud de una decisión anterior de la Junta de Resolución de Conflictos (DAB, por sus siglas en inglés), instancia intermedia que aún tiene que emitir su veredicto sobre otras reclamaciones. Y un número considerable de ellas no han pasado todavía el filtro de la ACP.
Cuando todos estos procesos hayan finalizado, GUPC podrá echar cuentas y saber si fue rentable ampliar el Canal. Las estimaciones apuntan a que no será antes de tres años. Será también el plazo para saber si realmente el consorcio entregó a tiempo la obra o no. En teoría, el retraso ha sido de casi dos años, lo que supondría una multa de 50 millones de dólares para el consorcio.
Sin embargo, las sucesivas reclamaciones de GUPC no sólo solicitaban reparaciones de tipo económico sino también desde el punto de vista de los plazos para terminar los trabajos. En función de las diferentes resoluciones de las instancias podría incluso determinarse que GUPC entregó la obra a tiempo e incluso con antelación, por lo que la citada sanción se convertiría en recompensa.
La historia inconclusa
Al menos, y tras infinidad de problemas, Sacyr ha salvado la papeleta que hubiera supuesto no ser capaz de acabar la ampliación. El tanto se lo puede apuntar, aunque sus enemigos, locales y foráneos, se encargarán de recordar las semanas en las que el proyecto vivió peligrosamente.
La historia ha llegado al final pero sólo en su primera parte. Mientras los gigantescos buques post-Panamax ya atraviesen la vía en menos de medio día para ahorrarse hasta un mes de viaje, se escribirá la segunda, en la que, a diferencia de la anterior, puede que no todas la partes salgan ganando.