El panorama económico que se viene viviendo desde hace años en España ha provocado que las expectativas de futuro para muchas cajas de ahorro modestas fueran algo complicadas. El deber de adaptarse a la normativa vigente provocaba que aquellas entidades de menor tamaño necesitaran nuevas opciones de supervivencia. La Caixa Rural de Sant Fortunat de Castelldans, la más pequeña, hacía tiempo que estudiaba el modo de mantenerse en el tiempo. Finalmente, la semana pasada se hacía público el acuerdo de fusión al que había llegado con las cajas rurales de Burgos, Segovia y Fuentepelayo, ésta última también segoviana.
Desde que se conociera la noticia, el presidente de la caja de Castelldans, Pere Bordell, no ha parado de atender a los diferentes medios que se han interesado por esta curiosa historia. La entidad, que nació como una cooperativa de aceite, ha afrontado la fusión con mayor solvencia que algunas coetáneas 'de renombre', con un 18% de core capital. "La única forma de intentar aumentar nuestro volumen era buscar una alianza con otras entidades. Pensamos en Fuentepelayo más que nada por amistad con el consejo rector y los directores. Ésta a su vez estaba en proceso de fusión también con la caja de Burgos y la de Segovia, de manera que se nos planteó entrar en la negociación. De este modo nosotros podíamos crecer en volumen y ellos se abrían al mercado catalán", explica Bordell, que ha pasado de preocuparse por su agricultura a hacer de 'jefe de prensa' de la caja.
La fusión ya ha sido aprobada por las cuatro asambleas respectivas, después de que en septiembre las tres cajas cajas castellanas hubiesen acordado integrar todos sus activos en una nueva cooperativa de crédito. La integración de la catalana no ha cambiado el plan de viaje, ya que cada una conservará su nombre en su zona geográfica. Sin embargo, en el registro sí que aparecerá el oficial del conglomerado, Caja Rural de Burgos, Segovia, Fuentepelayo y Castelldans, enumeración que respeta además el orden de las cuatro por su magnitud. De todas formas, la entidad catalana seguirá llamándose Castelldans aunque se reserva la opción de modificar su nombre si creciera su importancia o su ámbito geográfico. "Sant Fortunat es el nombre que se le dio a la sección de crédito de la cooperativa de aceite cuando se fundó hace casi medio siglo, pero luego se independizó y se denomina Castelldans, que es el pueblo donde se ubica", explica el presidente.
Pocos cambios en la gestión
Tras la aprobación de la fusión por las cuatro asambleas -la última, la burgalesa el pasado miércoles- el nuevo grupo queda presidido por Pedro García, presidente también de la Caja Rural de Burgos, la de mayor capacidad. El domicilio social de la nueva caja rural se ha fijado en Segovia, mientras que la sede operativa estará en Burgos.
Hasta ahora la caja catalana funcionaba en un sistema mixto, siendo a la vez banco y cooperativa de crédito. Como banco contaba con una única sucursal donde trabajaban cinco empleados y tienen unos 1.300 clientes. Como cooperativa de crédito su sistema difiere de las otras cajas por su ubicación. Como explica su presidente, el planteamiento es muy diferente del de la gran banca porque están en un pueblo, en la comarca de Les Garrigues, y allí la gente se conoce, se sabe lo que se tiene y lo que no, y las necesidades y posibilidades de cada uno, algo que hace muy diferente la relación entre cliente y trabajador bancario.
Por su parte, el presidente de la Caja Rural de Castelldans está previsto que deje su cargo y pase a presidir la Fundació Sant Fortunat, creada con el objetivo de dar respuesta a las necesidades sociales de las personas. "Todo lo que pertenecía a la obra social se va a repartir entre las cajas rurales, y aquí el beneficio se va a destinar a la fundación. Cuando se creó la cooperativa se perseguía conseguir una residencia para atender a las personas mayores, y ahora estamos trabajando con el Ayuntamiento de Castelldans para ver dónde nos puede ceder los terrenos para llevarlo a cabo", explica Bordell.