La semana pasada Vodafone anunciaba sus tarifas de Internet de las Cosas (IoT) para clientes particulares. Se resumen en un coste fijo por la tarjeta SIM de 9,99 euros más la conectividad, que se abona mensualmente. Esta va de los 3 a los 7 euros al mes, dependiendo del consumo que haga el sensor en cuestión. No tiene el mismo flujo de datos un sensor de movimiento que una cámara de vigilancia. No consumen la misma cantidad de datos, de ahí la diferencia de precios.
Es el primer operador que ofrecer Internet de las Cosas a particulares. Movistar se bate también el cobre en este mercado, pero se circunscribe al sector profesional. Empresas que desean saber cuándo falta producto en una máquina expendedora de productos, compañías de transporte que quieren tener localizados a los camiones de su flota de vehículos...
Toda esta información se transmite a través de las antenas de telefonía móvil que desde hace años se yerguen sobre prácticamente los cielos de todas las ciudades de España. Los dispositivos cuentan con una tarjeta SIM que envía la información del sensor a esas antenas. Estas, a su vez, reenvían los datos al cliente. Es entonces cuando el dueño de las máquinas de vending descubre qué máquinas andan escasas de productos, en qué cantidad de los mismos y cuáles en concreto.
Sigfox sólo ha necesitado 5 millones de euros para desplegar su red IoT en España. Telefónica, sólo entre 2003 y 2006, anunció 1.000 millones de euros para su red 3G. No ofrecen servicios comparables, pero la cifra da una idea de por qué Sigfox es más competitiva en el precio de IoT que Movistar o Vodafone
Como son comunicaciones menos exigentes -no hablamos de hacer llamadas de teléfono o enviar vídeos, sino de pequeños paquetes de datos-, es suficiente con GPRS. Igual no lo recuerdan, pero GPRS era el estándar de telecomunicaciones que hace años permitía llamar por teléfono y recibir mensajes cortos. No necesitábamos más. Luego vino el 3G y el 4G, tecnologías con mucho más ancho de banda: navegación por Internet, televisión en el móvil, videoconferencias...
Tecnología sin licencia
Desde entonces hasta ahora los operadores de telecomunicaciones han ido reconvirtiendo sus redes, o quizá mejor dicho reutilizado las mismas, para adaptarlas a un nuevo mercado: Internet de las cosas.
Pero hay una empresa que se dedica específicamente a levantar este tipo de infraestructuras. Sigfox se fundó en 2009 con ese objetivo. Desde entonces hasta ahora sus dos fundadores han conseguido 350 millones de euros de financiación y ya tienen presencia en 36 países, la mayoría de ellos europeos.
Su ventaja respecto a los operadores tradicionales es que el despliegue de red es mucho más económico en su caso. Cada antena tiene el tamaño de una caja de zapatos. Van instaladas en las mismas antenas de telefonía móvil que en su día construyeron los operadores españoles. Para ello han llegado a un acuerdo con Cellmex, compañía que gestiona la red de las compañías telefónicas patrias. Les alquilan un pedacito de espacio de cada una de esas antenas para instalar esas cajitas de zapatos.
En siete años han conseguido 350 millones de euros de financiación
De esta forma han conseguido una cobertura que alcanza al 94% de la población española -Movistar y Vodafone llegan al 97% de los ciudadanos- pero su desembolso para lograrlo, sin embargo, ha sido pírrico: 5 millones de euros. Sólo de 2003 a 2006 Telefónica anunció inversiones de 1.000 millones de euros en 3G. Es cierto que una red y otra son incomparables por lo que cada una permite hacer al usuario, pero son estos costes los que hacen que Sigfox pueda ofrecer precios más competitivos que sus rivales.
Varias empresas con las que hemos contactado aseguran que el coste de conexión de un objeto a Internet de las Cosas es de 16 euros al año -caso de Movistar o Vodafone-. Ojo, hablamos de tarifas para empresas. Si vamos a los precios para particulares las conexiones tienen un coste más abultado, como ya hemos visto antes en el caso de Vodafone, único operador con estas tarifas.
Si ponemos los 16 euros al año por objeto conectado que cobran los grandes operadores frente a los 3,5 euros que cuesta una conexión básica con Sigfox, la diferencia es cinco veces mayor.
Telefónica participa en Sigfox como accionista minoritario
Si no puedes con tu aliado, únete a él. Esta máxima es la que podría aplicarse a Telefónica. El operador, con una red de telecomunicaciones que no puede competir en precio con Sigfox, ha participado en las rondas de financiación de la francesa, en la que ya posee una participación minoritaria.
Una red menos potente
Hasta ahora hemos hablado del precio, pero no de la capacidad de las redes. La de Sigfox es una tecnología de radio -sus responsables la comparan con Wifi- que opera en un espectro, en una banda, sin licencia. Esto tiene una ventaja, y es que no deben pagar por ese espectro. Es una 'autopista' de comunicación -fluye por el aire- abierta a todo el mundo. No es algo que se circunscriba a España. Es una forma de proceder, la de operar sin licencia, habitual en Sigfox también en otros países. La desventaja respecto a otras tecnologías con licencia, como es el caso de 3G ó 4G, es que hay menos espacio para transmitir datos.
Un ancho de banda menor suele significar menores posibilidades, menor velocidad. Siguiendo con el ejemplo anterior, se podría decir que no es lo mismo ir a Italia por autopistas que por carreteras comarcales, aunque para el tipo de comunicación que requiere IoT, todos los caminos llevan a Roma.