Su nombre es Tomás Olivo y a partir del próximo 4 de julio pasará a ser el propietario de una de las mayores fortunas de España, con un patrimonio superior a los 2.000 millones de euros, que va a aflorar gracias a la colocación en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) de su socimi, General de Galerías Comerciales (GGC), valorada exactamente en 2.054 millones de euros. Pocos podían imaginar hace unos años que Olivo aspiraría a aparecer en la lista de millonarios de la revista Forbes y, además, por encima de nombres como Juan Abelló o Florentino Pérez, y codeándose con la mismísima Alicia Koplowitz. Sobre todo, cuando el empresario murciano llegó a ser imputado y procesado en el marco de la llamada ‘operación Malaya’, relacionada con la corrupción en torno al Ayuntamiento de Marbella, aunque posteriormente quedó absuelto.
Casi un año después de ser anunciado, el debut de GGC en el MAB es prácticamente un hecho, a falta de las últimas decisiones del consejo de este mercado. La compañía protagonizará el mayor estreno en el parqué de una socimi. Especializada en exclusiva en centros comerciales, su cartera está compuesta por seis activos de este tipo más un centenar de inmuebles, todos ellos en alquiler, y también activos de suelo. Tomás Olivo controla el 99,9% del capital, por lo que el valor bursátil de GGC se corresponde con el de la participación del empresario.
Y todo porque la de GGC no será una colocación al uso. En este caso, el accionista no se desprenderá de una parte de sus títulos para que fluctúen en el mercado sino que se limitará a ceder a los agentes de liquidez el mínimo exigido por el MAB (acciones valoradas en dos millones de euros) para que estas acciones coticen libremente en Bolsa. El resto seguirá en poder de Olivo.
El objeto de la incorporación de GGC al MAB es cumplir con los preceptos legislativos que obligan a las socimis a convertirse en empresas cotizadas si quieren seguir gozando de las ventajas fiscales contempladas para ellas, según explica a este diario Antonio Fernández, presidente de Armabex, asesor registrado y coordinador de la operación. “Es una empresa que por su capitalización bursátil podría cotizar incluso en el Ibex 35”, asegura Fernández, que de este modo culmina su octava colocación de una socimi en el mercado.
Sin embargo, para dar el salto al Mercado Continuo, el natural y lógico siguiente paso, GGC deberá tener al menos un 25% del capital en manos de pequeños accionistas de los que ninguno acapare más del 3%.
La de GGC no será una colocación al uso. En este caso, el accionista se limitará a ceder a los agentes de liquidez el mínimo exigido por el MAB para que estas acciones coticen libremente en Bolsa. El resto seguirá en poder de Olivo
La compañía cuenta con unos ingresos anuales cercanos a los 90 millones de euros, provenientes de los alquileres de los seis grandes centros comerciales que tiene en cartera. Alguno de ellos ha sido valorado por la consultora CBRE Richard Ellis en más de 600 millones de euros, un caso único en España. Y, además, GGC cuenta con la particularidad de no tener deuda, toda vez que todos los activos han sido financiados con recursos propios.
Olivo, poco conocido fuera del ámbito del sur de España, tuvo su espaldarazo definitivo como empresario inmobiliario en Marbella, donde comenzó con una promoción de viviendas y locales comerciales en un edificio que perteneció en su día a Radio Nacional de España y que adquirió en un proceso de subasta. Vinculado al poder en la época de Jesús Gil como alcalde de la localidad malagueña, Olivo fue acusado de cohecho y blanqueo de capitales en el ámbito de la ‘operación Malaya’. En concreto, se le señaló por haber pagado 2,4 millones de euros al principal protagonista de la causa, Juan Antonio Roca, por entonces asesor urbanístico del Ayuntamiento de Marbella, a cambio de favores en determinadas concesiones. Sobre Olivo llegó a haber una petición de cinco años de prisión. La sentencia del caso, publicada hace cuatro años, le dejó absuelto de todos los cargos.
La próxima semana, Tomás Olivo será oficialmente una de las diez mayores fortunas de España. Por encima de él tan sólo encontrará al fundador y principal accionista de Inditex, Amancio Ortega, y su hija Sandra; a Juan Roig, dueño de Mercadona, y su esposa, Hortensia Herrero; al empresario hotelero Miguel Fluxá, dueño de la cadena Iberostar; a Juan Miguel Villar Mir, dueño de Grupo Villar Mir y principal accionista de OHL; a Rafael del Pino, presidente y primer socio de Ferrovial; y a Alicia Koplowitz.