La industria de gestión de activos ha vuelto a recobrar el tono que había perdido con la crisis. En enero han continuado las entradas netas de dinero a los fondos, alrededor de 3.700 millones de euros según las estimaciones de Ahorro Corporación, prosiguiendo la buena racha que cosecharon a lo largo de 2013.
La comercialización de propuestas atractivas para los inversores por rentabilidad y riesgo, una vez superado el período de tipos altos de los últimos años, es uno de los factores que explican este auge de las instituciones de inversión colectiva, que ya suman cerca de 160.000 millones de euros.
Los españoles prefieren decantarse todavía por propuestas muy conservadoras, como se refleja en el nivel de captaciones que han experimentado los fondos con rentabilidad objetivo, productos que no aseguran una revalorización final como sí hacen los clásicos garantizados, pero que ya están cerca de los 12.000 millones de euros en activos bajo gestión.
De esta manera, las gestoras están consiguiendo remontar un segmento de negocio que tenían aparcado en un momento en que necesitaban reforzar sus balances mediante la captación de depósitos. Y les permite ganar dinero mediante el cobro de comisiones por un modelo muy estandarizado de gestión.
Pero en un momento en que la reorganización del sector financiero parece cada vez más cerca de su final y en el que las entidades van a necesitar reconstruir sus márgenes, en el mercado empieza a plantearse la necesidad de ampliar las patas de negocio de la gestión de activos. Ya no basta con ofrecer la misma receta que años atrás sirvió para captar dinero, con los fondos garantizados como grandes estandartes.
Los inversores, aunque todavía mantienen una cultura del ahorro muy conservadora, han aprendido algunas lecciones de la crisis y empieza a vislumbrarse cierto apetito por la diversificación. Las cifras de captaciones de las gestoras extranjeras que venden sus productos en España así lo demuestran, con 65.000 millones de euros de patrimonio a cierre de diciembre, según Inverco, casi un 23% más respecto a 2012.
Con estos datos en la mano, las gestoras no quieren perder la oportunidad de aprovechar el tirón de los fondos y están comenzando a apostar un poco más por el asesoramiento. El auge de las sicav como instrumento de inversión y la gestión discrecional de carteras se explica en parte por este mayor deseo de los inversores de encontrar nuevos entornos de rentabilidad, aparte de cuestiones fiscales. El Santander, por ejemplo, ha visto crecer en 2013 un 33% el patrimonio de sus carteras gestionadas, que se sitúa en 5.210 millones de euros, mientras que BBVA ha logrado incrementar casi un 16% esta pata de negocio, hasta los 16.763 millones.
Para la grandes gestoras españolas tampoco representa un desembolso muy fuerte en cuanto a costes, puesto que lo ven compensado por la segmentación de carteras por perfiles de riesgo, lo que permite un seguimiento casi automatizado de los fondos. Y lo mismo podría decirse de la mayoría de sicav que tienen delegada su gestión en las gestoras de entidades financieras.
Pero en el mercado se especula con la posibilidad de que esta pata de negocio requiera una mayor personalización para modificar la cultura inversora del ahorrador español, y aumentar así los márgenes de beneficio de las gestoras. Parece que las cifras están perfilando un camino que se terminará de dibujar este año.