Los españoles siguen sin tomarse en serio el sistema de previsión privada, en gran parte por la presión política, que provoca que cada vez se aborda el asunto de los planes de pensión privados, se genere un gran escándalo mediático, a pesar de que siempre se hable de sistemas complementarios y no sustitutivos. Pero en España, además de haber poco dinero en los planes privados, está bastante mal distribuido o, al menos, se detectan carencias en la asesoría.
Abante Asesores, firma independiente española de gestión y banca privada, lleva mucho tiempo insistiendo en la importancia de la previsión privada complementaria a la pública, a tenor de varios factores como el alargamiento de la vida laboral o la inversión de la pirámide demográfica.
Parece claro que los ahorradores no dedican el tiempo suficiente a seleccionar su plan de pensiones, ni a vigilar su evolución
La entidad acaba de finalizar otro pormenorizado trabajo al que ha dedicado muchas semanas, titulado “La industria de los planes en 2013: una visión agregada”, del que se pueden extraer muchas conclusiones, entre otras, la mala distribución de recursos de una industria que está lejos de tener el peso que debiera.
Todo ello, pese a que hay una conciencia sociológica cada vez más clara entre los profesionales de 30 y 50 años de formar parte de la llamada ‘generación perdida’, es decir, la que ahora tiene que pagar mucho para abonar las prestaciones de los jubilados pero está casi segura de que no disfrutará de sus derechos en la misma medida cuando llegue el momento.
Y algunas cifras, anticipadas por Abante, son demoledoras: si un joven de 35 años quisiera medio millón de euros para vivir el resto de su vida, después de jubilarse a los 65 años, debería ahorrar… ¡900 euros al mes!. Una cifra descomunal, aunque muchos ya están pagando eso y mucho más en impuestos.
El caso es que el patrimonio actual invertido en planes privado supera los 56.000 millones de euros, la cifra más alta de todos los tiempos, aunque por poco margen, ya que esta es casi la misma cantidad que había en 2007, a pesar de que desde entonces hay unos 200 planes más.
Existen unos 1.400 planes y 7,7 millones de titulares, que suponen que el ahorrador medio tiene unos 7.272 euros por plan destinados a la jubilación. Y en esos poco más de 7.000 euros hay duplicidades, ya que hay mucha gente con varios planes abiertos a la vez. No son por persona.
Evidentemente, es una cifra pírrica: esos 56.000 millones son el 5,6% del PIB y más o menos equivalen al actual Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que apenas podría pagar durante unos meses las pensiones públicas.
Pero parece claro que los ciudadanos no dedican demasiado tiempo a encontrar el plan más adecuado: sólo el 2% de partícipes está invertido en los 10 planes más rentables a largo plazo.
Por su lado, los 10 mayores planes, que suman ellos solos el 43% del patrimonio total y el 45% de los ahorradores, suele estar por debajo de la rentabilidad media de su segmento.
Muchos son los fallos en este sentido: la mala asesoría y un concepto erróneo del plan por parte del titular. Hay dos ejemplos palmarios, señalados por Abante.
Uno de ellos es de las “aportaciones con el paso cambiado”, que pone de manifiesto cómo los partícipes entran en renta variable cuando la Bolsa está en máximos (como ocurrió en 2006 y 2007) y cómo las reducen de manera drástica cuando el mercado ya ha corregido, como ocurrió en 2011 y 2012, ejercicios en los que las aportaciones a planes de Bolsa descendieron a niveles de 2003.
Por otro lado, está el apartado de la “estacionalidad de las aportaciones”. En los últimos 10 años, más del 50% del capital colocado en fondos de pensiones se invierte en el último trimestre (básicamente, diciembre), para consolidar la deducción fiscal. Sin embargo, esa pérdida de dinero fuera de los mercados durante tres trimestres es una clara merma histórica en la rentabilidad.
LOS MAYORES PLANES DE ESPAÑA
Otro aspecto destacado por Abante es la excesiva concentración en renta fija de las inversiones, un factor decisivo, sobre todo en esta etapa de tipos de interés bajos en las que las economías desarrolladas se han adentrado para no salir de ella en mucho tiempo.
Hay errores comunes históricos, como la estacionalidad de las aportaciones o el paso cambiado del ahorro: el dinero va a la Bolsa cuando esta ya está en máximos
“Ahorrar periódicamente genera mejores resultados”, destacan desde la firma y apuntan cinco criterios básicos que el partícipe deberá tener en cuenta:
- “Determine con qué renta desea jubilarse y durante cuántos años la necesitará. Deduzca lo que espere que recibirá de la Seguridad Social y tenga en cuenta la inflación a la hora de valorar el capital necesario para cumplir su objetivo
- Determine el ahorro del que hoy dispone para jubilación y la capacidad de ahorro anual destinada a dicho objetivo. Empezar pronto permite gestionar mejor el riesgo, medido como fluctuaciones de la rentabilidad y aprovechar la fuerza del interés compuesto
- Por diferencia de las anteriores, estime la rentabilidad que necesita pedir a sus inversiones para cubrir el déficit de ahorro. Verifique si buscar dicha rentabilidad es compatible con su capacidad de asumir riesgo. Determine cual es la distribución de activos que puede permitirle obtener esos resultados
- Elija los productos que mejor le permitan materializar la distribución de activos necesaria. Verifique si las comisiones están acordes con el tipo de gestión y la capacidad de generar retornos que ofrece el gestor de su plan y diversifique sus inversiones”.
LOS MÁS RENTABLES A LARGO PLAZO
Y un último apartado llamativo, que incluso supone cierta ruptura con el pasado, ya que ha sido habitual que se recomiende al partícipe no estar excesivamente pendiente de su fondo privado, ya que su horizonte de reembolso es muy largo. Los expertos del informe consideran que a pensión privada es algo muy importante; vital para el futuro. Que sea un instrumento a largo plazo no significa que haya que olvidarse de ella poco menos, como muchas veces se ha sugerido:
- “Revise anualmente su plan para jubilación y verifique si las fluctuaciones de los mercados y los cambios en sus circunstancias personales, profesionales o patrimoniales, aconsejan modificar alguno de los puntos anteriores”.