Ayer tuvo lugar una nueva subasta de récord por parte del Tesoro, con 10.000 millones de euros en la mayor colocación sindicada y una demanda que rondó los 40.000 millones. Es decir, un 4% del PIB o el equivalente a la práctica totalidad del rescate bancario, de 45.000 millones. El apetito de los fondos de inversión internacionales por estos activos es insaciable ahora mismo.
Concretamente, las gestoras captaron el 41% del papel emitido, seguidas a distancia por las tesorerías de los bancos, con un 32% y las aseguradoras y pensiones (de nuevo, inversión colectiva) con un 17%. El resto fueron bancos centrales.
Por diversificación geográfica, el 60% correspondió a inversores no residentes, con predominio del Reino Unido y EE UU. Algo que no sorprende, ya que ambas economías tienen sus activos a 10 años por debajo del de España, concretamente en la zona del 2,85% en ambos casos.
Sus gestores necesitan activos con potencial, sobre todo en un momento como el actual, en el que se teme que las carteras de deuda pública internacional ofrezcan pérdidas en este ejercicio. España está siendo capaz de ofrecer retornos altos en los últimos meses (superiores al 2% en lo que va de mes) y lo que es más increíble: superiores al 20% a tres años, teniendo en cuenta que por medio ha tenido lugar una crisis soberana.
Eso sí, en el lado negativo, el endeudamiento del país continúa engordando, aunque sea con costes financieros mucho más bajos.