En España comemos seis veces más atún que la media mundial. Es uno de nuestros peces favoritos. Si hablamos del pescado en general, sólo Japón nos supera, a quien además exportamos una gran cantidad de atún para sushi. El hecho de estar en una península permite disponer de pescado en cantidad y a un precio asequible comparado con el de otros países.
La flota de atuneros españoles, agrupada en la patronal OPAGAC (Organización Productores Asociados Grandes Atuneros Congeladores) es quien responde a esta gran demanda en el apartado de atún enlatado -los que generalmente van a parar a las ensaladas-. Lo hace con mucha tecnología. Los barcos están conectados a Internet y su tripulación dispone de banda ancha, modesta pero banda ancha, para conectarse a Internet con sus familias o disfrutar de Netflix como cualquier persona lo haría en tierra.
Esta conexión, además, permite a los barcos mantener comunicaciones para saber dónde se encuentran los bancos de atún, con el fin de ir a tiro hecho. Esto permite pescar de una forma más responsable. Se reduce la huella de carbono, dado que el barco no da vueltas de forma innecesaria, con el consiguiente menor consumo de gasoil y la lógica reducción de emisiones.
Para mantener un control sobre la pesca reportan vía satélite, cada día, el número de atunes pescados y la especie de atún, así como las capturas accidentales -tortugas, tiburones, etcétera-. En el caso del atún en lata se pescan tres especies, el atún patudo, el de aleta amarilla y el atún listado. El llamado atún rojo, el pata negra de los atunes, está destinado a comer sobre la mesa, vuelta y vuelta. Es el solomillo de mar.
"A veces se pescan tortugas o tiburones y existe un protocolo para liberarlas. No obstante, nosotros mandamos a la administración pesquera, las capturas que estamos haciendo y si hay alguna de una especie accidental que tenga restricciones en determinados lugares del océano. Tenemos observadores electrónicos desde hace tres años. Es básicamente un sistema de cámaras a bordo que graba toda la actividad pesquera. No se puede manipular y la información es analizada en tierra por un biólogo que genera un informe para la administración. Es la forma de demostrar que cumplimos con la ley y pescamos de forma sostenible", explica Julio Morón, director gerente de OPAGAC.
Los barcos pagan en torno a 1.000 ó 1.500 euros al mes por esta conexión, pero es completamente rentable por el ahorro que genera en la pesca
OPAGAC acaba de proponer a la UE que adopte su normativa de pesca responsable debido al "respaldo internacional" de su forma de proceder. La patronal aconseja a la Comisión Europea a exigir el cumplimiento de esta normativa en todas las importaciones de pescado de la Unión Europea.
La conexión y todo el paquete tecnológico de la flota atunera española corre a cargo de la empresa española Satlink. "Se busca también el bienestar de la tripulación, que pasa de cuatro o seis meses faenando. La conexión, de hasta 2Mbps de velocidad, les permite disfrutar de aplicaciones como Youtube o Netflix. Los barcos pagan en torno a 1.000 ó 1.500 euros al mes por esta conexión, pero es completamente rentable por el ahorro que genera en la pesca. Hay atuneros que pagan la conexión para sus empleados y otros que repercuten el gasto a la tripulación. Los satélites pueden ofrecer más de 40Mbps de banda ancha, pero los atuneros van sobrados con 2Mbps de velocidad", explica Faustino Velasco, fundador y presidente de SatLink.
El atún se sube a las ramas
Hace años el atún se buscaba con helicópteros, que detectaban los bancos cuando las bandadas de pájaros se lanzaban en picado al agua para pescar pequeños peces que a su vez son el alimento del atún. La llegada del sónar y el radar, así como la conexión a Internet, han eliminado los helipuertos de los atuneros.
"La proa del barco capta si hay un banco de atunes a través de un sónar instalado a tal efecto. Los atunes siempre están a mitad de agua. Cuando se detecta un banco se lanza al agua el bote con la red encargado de rodearlo y cerrar la trampa. Hasta no hace mucho los bancos se escapaban con cierta facilidad. Ahora los barcos cuentan con sónares laterales que tienen localizados en todo momento a los peces para dificultar su escape. El patrón tiene esta información a su disposición para hacer el mejor tendido de red posible", explica Morón.
Los atuneros han sembrado de balsas de bambú por el océano. Cuentan con GPS y conexión a Internet. Los peces pequeños se arremolinan alrededor de estas balsas. El atún acude a comérselos y desde los barcos acuden, a su vez, a capturar el atún. Es un cebo perfecto
El atún está mar adentro, lejos de las costas. Es una especie migratoria. Nunca se sabe dónde está. Se concentra en objetos que flotan en el mar. Muchos de ellos son ramas y troncos de árboles arrancados a la tierra que pasan años flotando sobre la superficie. El lugar preferido por los atunes. Todo un cebo si se sabe utilizar.
"Contamos con tecnología insertada en balsas de bambú para detectar cuándo se acercan los atunes. En los años 90 estas balsas se lanzaban como cebo. Ahora se les han insertado GPS -antes eran radio-boyas- y sónares para saber el volumen total de atunes que hay debajo. De hecho, próximamente lanzaremos una solución que nos permitirá saber hasta las especies de atún del banco. Esto es importante porque hay cupos de pesca concretos para cada especie en determinadas aguas. Se podrá pescar a la carta, sabiendo que no se va a sobrepasar el cupo" explica Faustino.
Piscifactorías a la deriva
Las boyas están en los océanos de todo el mundo. El patrón sabe dónde está el atún y actúa en consecuencia. Antes los atuneros salían a buscar el atún, ahora salen a su encuentro.
"Los atunes se desplazan a esas balsas porque el pescado del que se alimentan está alrededor de ellas. Lo que se ha hecho es sembrar el mar con esas balsas. Son una suerte de piscifactorías a la deriva. Los atunes son uno de los mayores depredadores y siempre van donde ven comida", asegura Faustino.
Las balsas tienen un tamaño de dos por dos metros y cada barco elige las boyas a las que quiere estar conectado. La regulación establece que no pueden ser más de 350 boyas conectadas, con el fin de que haya igualdad de condiciones para todas las flotas pesqueras.